Mirar Hacia Arriba (2ª parte)

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Mirar Hacia Arriba
(2ª parte)

Autor: Marcel Malgo

El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío.


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PE1565- Estudio Bíblico
Mirar Hacia Arriba (2ª parte)



¡Hola amigos! ¿Cómo están? El tema que estamos tratando es:Mirar hacia arriba. Y el mismo tiene como eje el capítulo 7 de Oseas.

La primera verdad que encontramos en este capitulo y que vimos en el programa anterior, es que: Ante Dios, toda maldad está revelada. Luego, vimos que en nosotros, a veces, puede suceder que haya una mezcla no santa. Y se nos instó al final, a no permitir estas mezclas en nosotros y a aferrarnos completamente al Señor, para que nuestras vidas reflejen la fuerza de Dios.

Encontramos, además, en Oseas 7 una tercera y muy importante verdad. Se trata de la supervivencia espiritual. Se trata del fundamento de nuestra fe.

Veamos, entonces:La lucha por la supervivencia espiritual

Leemos en Oseas 7:14 y 16: “Y no clamaron a mí con su corazón cuando gritaban sobre sus camas. Volvieron, pero no al altísimo”.

Por lo visto, en la época de Oseas de vez en cuando Israel cobraba ánimo para buscar al Señor, aunque esta acción era de mala gana. ¡En vez de clamar de todo corazón al Señor, decaían en un llanto autocompasivo y lastimoso! ¡Y en lugar de convertirse a Dios, dirigiéndose conscientemente al Altísimo, emprendían unos pocos pasos de obediencia, aunque ésta no provenía de un corazón sincero! Por esta razón seguían enredados en sus pecados, y luego de esta búsqueda, al igual que antes, se hallaban perdidos en su miseria. ¡Por eso no es de extrañarse, que Israel escondiera sus pecados y se mezclase con otros pueblos, lo que finalmente le condujo a la pérdida de todas sus fuerzas, quedando completamente desfigurado!

Estoy convencido que: ¡si Israel en aquel momento hubiese cobrado ánimo para decir de corazón la verdad a su Dios, si se hubiera convertido a Dios con todo empeño, y dirigido su mirada hacia arriba, entonces todo hubiera sido diferente! No habría sido necesario esconder pecado alguno; ni mezclarse nefastamente con otros pueblos, sufriendo la consecuencia de perder sus fuerzas.

Veamos cuál es:
La estrategia correcta para la lucha espiritual

¿Qué pretende enseñarnos el Señor con estas cosas a los que pertenecemos al nuevo pacto? ¿Qué leemos en el Nuevo Testamento acerca de volvernos correctamente al Señor, o sea de dirigir nuestra mirada hacia arriba? En Hebreos 12:1 y 2 dice: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.

La edición de estudio “Dios Habla Hoy”, lo traduce así: “Dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante.Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona”.

Queda claro en estos versículos que dejar de lado el pecado y correr la carrera están sometidos a esta importante acción, fijar la mirada en Jesús. El motor que necesito para la carrera, aquello que me motiva, es la mirada puesta en Jesús, dejando al mismo tiempo de mirar otras cosas.

El sentido profundo de estos versículos es bien claro: ¡peleen la buena batalla de la fe, haciendo en primer lugar una cosa, mirar continuamente hacia arriba, a “Jesús, el autor y consumador de la fe”!

Ésta verdad es expresada en forma distinta, según la traducción de la Biblia: Puestos los ojos en Jesús (Reina Valera 1960) Fijemos nuestra mirada en Jesús (Dios Habla Hoy [Versión de Estudio]) Fijemos la mirada en Jesús (NVI)

¿Acaso no tenemos con esto una poderosa llave en nuestras manos? Volvamos nuevamente a Israel, en la época del profeta Oseas: ¿Por qué estaban obligados a esconder sus pecados; por qué cayeron en esta nefasta mezcla? – El Señor da una respuesta corta pero muy seria, en los vers. 14 al 16, del cap. 7: “Y no clamaron a mí con su corazón cuando gritaban sobre sus camas. Volvieron, pero no al Altísimo”.

