Misión médica en Angola | Adoptando un hijo en África – Parte 3
12 abril, 2018Las verdades del verdadero Amor
12 abril, 2018La Dra. Adriana Palacios, misionera en Angola, nos cuenta acerca de su experiencia como mujer médica en África. También nos comparte acerca de las experiencias que ha tenido como doctora al enfrentarse a las costumbres perjudiciales para la salud en algunos países africanos. Te invitamos a conocer cómo ven a la mujer en los países africanos, y cómo se enfrentó Adriana a esta realidad tan distinta a la suya.
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EA827 – Entre Amigas –
Misión médica en Angola | Una mujer como médica en África – Parte 4
Entrevista a la Dra. Adriana Palacios
Victoria: ¿Qué tal, amigas? Es un gusto estar con ustedes nuevamente en este programa de Entre Amigas. Hoy estamos con Adriana Palacios, hemos estado escuchando en las entrevistas anteriores sobre su experiencia como doctora, como misionera, como mamá, y en esta oportunidad vamos a estar hablando de la realidad de las mujeres en los lugares que ha podido visitar. Adriana, muchas gracias nuevamente por tu tiempo, por tu paciencia, y por poder estar con nosotros.
Adriana: Gracias a ustedes.
Victoria: Quisiéramos que nos contaras cómo es en África, porque ustedes también estuvieron en Brasil, pero puede ser que allí sea un poco más parecido a lo que estamos acostumbrados. En África el ser mujer se vive completamente distinto, ¿no?
Adriana: Sí. Es muy diferente. En en todo África, tanto en el África donde prevalece el cristianismo como en el África donde prevalece en el islam, la mujer está relegada a un segundo plano. Nunca se le da la importancia que la mujer tiene. Vivimos, por supuesto, culturas completamente diferentes, y eso es criticable, o no. Pero lo que yo viví, lo que vi realmente es chocante. Es chocante porque la diferencia entre géneros es muy exagerada. Cuando recién llegamos a Mozambique, vi cosas como por ejemplo, mujeres caminando detrás de un hombre. La mujer nunca puede caminar al lado de su esposo, porque es ponerse en el mismo lugar, y no lo puede hacer. Entonces vos ves gente caminando por la ruta o por la calle, y el hombre va adelante con alguna cosa en su mano, o tal vez empujando alguna bicicleta, y atrás va la mujer. La mujer va, y esta imagen es la que ves la mayoría de las veces: embarazada, con un nene de uno o dos años cargado atrás, en la espalda, y con una carga terrible, de por lo menos 20 o 30 kg en la cabeza. Esa es la imagen que uno acostumbra a ver. Y te llama mucho la atención, porque la mujer tiene que cargar las cargas más pesadas. Todo lo que es trabajo pesado, de fuerza, lo tiene que hacer la mujer, el hombre no. Y si el esposo tiene alguna cosa que debe transportar, aunque no sea pesada no lo va a hacer, lo tiene que llevar la esposa. Así que estas cosas, para nosotras, que estamos acostumbradas a tener siempre el primer lugar, a que el hombre nos ceda el paso, es completamente chocante.
Victoria: Y es costumbre, porque nosotros tal vez nos espantamos con esta clase de cosas, pero son mujeres que asumen completamente ese rol porque han sido criadas así. Tal vez hay cosas que no entran en nuestras cabezas, pero seguramente ellas tampoco entenderán cómo somos nosotros, ¿no?
Adriana: No, y los maridos, los hombres, tampoco lo entienden. Tengo una experiencia para contarte. Una vez fuimos a hacer compras con mi esposo, y salimos del lugar de las compras con mi esposo. Las bolsas más pesadas las llevaba Juan, y yo llevaba una bolsa mucho más chiquita. Entonces vino un señor que estaba observando la situación, y me llamó, y me dijo: Usted es una irrespetuosa. Y yo le digo: Disculpe, ¿qué pasó? Y me dijo: ¿Cómo usted va a permitir que este señor cargue las bolsas pesadas? Lo tiene que hacer usted. Entonces yo le dije: Disculpe señor, yo no lo quiero ofender, yo acepto esto de vuestra cultura. Pero en mi cultura los esposos, los hombres son los que hacen el trabajo más pesado, y si hay que cargar algo lo va a hacer él porque es una honra para mí. Entonces él me miró, se extrañó y me dijo: Qué raros que son.
