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Los doctores y misioneros en África Juan Emiliano y Adriana Palacios, nos cuentan la impresionante historia de la adopción de su hijo, nacido en Guinea Ecuatorial. Te invitamos a conocer su historia, y cómo Dios guio todas las cosas para que pudieran hacer su voluntad. Juan y Adriana nos enseñan que a los que aman a Dios, realmente todas las cosas les ayudan para bien.


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EA826 – Entre Amigas –
Misión médica en Angola | Adoptando un hijo en África – Parte 3



Entrevista al Dr. Juan Emiliano y Dra. Adriana Palacios

Victoria: Continuamos en Entre Amigas y ha llegado nuevamente este tiempo de la entrevista. Nos sigue acompañando el matrimonio Palacios, y ha sido un gusto escuchar de sus experiencias y de su trabajo en el campo misionero, pero ellos no están solos. Son una familia, y hoy nos van a estar contando cómo es que surgió eso de pasar de ser un matrimonio que salió del campo misionero a pasar a ser una familia. Tienen un hijo que, ¿cuántos años tiene?

Adriana: Tiene 26 años.

Victoria: ¿Querés contarnos la historia, Adriana?

Adriana: Sí. Nosotros vivíamos en Guinea Ecuatorial y trabajábamos en una aldea. Como médicos pasábamos en la ciudad toda la semana, y solo una vez a la semana visitábamos una aldea donde había un puesto de salud. En ese lugar atendimos a un niño que llegó con una desnutrición severa. En medicina nosotros llamamos marasmo a uno de los grados máximos de desnutrición, y este niño estaba hecho piel y hueso. Tenía dos años y algunos meses, y pesaba 5 kg. Los niños nacen con 3 kg más o menos, y el tenía dos años y pesaba 5. Entonces empezamos a llevar a la aldea cada semana cajas con alimentos para que la mamá pudiera recuperarlo. Con el tiempo nos dimos cuenta de que en ese lugar, y en realidad en toda África, primero comen los hombres, la mejor comida, y después las mujeres y los niños comen lo que queda. Entonces cuando descubrimos esto decidimos que no íbamos a seguir mandando alimentos, sino que íbamos a internarlo. Así entramos en un proceso que duró tres semanas para que la mamá consienta la internación del niño. Cuando lo hizo, me entregó al niño y yo pensé que ella iba a venir con nosotros al hospital, pero no. Ella me entregó al niño y me dijo: Si me voy, ¿quién me va a cuidar los otros? Entonces me dio al niño y volvimos a la ciudad para llevarlo al hospital. Cuando llegamos al hospital, la condición del hospital era peor que en el centro de salud de la aldea. Así que no lo pudimos dejar allí, y nos lo llevamos a casa. En casa le cambiamos la alimentación, empezamos con tratamientos médicos para la malaria, con tratamientos para sus muchos problemas de piel, y poco a poco fue recuperándose. Pasando los meses, y su recuperación era muy exagerada, era maravilloso verlo reír, ver su personalidad tan bonita, nos fuimos enamorando de él. Pero bueno, nunca dijimos nada. Después de dos meses llegó la mamá y nos dijo: Por favor, quédense con el niño. Y yo le dije: Pero señora, probablemente nosotros nos volvamos a nuestro país y usted nunca más lo vuelva a ver. Y ella me dijo: No importa, porque con ustedes va a vivir y conmigo no. Y bueno, es así como tomamos la decisión de quedarnos con el niño y empezar los trámites para poder llevarlo de una manera legal.

Victoria: Qué gratificante ver toda la transformación, ¿no? Porque sin dudas el grado de desnutrición en el que él estaba y la paciencia que había que tener para su recuperación no era fácil.

Adriana: Claro, y esto era importante y es importante, porque yo hasta esa época nunca pensé en que iba a tener un hijo. Hasta ese momento yo hacía una prevención para no embarazarme. Y con el tiempo empezamos a buscar el propio, y nunca vino. Entonces eso es interesante, porque en la cultura africana, la mujer que no tiene hijos no sirve para nada, no es mujer. Y la mayoría, por no decir el 100% de los hombres, dejan de lado a la mujer que no tiene hijos. Esto es una buena oportunidad para mí, como mujer, de mostrar en la cultura africana en la que vivimos, que la mujer puede ser valiosa sin tener hijos propios. Así que esto siempre me da la posibilidad de compartir con muchas mujeres que no pueden tener hijos, para que ellas puedan, de alguna manera, reivindicarse en una sociedad tan machista.

