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Titulo:   “Lo que Dios puede hacer del hijo de una prostituta” 1/2

Autor: Norbert Lieth 
Nº: PE1026

 

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo pacto Dios ha cambiado para bien el carácter de las personas, y ha llamado a su servicio a quien él ha querido.

Descubra, escuchando esta audición la vida de Jefté.

 


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«Lo que Dios puede hacer del hijo de una prostituta» 1/2

Estimado amigo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo pacto Dios ha cambiado para bien el carácter de las personas, y ha llamado a su servicio a quien él ha querido. «¿Hay para Dios alguna cosa difícil?» dice la palabra en Génesis 18:14. La respuesta a esta pregunta es: «…para Dios todo es posible» (Mateo 19:26). Así como Jesús obró durante el tiempo que estuvo en este mundo también puede obrar hoy, pues él es «el mismo ayer, y hoy, y por los siglos«.

Durante una campaña evangelística en Italia estaba un ex dueño de un club nocturno, vendedor de artículos pornográficos y traficante de drogas. Hoy en día, es alguien que, con su mesa de libros, va de pueblo en pueblo distribuyendo literatura cristiana.

Había un musulmán que antes odiaba tanto a judíos como a cristianos, deseando poder llegar a convertirse en un terrorista suicida que, en lo posible, arrastrara a muchos judíos consigo a la muerte. Hoy intercede día a día por Israel en sus oraciones y proclama el evangelio.

En el pasado algunos, amigos estuvieron en la cárcel debido a diferentes delitos. El diagnóstico para uno de ellos, dado por un psicólogo, era que ya no había forma de ayudarle. Hoy todos ellos asisten a una iglesia cristiana. Y desde hace años han sido de testimonio ayudando a otras personas.

Las estadísticas muestran que las terapias cristianas para dejar el consumo de drogas son mucho más efectivas que aquellas cuya orientación no es cristiana.

Estos ejemplos tienen algo en común: La persona experimentó que Jesús vive y puede cambiar vidas.

¡El Señor también puede inundar los corazones de las personas con ríos de agua viva!

Eso fue precisamente lo que Dios hizo en la vida de un juez de Israel, cuyo origen era cualquier otra cosa menos prometedor dice la palabra: «Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad. Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer. Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él. Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel. Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob; y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón«.Pero veamos ahora estimado amigo, los orígenes de Jefté

A la vista estaba que este hombre no tenía nada loable:Era hijo de una prostituta y su padre fue un adúltero. Estos antecedentes eran todo, menos provechosos. Jefté no tuvo una infancia fácil. No tenía padres que se amaran mutuamente, ni que lo amaran y se preocuparan por él. Jefté debe haber vivido experiencias traumáticas y, probablemente, no debe haber tenido tampoco una buena educación. Su padre no tenía buena fama. La mujer de su padre no era su mamá. Esa era una buena base para un futuro desesperado.

Estimado amigo, veamos que Jefté fue rechazado por los hijos de la mujer de su padre, fue humillado, echado y hasta desheredado. Es probable que ya durante su niñez, Jefté haya tenido que sufrir por causa de las bromas maliciosas de sus medio hermanos. Cuando organizaban algo entre todos, lo excluían. Era la oveja negra de la familia y así se sentía, solo y bueno para nada.

Jefté, evidentemente, no tenía ningún parecido con la madre de sus medio hermanos, mientras que estos tenían cierto parecido físico con ella. Y eso no pasaba inadvertido. Jefté jamás escuchó que alguien dijera: «¡Qué parecido que es a su madre!» Durante las bromas perversas de sus hermanos, probablemente no experimentó lo que es que su padre o su verdadera madre lo hayan consolado. Al fin y al cabo, era el hijo de un adúltero y una prostituta. Una situación así siempre marca al niño, y frecuentemente lleva a daños sicológicos.

Cuando finalmente había soportado el tiempo tan difícil de la niñez y la pubertad, falleció su padre. Ahora el odio y el desprecio de sus medio hermanos tomaron rienda suelta, de manera que lo echaron. Todos estaban en su contra. ¿Qué culpa tenía él de ser hijo de una prostituta? El también hubiese querido tener verdaderos padres y, en definitiva, su padre también era el de ellos. Pero de nada servía. El debía desaparecer y no volver nunca más.

También vemos que Jefté tuvo que abandonar todo e irse lejos. Los ataques de sus medio hermanos eran tan crueles que decidió huir. En la familia no era aceptado, y ahora tendría que vivir como un desheredado.

«Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob» La palabra hebrea para «Tob» significa algo así como «bueno». Tal vez esto expresa su deseo: «Quiero ir a algún lugar que sea bueno y donde pueda hacer lo que yo quiera». Así piensan actualmente muchos jóvenes.

En la «tierra de Tob», Jefté no tenía ningún trabajo específico. Iba de aquí para allá esperando ocasiones propicias. Otros hombres con un destino similar se juntaban con él, así como en el dicho que se juntan «el hambre y las ganas de comer». Con ellos organizaba correrías, que probablemente no eran legales. Es de suponerse que no ganaban su dinero honestamente, sino a costa de hurtos y atracos.Jefté, evidentemente, poseía cualidades de líder. Podemos partir de la base de que Jefté tenía cierto grado de reputación, y que era considerado sumamente valeroso (versículo 1). Tal vez hasta fue algo así como un «Robin Hood» de su época.

Pero, también puede ser que los ancianos de Galaad, en esta oportunidad, sólo quisieran utilizarlo para sus propios propósitos. Por eso, la escéptica pregunta de Jefté: «Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?» (versículo 9). El desconfiaba. Al fin y al cabo a lo largo de su vida había tenido suficientes malas experiencias.Jefté sacó provecho de su cuarto de hora (versículos 9-10). Era lo suficientemente inteligente para aprovechar al máximo la oportunidad de su vida. Tal vez algunos de nuestros amigos se sientan identificados con este caso.

Pero les invito a que juntos escuchemos la próxima audición en donde veremos la obra de Dios en la vida de Jefté

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