Victoria: Claro, una costumbre totalmente distinta. ¿Cómo es el acceso de la mujer? ¿Tiene oportunidades? ¿Qué pasa con las hijas mujeres, qué pasa con el cuidado de la vida, con el valor de la vida de las hijas mujeres?
Adriana: Bueno, por un lado, son muy valiosas las hijas mujeres, porque en estos países existe la dote. Entonces si uno tiene muchas hijas mujeres, sabe que en algún momento estas chicas se van a casar y la familia se va a quedar con el dinero o con las cosas que se piden para la dote. La dote es un pedido que hace la familia, según el valor que tiene la hija. Entonces se hace una lista en la que se ponen, por ejemplo, tantas vacas, tantas cabritas, tantas botellas de cerveza, velas, telas, vestidos, dinero en efectivo, todas estas cosas forman parte de la lista de lo que el novio tiene que pagar para llevarse a la chica como esposa.
Victoria: Que en realidad eso pasa a la familia de la esposa, la esposa se va con él.
Adriana: La esposa se va con él, y todas estas cosas se pagan por el valor de lo que esa mujer vale. Esto de pagar por la dote en algunos lugares es un poco más simbólico, pero hasta en las clases sociales altas se paga. Ninguna chica sale de su casa para casarse, sin que los papás reciban lo que ella vale.
Victoria: Qué diferencia ¿no?
Adriana: Es muy grande la diferencia. Y en los lugares donde hay un poquito más de desenvolvimiento, donde las chicas han estudiado o inclusive tienen la oportunidad de ir a una universidad, las cosas son diferentes, ellas pueden elegir al novio. Pero en las aldeas, la cosa cambia muchísimo. Son matrimonios arreglados, en los que los papás deciden entre ellos por sus hijos. Y normalmente el que pone el ojo en la niña no es el que va a ser el esposo, sino el papá. Entonces ve a una chica que cruza acarreando un balde de agua en la cabeza, y dice: Quiero a esta chica para mi hijo. Y especialmente la eligen de acuerdo con los papás. Si la familia es una familia reconocida, de renombre, es mucho más favorable la elección.
Victoria: ¿Cómo es ser una argentina en medio de toda esta realidad que estamos planteando?
Adriana: Bueno, en un principio uno se siente como mosca en la leche, porque todos te miran, te ven diferente, el 100% de la población es negra, entonces cuando va una mujer blanca no deja de ser observada por todos, tanto por los hombres como por las mujeres y por los niños. Los niños están muy preocupados y curiosos de saber cómo es el cabello lacio, entonces si te descuidás y te quedas sentada en algún lugar, por ahí vienen los niños corriendo y hacen competencia de quién te puede tocar el cabello. Eso es muy común en toda África. Uno cree que va a tener problemas, pero no. La gente es muy amigable, muy receptiva, muy cariñosa, especialmente las mujeres. A las mujeres les encanta escuchar historias, conocer de otras partes, conocer de cómo cocinar diferente, y a veces ellas también están muy preocupadas por su cabello, y te piden tu cabello incluso. Quieren que te cortes parte de tu cabello para ponérselo, porque ellas se ponen extensiones de cabello.
Victoria: Eso es un dato que yo por lo menos no sabía, no sabía que era tan valioso y novedoso el tema del cabello, que es algo tan sencillo para nosotras de este lado del mundo.
Adriana: El asunto de la belleza es algo primordial en la mujer africana. Ellas trabajan muchísimo solo para poder comprar el cabello y colocárselo.
Victoria: En tu profesión, ¿cuáles son las áreas en las que la mujer se deja atender, en las que cree que es necesario? ¿Existe aquello de pensar que no se necesita un control? Por estos lados estamos acostumbrados, y cada vez más todavía, al tema de los controles de la salud de la mujer. ¿Qué tan cerrada o abierta es la mujer africana en ese sentido?