Victoria: O sea que la experiencia personal te ayudó en el ministerio también. Además de que ellos te pueden ver como médico, como alguien de referencia, también por esa experiencia de vida tenés la entrada.

Adriana: Y es una satisfacción doble, porque por un lado me permite demostrarle a la mujer que ella puede ser valiosa sin tener hijos, y por otro lado me da la otra satisfacción de que la cultura africana pueda ver que nosotros como misioneros podemos abrir nuestras puertas, nuestro hogar, a alguien de color negro. Y eso les llama mucho la atención, les encanta, y a veces nos hacían muchas preguntas acerca de él. Ahora nuestro hijo ya no es más un niño, ya tiene 26 años, y está intentando abrirse camino en la vida.

Victoria: Qué lindo, esa es otra satisfacción también, ¿no?

Adriana: Sí.

Victoria: ¿Cómo fue todo el proceso de los papeles? ¿Cómo fue cuando tuvieron que salir del país? ¿Fue muy difícil el proceso de adopción?

Juan: Bueno, toda la vida de él fue un milagro. Yo creo que el proceso de adopción lo fue también. Primero, porque la forma de su recuperación desde el punto de vista médico, desde el punto de vista científico, fue casi imposible. A los dos años y medio 5 kg, y el desarrollo madurativo, la motricidad, todo prácticamente nulo. El niño empezó a caminar con 4 años recién. Entonces que hoy haga natación, que haga pesas, que tenga sus músculos desarrollados, es parte del milagro de Dios en su vida. Por qué lo puso Dios en nuestro camino es una muy buena pregunta, y no tengo todavía la respuesta, pero por medio de él se han abierto muchas puertas, especialmente para explicar lo que es el amor de Dios. Porque eso es lo que hizo Dios con nosotros. Él nos adoptó. Cuando el Señor viene a nuestra vida nos hace hijos de su amor, y esto nos ayuda a nosotros a explicar lo que es el amor de Dios, y por otro lado, a valorar lo que es un hijo “de la barriga”, como dicen ellos, y un hijo del corazón.

Victoria: Qué lindo paralelismo. En realidad todos estamos vulnerables, estamos desnutridos espiritualmente pero el Señor viene, nos adopta y nos salva.

Juan: Sí, estamos perdidos y no hay ninguna solución, ninguna posibilidad de vivir, si no fuese por el amor de Dios que nos toma, nos adopta y nos pone como miembros de su familia. Este es el milagro de Dios. En su caso también creemos que fue un milagro de Dios el hecho de habernos llevado en ese momento, en ese día, a estar en la consulta, y sin pensarlo llegar a conocer a nuestro único hijo. Todo esto fue un proceso milagroso. Te cuento algunos detalles de cómo sucedió todo. Nosotros íbamos a salir de Guinea Ecuatorial el 25 de julio. A fines de junio estábamos decidiendo la adopción. Digo decidiendo porque hay que dar ese paso también, y había que contemplar qué es lo que íbamos a hacer si los papeles no salían, cómo íbamos a salir del país, muchas cosas. Entonces comenzamos el proceso de adopción, pero él no tenía documentos, no tenía partida de nacimiento, solo tenía un certificado que decía que había sido bautizado un 7 de julio, que era el día de su nacimiento. Así que empezamos sacando la partida de nacimiento, y así con todos los requerimientos legales. Dios fue abriendo las puertas y ayudándonos en cada instancia. Sin pensarlo, el 13 de julio ya teníamos casi todos los documentos de él con la adopción plena.

Victoria: Impensable para los procesos de adopción en cualquier parte del mundo.

Juan: Impensable.

Adriana: Fueron nueve días.

