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Autor: Wim Malgo

¿Cómo debemos orar? Esta es la pregunta del programa y se responde: Con fe, con perseverancia, con sumisión, según la voluntad de Dios.


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PE2652 – Estudio Bíblico
Llamado a la oración (5ª parte)


 


La oración de fe

Estimado oyente, para introducir el tema de hoy quiero leer los siguientes dos pasajes: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (Hebreos 11:6). «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento, y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor« (Santiago 1:6 y 7). La pregunta del estudio bíblico de hoy es: ¿Cómo debemos orar?

En primer lugar, ¡Con fe! ¿Qué significa orar con fe? Significa: basarnos en las promesas de Dios cuando oramos. No podemos ejercitar la fe si no tenemos algún apoyo. Hay gente que dice: «¡Basta creer, y ya lo tienes!» ¡Pero ellos están gravemente equivocados! Para cada situación, necesito una promesa de Dios concreta en la cual se pueda basar mi fe. Esto es lo maravilloso: ¡las promesas las tenemos!

  • Para los solitarios: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días» (Mateo 28:20).
  • Para los débiles: «porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2. Corintios 12:9).
  • Para los preocupados: «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (Primera Pedro 5:7).
  • Para los tristes: «no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza» (Nehemías 8:10).
  • Para los enfermos: “porque yo soy Jehová tu sanador» (Éxodo 15:26).

Escucha: para cada situación, Dios ha dado una promesa concreta para que puedas basarte en ellas, con certidumbre y por la fe. ¿Por qué no oras valientemente y con fe? «Sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6). La lucha consiste en que la promesa de Dios contradice lo que sientes, percibes y ves. Por tanto, la oración es la expresión sublime de la fe; ya no te dejas determinar por lo que es visible, sino que permites que te determine lo que es invisible. La incredulidad cree lo que ve; la fe ve aquello que cree. Por la fe vemos al poderoso Señor. Por la fe vemos Su manera de actuar. Por la fe vemos los ríos de bendición que Él desea derramar. Por la fe vemos los miles y miles de pecadores que se convierten.

Por medio de la oración de fe aceptamos Su promesa como verdadera, aunque todavía no vemos su cumplimiento. Juan testifica: «Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él» (Primera Juan 3:22). La fe penetra a través de acero y piedra, y es capaz de captar la omnipotencia. Hijo de Dios, comienza a apoyarte en las promesas de Dios por medio de la oración con fe, y experimentarás milagros. Por supuesto que es contra nuestra lógica humana y contra nuestro raciocinio. Dios ha anulado la sabiduría humana. Dios no actúa según nuestra lógica. Para con Él, debes ser como un niño. Tal como lo hizo Isaías, debes poder exclamar: «¿Qué diré? Él me lo dijo, él mismo lo ha hecho«. (Isaías 38:15). ¡Dios es maravilloso! y Dios espera hasta que, en oración y con fe, tomes posesión de Su promesa.

Seguimos preguntando: ¿Cómo podemos orar? En segundo lugar, ¡Con perseverancia! En Romanos 12:12b, la Biblia nos llama a ser «constantes en la oración«. Aquí se muestra – por la constancia – cuáles oraciones vienen del alma: son aquellas en las cuales luego cedemos y nos volvemos negligentes. Dios prueba tu fe cuando no contesta inmediatamente tu oración. Muchos se pierden las bendiciones más grandes porque su ánimo se decae y dejan de orar, justamente cuando el Señor está a punto de darles la bendición. ¿Por qué? Porque a menudo vemos que, tocante a un motivo de nuestras oraciones, sucede lo contrario de aquello que pedimos. Cuando, por ejemplo, pides por la salvación de un hijo tuyo, o de tu esposo o esposa sucede, muy a menudo, que esta persona se aleja aún más del Señor. Es una predilección de Satanás echarse sobre esas personas por las cuales se ora mucho, ya que sabe que Dios, tarde o temprano, contestará las oraciones. Por esto, ¡no te desanimes! ¡Sé perseverante aunque veas lo contrario de aquello que pides en oración, pues justamente entonces tienes la garantía de ser oído!

En lugar número tres, ¡Con sumisión! Cuando no sabes cuál es la voluntad de Dios en cuanto a una petición tuya, entonces ora de todo corazón e insistentemente, pero con sumisión. Cuando David tuvo que perder un hijo por causa de sus pecados, mientras el niño estaba mortalmente enfermo él oraba como nunca antes. Está escrito, en Segunda Samuel 12:16: «Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra«. Durante 7 días oró él de esa manera, y luego el niño murió. Los siervos de David no se atrevían a decirle que el niño había muerto. Pero, cuando David se dio cuenta de lo que había sucedido, él se levantó de la tierra, se lavó y ungió, cambió de ropa y fue a la casa del Señor para adorar. David estaba sumiso a la voluntad del Señor, pues él sabía: “tiene que ayudarme a bien”. Hijo de Dios que estás afligido: cuando pasas por la aflicción, y oras en sumisión. ¿Qué piensas que es más importante: que Dios te quite la aflicción, o que aprendas aquello que Dios te quiere enseñar por medio de la aflicción? Ora con sumisión, pues Romanos 8:28 tiene validez también para tu vida: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados«.

En cuarto lugar, debemos orar según la voluntad de Dios. «Bueno», pensarán algunos ahora, «Debemos decir, cada vez que estamos orando: Señor, sea hecha tu voluntad». Pero esto no es correcto, sino que solamente cuando no sabemos cuál es la voluntad de Dios en cuanto a una petición, es que debemos decir: No sea hecha mi voluntad, sino la tuya. Pero, si es que conocemos la voluntad de Dios y sin embargo seguimos diciendo: «Señor, sea hecha tu voluntad», esta frase es incredulidad disfrazada. Dios nos manifiesta Su voluntad claramente:

1. Por las claras promesas expresamente dadas en la Biblia.
2. Por la dirección del Espíritu Santo.
3. Por la configuración de circunstancias y acontecimientos.

No tenemos ningún derecho a decir: «sea hecha tu voluntad«, cuando Él nos ha manifestado Su voluntad. Hay creyentes que están siempre en duda en cuanto a la pregunta de si eso o aquello es la voluntad de Dios o no. Puedes ser sanado de esta actitud en un instante, al decir: Quiero la voluntad de Dios a toda costa. Luego ya no puedes descarriarte, pues tu camino está aplanado hasta la meta final. Así lo leemos en Efesios 2:10: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas«. Cuando estás frente a dos caminos que se abren delante de ti, ora sinceramente, llevando todo al Señor. Uno de los caminos te causa inquietud. No andes por éste. En cuanto al otro, sientes gozo y tranquilidad. Entonces, ¡anda por él, en el nombre de Jesús! Pues quieres hacer la voluntad del Señor, y por esto Su Espíritu te guiará en toda verdad. No puedes desviarte, y aunque llegues a descarriarte, el Señor te sacará del camino equivocado, porque tu voluntad está en sumisión a la Suya.

Es la voluntad de Dios que ores con fe. Es la voluntad de Dios que perseveres en oración. Es la voluntad de Dios que no pierdas más tiempo, sino que te alistes y te dispongas a luchar en oración, y que ores según Su voluntad.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que se basa esta serie de programas.


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