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Título: Nínive y como se cumple la profecía Bíblica

Autor: Norbert Lieth
PE1354

La profecía bíblica se caracteriza por cumplirse siempre en un cien por ciento. Fue dada por Dios en señal de la veracidad de Su Palabra, para guiarnos a la fe en Jesucristo y como advertencia para todas las generaciones. Estudiamos esta verdad en el ejemplo de Nínive


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Estimado amigo, en el programa pasado nos habíamos preguntado: 

¿Cómo llegaría la caída de Nínive?En las excavaciones arqueológicas y en los documentos de la antigüedad muchas cosas salieron a la luz, confirmando lo que dice la Biblia. Así, por ejemplo, el historiador Diodor de Sicilia – que vivió en el primer siglo después de Cristo – estudió la caída de Nínive y nombró algunas razones por las cuales había ocurrido. Pero es más, Dios mismo había profetizado estos razones. Vuelvo a nombrarlos:

1.Por el alcohol. (Nahum 1:10)

2.Por una inundación.(Nah. 1:8; 2:6.8)

3.Quemada con fuego. (Nahum 3,13)

4.Innumerables cadáveres. (Nahum 3,1-5)

5.La destrucción completa.(Nah. 2:9-10; 3:19)

¿Se da cuenta, estimado amigo?

Nada se escapa de Dios

El hombre puede rodearse de un muro y atrincherarse detrás de una fosa. Puede esconderse detrás de seguridades terrenales. A pesar de esto, el juicio de Dios lo alcanzará si no se arrepiente. ¡No hay posibilidad de huir de Dios! En el libro de Job leemos:«¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás? Su dimensión es más extensa que la tierra, y más ancha que el mar. Si él pasa, y aprisiona, y llama a juicio, ¿quién podrá contrarrestarle? Porque él conoce a los hombres vanos; ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?»(Job 11:7-11).

A Dios no se Le escapó ningún pecado de la ciudad de Nínive:„De ti salió el que imaginó mal contra Jehová, un consejero perverso… Mas acerca de ti mandará Jehová, que no quede ni memoria de tu nombre; de la casa de tu dios destruiré escultura y estatua de fundición; allí pondré tu sepulcro, porque fuiste vil»(Nah. 1:11.14). En el capítulo 3, el Señor habla de «ciudad sanguinaria», de «mentira y rapiña», de «pillaje», de «fornicaciones» y de «hechizos». Y al final dice:¿Sobre quién no pasó continuamente tu maldad?»(Nah. 3:19).

Dios conoce el futuro exactamente. Por Su mandato el apóstol Pablo escribió a Timoteo:«También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanaglorisosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita»(2 Ti. 3:1-5).

Pero ahora vemos el otro atributo de Dios: el Dios misericordioso.

De Él nos habla, entre otros, Nahum en el capítulo 1:3:«Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies».

Nahum 1:15 nos hace ver que es misericordioso también frente a Su pueblo Israel, aunque Le causó muchas penas con sus pecados:«He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado; pereció del todo».Encontramos el mismo mensaje en el Nuevo Testamento (Ro. 10:15).

Dios vio los pecados de Nínive; pero el mensaje de juicio debía llevarles a la conversión. Cuando el Señor nos hace ver las consecuencias del pecado, siempre lo hace para llevarnos de vuelta a Él. Nos advierte que nos espera la eterna separación de Él si morimos sin el perdón de nuestros pecados, y lo hace para rescatarnos para Él, para la eternidad. El que se deja advertir y salvar, será redimido; pero el que no se deja advertir, será castigado.

Cien años antes de la destrucción definitiva de Nínive, Jonás estuvo en la ciudad y le anunció un mensaje de juicio por el cual Dios quería llevarla a la salvación y al perdón. El mandamiento de Dios a Jonás era:«Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí»(Jo. 1:2). A raíz del mensaje de Jonás, toda la generación de aquel entonces en Nínive – desde el rey hasta las bestias – se arrepintieron vistiéndose de cilicio, sentándose sobre ceniza, con ayuno, oración y clamor:«Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértanse cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y o pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo»(Jo. 3:5-10).

Bien es verdad que Jonás también testificó de la misericordia de Dios, pero no estaba de acuerdo con ella; el profeta no podía comprender el amor de Dios:«Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal»(Jo. 4:2). La respuesta del Señor a esta acusación de Jonás era la de un consejero espiritual:«¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?»(Jo. 4:11). Sin embargo, al final la gente de Nínive volvió a apartarse de Dios, de manera que llegó irrevocablemente el juicio.

Después de la Segunda Guerra Mundial las iglesias estaban llenas otra vez. Las personas querían vivir con Dios. En los años 50, incluso hubo avivamientos. Sin embargo, al final de los años 60, la gente volvió a apartarse de Dios, y la consecuencia irreparable será el juicio. Esto ocurrió justamente en el momento en que Jerusalén volvió a las manos de los judíos. Con esto comenzó el tiempo final. En 1967 se reconquistó Jerusalén, y en 1968 tuvieron lugar las revueltas estudiantiles que llevan sus frutos hasta en nuestros días. En aquel entonces, famosos teólogos anunciaron la teología de „Dios está muerto». Sin embargo, ¡Jesucristo, el Mesías crucificado y resucitado, vuelve otra vez – es el tiempo final! 2 Tesalonicenses 1:8-10 nos dice cómo será Su venida:«…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros)».

En el juicio venidero, nuestro mundo perderá todo lo que hoy tanto significa para él. Ya vivimos los comienzos de esto. La cuenta regresiva ya está en marcha:„Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres»(Sof. 1:14-16).

Pero antes, la Iglesia de Jesús – los que creen en Él – serán arrebatados. Para ella va esta exhortación:«Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios»(1 Ts. 5:4-6).

Estimado amigo, ¡el camino de la salvación existe!

La misericordia de Dios tiene un nombre: Jesucristo.

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