Pregúntese a sí mismo: ¿Por qué peleo hasta el cansancio contra el pecado que asedia mi vida, y hasta hoy no he tenido éxito? ¿Por qué me fatigo interiormente pero no hay cambios en mí? ¿Por qué tengo que esconder pecados secretos; tratando de disimularlos de alguna manera y escondiéndolos cuando, en realidad, no es lo que quiero hacer? ¿Por qué vivo momentáneamente en una peligrosa mezcla; y anhelo a su vez que todo sea diferente en mi vida?

¡Es cierto, usted pelea la buena batalla de la fe, pero ha fijado mal sus prioridades! – ¡Al igual que un general valiente va a la guerra, pero comienza por el lado equivocado!

En Hebreos 12:4 dice: “Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”. Tenemos que tomar la firme decisión de no pecar más, estar dispuestos a colocar a la luz todos los pecados secretos y dejarnos santificar más y más. No podemos arrancar estas palabras bíblicas de su contexto y comenzar a pelear contra el pecado nosotros mismos, sino que es necesario hacerlo como nuestro Señor quiere que lo hagamos. Esto significa que por un lado debemos accionar nuestra voluntad, como expresa Hebreos 12:1 y 2: “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. Este texto contiene palabras que expresan la necesidad de que exista una voluntad, sacrificio y acción.

Por otro lado, significa que no peleamoscontraalgo, sinoparaalgo. Nuestra pelea no está orientada a destruir algo negativo, sino a crear algo positivo. ¿Y qué es lo que usted puede crear? – ¡Un espacio libre donde podamos mirar a Jesús! ¡Para eso debemos pelear; activando toda nuestra voluntad! No peleamos en primer lugar contra el pecado, sino que luchamos para fijar la mirada en Jesús. Ésta es la correcta estrategia en nuestra lucha.

Tal vez esta clase de pelea resulta difícil para algunos, ya que no parece ser demasiado lógica. ¿Hacia dónde se mira normalmente durante una carrera? ¡Hacia adelante por supuesto, uno mira fijamente el extremo de la pista, la meta! Pero la Biblia nos enseña algo distinto: no debemos mirar hacia adelante, sino hacia arriba. Aquí radica el problema de algunos hijos de Dios. Con todo empeño desean la pelea de la fe; pero mirando hacia adelante. Ven la pista de carrera sobre la cual corren y, de reojo, observan a su derecha y a su izquierda a aquellas personas que los están mirando. Pueden ver los obstáculos que deben vencer durante su carrera, viéndose principalmente a sí mismos, con sus cuerpos lesionados y sudorosos. Todo esto hace que el corredor, el hijo de Dios, tropiece en la pista de la vida.

La mirada hacia la pista representa un camino que no parece terminar nunca, lleno de contrariedades – puede cansar y desalentar a un hijo de Dios infinitamente.

¿El mirar continuamente a las personas de la derecha y de la izquierda, no pone nervioso e irrita al corredor? Desde el punto de vista espiritual, podemos decir que, por momentos, parecería suceder. Uno no desea ver a otra persona, sino que lo único que anhela es tranquilidad, queriendo estar en algún lugar donde nadie le moleste.

¿No resulta muy desalentador y frustrante ver tantos obstáculos en la pista – es decir, tentaciones, debilidades y pecados, cuando queremos seguir al Cordero?

¿Y acaso mirarse a uno mismo cuando corremos en la pista (es decir, ver continuamente nuestras propias debilidades, fallas, y desdichada situación), no nos lleva a menudo a la desesperación?

Debo decir que todo esto no sería necesario si de una vez por todas comenzamos a pelear correctamente, mirando hacia arriba, a Jesús. Éste es el método divino para llegar sano y salvo a la meta.

¿No desea convertirse de un corredor que mira hacia adelante en uno que mira hacia arriba? – ¿No quiere llegar a ser un cristiano que realmente comience a vivir el triunfo?

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