Adriana: Es diferente la realidad de la mujer africana de la ciudad, que de la mujer africana de la aldea. La mujer africana de la ciudad está muy concientizada con respecto a las vacunas y al cuidado, especialmente el cuidado del control prenatal. La mujer embarazada no deja de ir al control prenatal, están muy contentas con hacerlo, especialmente cuando hay de por medio un ecógrafo y ellas pueden ver el sexo del bebé. Esto les llama muchísimo la atención, les encanta, y es algo que realmente las hace felices, el poder ver en el “televisor”, como le dicen ellas, al bebé. La mujer de aldea es un poquito diferente, es más reacia. Ella no va al médico blanco, no va al médico de la ciudad, pero al médico tradicional sí. Ellas hacen sus controles con parteras tradicionales, y hacen sus controles, cuando están muy enfermas, con lo que es el quimbandeiro, que es el médico tradicional, y con el cual nosotros siempre estamos luchando porque hacen cosas terribles, que están totalmente contraindicadas con la medicina. Así que estamos continuamente luchando con este asunto, pero es lo que ellas tienen. No tiene acceso o dinero como para venir hasta la ciudad, entonces es el médico que tiene cerca.
Victoria: El recurso que tienen, ellas lo utilizan. No es que son negligentes en el cuidado.
Adriana: Exactamente. Y bueno, vimos cosas terribles que hacen las mujeres por falta de conocimiento, por ignorancia. Por ejemplo, una cosa que hacen es poner en el biberón, en la mamadera del bebé recién nacido, yuyos, piedras, ajo, y lo más terribles, naftalina.
Victoria: ¿Y por qué lo hacen?
Adriana: Porque ellas entienden que la naftalina es un veneno para matar a los bichos. Entonces cuando el bebé llora mucho, ellas dicen que llora porque tiene dentro de la barriga bichos, entonces le dan a beber agua con naftalina. Esto es un tóxico tan grande, tan potente, que en más o menos 7 u 8 días lo mata al bebé. Entonces muchas veces vienen mamás con bebés agonizando por intoxicación de naftalina. Esta es una lucha permanente que nosotros tenemos todos los días.
Victoria: Es un tema también de cómo educar, y que se corra la voz de que se cambie esa costumbre tan arraigada. Porque estamos hablando de repente de un cólico de un bebé, o algo así.
Adriana: Sí, exactamente. Los bebés lloran, y ellas creen que lloran o porque tienen abre, o porque tienen bichos. Son las dos posibilidades. Y no le dan la leche, sino que le dan comida. Al bebé recién nacido, de días, le dan sopa. Le dan comida. Entonces el bebé, que no tiene las enzimas para poder digerir la comida, tiene cólicos intestinales y tiene diarrea. Después de este problema de dolor de barriga, ellas dicen que tiene bichos y comienzan con la naftalina. Es terrible, mueren todos los días niños intoxicados con naftalina. Nosotros estamos luchando con este asunto de enseñar a que solo se le de la leche materna, hasta los 6 meses. El niño tiene que ser alimentado pura y exclusivamente con leche materna hasta los 6 meses, pero es muy difícil conseguir que ellos cumplan. Normalmente las abuelas, las más viejas de la aldea, insisten en darle comida desde que nacen.
Victoria: Claro, porque es la costumbre. Ni siquiera es un tema de recursos, porque la leche materna la tienen, es un tema cultural y de ignorancia. Cómo podemos ver que en nuestros países estamos bastante educados en este sentido.
Adriana: Tenemos que agradecer a Dios porque vivimos en estos países, vivimos en un país donde no solo tenemos los recursos, sino también las posibilidades de que alguien nos enseñe a hacer las cosas.
Victoria: Tantas veces escuchamos de la mortalidad alta en estos países africanos, y no nos damos cuenta de que no son tanto las enfermedades que puede haber, los contagios o las epidemias, sino que es un tema de desconocimiento de la información. Qué importante el trabajo que están realizando, Adriana.
Adriana: Gracias.
Victoria: Y qué bueno lo que contaban junto con Juan, de esas puertas que se han estado abriendo. Te agradezco por compartir esto con nosotros, realmente nos inspira. Muchas gracias por estar con nosotros, Adriana.
Adriana: Gracias a ustedes.
Victoria: A nuestras amigas, las esperamos en el próximo programa de Entre Amigas.