Juan: Tardó nueve días. Entonces cuando fui a hacer el pasaporte de su país, para que pueda viajar, y cuando llego me dicen: No, el niño no puede viajar porque ya no es guineano, ahora es argentino, por tener papás argentinos. Y yo le digo: Señor, disculpe, pero no tengo embajada de Argentina, no le puedo hacer el documento. Y él me dice: Sí, pero ya no es guineano. Entonces no sabíamos qué hacer, el Señor nos había ayudado tanto hasta el momento, y ahora no podíamos salir. Así que llevé el asunto al consulado de España, ya que era el primer lugar a donde íbamos a ir, porque allí había una embajada argentina. Pero cuando fui a hablar con el cónsul, él me dijo: No, usted no puede ir a España ni llegar a su embajada porque primero tiene que pasar por el sistema de migraciones, y no va a entrar con su bebé. Debe tener un pasaporte. Entonces me fui a preguntar a otro lugar, porque antes de llegar a España pasábamos por Camerún, otro país de África. Pero para eso necesitaba pasar por la embajada de Francia para que me autoricen. Allí me dijeron lo mismo que el cónsul de España, me dijeron que si llevaba el pasaporte, en el mismo día me firmaban la visa. Ahora, conseguir el pasaporte era la parte complicada.

Así que fuimos a hablar con el ministro de defensa, que era el tercero en poder del gobierno, y que era el que firmaba los pasaportes. Lo esperamos hasta que nos atendió, y le pedimos que escuchara nuestra petición, le explicamos la situación. El cónsul llamó a su secretaria, y dijo “en 15 minutos quiero que este hombre tenga el pasaporte en su mano”. En 15 minutos tuve el pasaporte en mi mano, fui a la embajada de España, el mismo día me lo firmaron y me dieron la visa. Lo mismo con la embajada de Francia. Así que en un mismo día tenía el pasaporte, la firma del consulado de España para entrar a España, y la firma del consulado de Francia para entrar a Camerún. Si no es milagro, no sé de qué otra manera explicarlo. En menos de 10 días, no solo habíamos hecho la adopción, sino que también la visa para tres países. Imposible si lo hubiéramos hecho sin las vías de Dios. Entonces entendimos que realmente era la voluntad de Dios. El Señor nos respondió de una forma impresionante. Es como el versículo que dice que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan para bien. Y qué lindo que es ver cómo las piedras, que parecen montañas, a veces simplemente son caminos que Dios está usando para bendecirnos mejor.

Victoria: ¿Cómo fue el crecimiento de su hijo? ¿Cómo entiende su llamado y lo que ustedes están haciendo? Porque él ahora vive en otro país, ¿no?

Adriana: Sí, en este momento vive en Argentina, está estudiando y trabajando allá. Está muy contento, él siempre fue un niño muy feliz, muy sonriente, muy alegre. Él está muy feliz con lo que es, dice que es 100% argentino, y nos acompaña siempre que puede, pero en este momento se está quedando en Argentina. Para él su crecimiento fue un poquito difícil por los lugares inhóspitos donde nosotros vivimos. Nunca había una escuela apropiada, así que él hizo muchos años la escuela en casa. Solamente hizo dos años en una escuela común, y después toda su educación, tanto primaria como secundaria, fue en casa. Y fue muy difícil para nosotros como padres tener que cumplir también con la tarea de maestros, pero bueno, por amor uno lo hace. Nos teníamos que levantar a veces a las 5 de la mañana para que nos diera el tiempo de hacer todo lo que teníamos que hacer. Para él fue difícil también porque era un niño bilingüe. Él nació en un lugar donde su mamá hablaba la lengua de una tribu, pero desde que vivió con nosotros, hablábamos en español. Y él sufrió estas consecuencias, tardó mucho en hablar bien.

Victoria: Volvemos a los tiempos, los procesos y las puertas que Dios abre, ¿no? Qué gratificante que debe ser para ustedes verlo hoy, y ver que se está preparando y disfrutando de ver esto de estar en la casa de sus abuelos, de sentirse argentino. Les agradecemos mucho por este tiempo que pasaron con nosotros. Si hay algo que podemos aprender de ustedes, es lo que hablaba Juan, eso de depender de la dirección de Dios, y no quedarse en medio de las pruebas, sino seguir adelante con la ayuda de Dios, porque sin duda que todas las cosas nos ayudan para bien. Muchas gracias, y a ustedes, amigas, las esperamos en el próximo programa. ¡Hasta la próxima!

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