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Autor: Wim Malgo

¿Cómo debemos orar? A través del ejemplo del profeta Elías aprenderemos cómo orar victoriosamente. La oración de Elías venció al enemigo y engrandeció a Dios. ¡El Dios de Elías vive aún hoy!


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PE2654 – Estudio Bíblico
Llamado a la oración (7ª parte)


 


La oración victoriosa

Al comienzo del programa quiero leer el pasaje bíblico de Primera Reyes 18:36 al 40. Dice así: «Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló» (1 Reyes 18:36-40).

Aquí vemos una representación de la oración victoriosa, en la vida de Elías. Su oración venció al enemigo, para resumirlo en pocas palabras. Estos eran Baal y sus sacerdotes, el ídolo y sus siervos. Eran aquellos que estimularon al pueblo israelí a la mediocridad. Toda la tierra estaba contaminada. Es una representación de los demonios que también nos rodean a nosotros, y de los cuales el mundo está contaminado. Son espíritus del abismo: el letargo, la incredulidad y concupiscencia del mundo, la idolatría, que tratan de seducirnos a la mediocridad para con el Señor. Y miren cómo Elías venció a estos enemigos. ¿Por medio de qué? Por la oración. ¡Ojalá nos transformemos en personas de oración! Todos los enemigos alrededor de nosotros, y en nosotros, tendrían que huir ante la santa majestad de Dios, la cual se puede revelar a través de nuestra oración. Les digo: ¡el Dios de Elías vive hoy en día! ¿Cómo era la oración de Elías?

Primero que nada, era una oración concreta. En esto hay un gran secreto. El Señor Jesús dice que no debemos hablar muchas palabras, usando vanas repeticiones, como lo hacen los gentiles. Con esto, quería decir que debemos orar clara y concretamente por aquello que nos pesa en el corazón. Muchos viven envueltos en una nube piadosa, hablan cantidad de palabras delante del Señor y luego, al levantarse, ya se han olvidado de lo que oraron. Aprende a orar concretamente. Orar concretamente no es nada distinto que contar con el Salvador presente y viviente, poderoso para interferir y ayudar justamente ahora. Elías Le pidió: «Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel«.

En segundo lugar, la oración de Elías tenía un motivo correcto. El motivo más profundo de su corazón ni siquiera era la conversión del pueblo, sino la honra de Dios. Dijo: «Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel«, y en el versículo 37: «Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios…«. Esta pasión ardiente en la vida de Elías era la de buscar la honra de Dios. Solamente después sigue diciendo, en el versículo 37: «…y que tú vuelves a ti el corazón de ellos«. Es bueno que tú ores por la conversión de tu esposa, de tu esposo o de tu hijo, pero, ¿por qué quieres, en realidad, que ellos se conviertan? Contestas: «Para que no se pierdan». Entonces, tengo que decirte que éste es un motivo superficial. Aunque Dios, en Su gracia, te respondiera a largo plazo, con todo, la respuesta está siendo retardada y obstaculizada por tus motivos egoístas. Sí, no deben vivir perdidos tu esposo, tu esposa o tu niño. Pero, hay mujeres que oran por la conversión de su esposo mientras que el motivo más profundo de su corazón es que mejoren las condiciones de su vida y que el esposo, después de haberse convertido, las acompañe a la iglesia. ¡Cuán paciente es el Señor! Cuando oras por la conversión de tus parientes, el principal impulso debe ser el siguiente: Señor tu santo nombre está siendo blasfemado por su estado inconverso. ¡Sálvalos para que tengas la honra, y para que obtengas recompensa de tus dolores!

En tercer lugar, la base de la oración de Elías fue la certidumbre, firme como una roca, de ser oído. ¿Cómo podía saber Elías, que el Señor iba a contestar inmediatamente a su corta oración? Hubiera podido quedar avergonzado en presencia de los sacerdotes de Baal. Miles estaban contemplando el espectáculo, fascinados. Creo que Elías tuvo esta certeza procedente de la obediencia completa al Señor. Exclama en su oración: «Sea manifiesto hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas«. En otras palabras: Señor, no es por iniciativa propia que estoy aquí, si-no que he hecho todo lo que tú me mandaste hacer, y ahora haz tú lo que yo no puedo hacer. ¡Cuán decididamente Elías andaba en el camino de la obediencia! Sus hechos exteriores lo demuestran:

  • En primer lugar, no se atrevía a orar de esta manera sin haber reedificado antes el altar del Señor que había estado arruinado (versículo 30). Estaba de pie en el terreno del altar. Así podemos nosotros orar victoriosamente: dando ese primer paso hacia la obediencia, poniéndonos sobre el terreno del altar, sobre el terreno de la cruz. Entregando permanentemente nuestra antigua vida a Jesús, somos autorizados a decir: «Señor, hice todo según tu palabra”.
  • En segundo lugar, Elías empieza a orar en la hora de ofrecerse el holocausto (versículo 36). ¡Qué representación maravillosa es ésta, si tomamos en consideración que la presentación de esta ofrenda de alimento era una de las cinco ofrendas antiguo testamentarias, sin derramamiento de sangre! La ofrenda de alimentos nos recuerda la vida santa de Jesús, la cual no necesitaba la sangre de la reconciliación. La epístola a los hebreos nos dice: Porque somos hechos participantes de Cristo (Hebreos 3:14). Debemos identificarnos con el sacrificio de alimentos, con la vida santa de Jesús, pues así dice el Señor: «Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios». Estar de pie en el terreno de la cruz y llevar conscientemente una vida de santidad, es expresión de la obediencia práctica por la cual el Señor también oye las oraciones, y manda caer fuego desde el cielo. Por esto es que Juan dice en su primera epístola, en el capítulo 3, versículo 22: «y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él«.

Recordemos el hecho de que Elías era un hombre como nosotros; pues así lo dice Santiago. Pero Elías tenía tanto poder en su oración, porque hacía lo que el Señor quería. Ya saben la grandiosa consecuencia triple de su oración: cayó el fuego del Señor y consumió no solamente el holocausto, sino también todo lo duro y frío procedente de esta tierra: la leña, las piedras, el polvo y el agua. ¡Qué maravilloso es aprender a orar como lo hizo Elías, puesto en el terreno de la cruz, y santificado! ¡Ojalá lo aprendamos! Luego, el Señor acepta nuestro sacrificio, y todo lo terrenal (madera, piedras, y polvo) es consumido por Su fuego. Por medio de la oración de Elías, el pueblo ciego conoció al Señor, pues ellos exclamaron: “Jehová es el Dios, Jehová es el Dios«. Si queremos que este mundo endurecido, este mundo religioso, ateo, vuelva a conocer la gloria del Señor, entonces se necesitan personas de oración, tal como lo era Elías.

Otra consecuencia de la oración de Elías fue que, en aquella misma hora, fueron vencidos y degollados los enemigos que habían seducido al pueblo. Como el Dios de Elías aún vive y es el mismo hoy en día, pregunto: ¿Quién desea ser una mujer, un hombre de oración, tal como lo era Elías? Si tú lo deseas, ¡dobla ahora tus rodillas y conságrate al Señor!

El Dios de Elías vive aún hoy.
Te contesta tus preguntas,
te llena del Espíritu Santo.
quiere sustentarte a lo largo de la vida.
Oh, ¡restablece tu altar!,
conságrale tu vida entera.
El que no cambia jamás,
con certeza te contestará.
El Dios de Elías vive aún hoy,
Él es el mismo, ¡oh, créelo!
En esta hora Él quiere hacer un compromiso nuevo contigo.


Si desea puede adquirir el libro sobre el que se basa esta serie de programas.


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