Perdonar, soltar y sanar

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Yanina Cossime nos acompaña para reflexionar acerca del perdón, un proceso difícil pero liberador. No te pierdas de conocer en qué se diferencia el perdón de la reconciliación, y qué consejos prácticos nos trae Yanina en esta ocasión para afrontar aquellas situaciones difíciles de perdonar.


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EA 1150 – Entre Amigas –
Perdonar, soltar y sanar



Entrevista a Yanina Cossime

Victoria: Vamos a conversar en los próximos minutos acerca de la importancia del perdón para una vida plena y saludable y el rol protagónico de la familia en el proceso de aprender a hacerlo. Así lo ha definido Yanina Cossime en una nueva columna y con ella vamos a estar conversando en los próximos minutos. Yanina, ¿cómo estás? Bienvenida.

Yanina: Hola, muchas gracias. Un saludo para vos y toda la audiencia.

Victoria: Bueno, un placer tenerte, como siempre. Para hablar de un tema, decíamos fuera de micrófonos, que no muchas veces se aborda de la manera, creo yo, se debería de abordar y por eso quería conversarlo contigo. Porque, bueno, vamos a hablar entonces del perdón en base a que, obviamente, a lo largo de la vida, como vos lo has planteado, sufrimos situaciones, dolor, sufrimos por algunas heridas que en la interacción de nuestras vías van quedando y queda por ahí en nosotros si esto nos sigue lastimando a largo plazo o no. Así que, si te parece, vamos a hablar del perdón. ¿Qué significa eso y de los beneficios que nos puede traer, Yanina?

Yanina: Bueno, es un tema complejo, porque en la sociedad en la que vivimos el perdón es para débiles. Es para débiles y para tontos. Porque ¿qué nos enseñan de chiquito, a devolverla. O si no, en los ambientes cristianos muchas veces a guardarnos eso, como que nada pasó. Yo me encuentro haciendo discipulado personal con personas que entienden que el enojo, el enojarse bien, el enojarse, el que te moleste algo malo que te han hecho, es pecar y está mal. Y está mal, y no le dan la oportunidad no solamente a evitar que se repitan situaciones dolorosas, sino realmente a sanar y perdonar eso que pasó. Porque es como que le ponemos un parche a la situación y escondemos eso ahí y eso se va pudriendo y haciendo raíces de amargura en nuestro corazón.

El perdón es muy importante para la vida saludable, plena, como decías vos, porque cuando nosotros abrazamos una ofensa, nos quedamos abrazados, yo digo, en un alambre de púa y estamos pensando que estamos lastimando a alguien más, pero lo único que lastimamos a nosotros, porque muchas veces la persona a la que guardamos rencor o estamos con dolor a causa de una herida, ni está enterado de lo que está pasando. Yen otros tantos, está enterado y lo disfruta. Entonces, perdonar es abrir la puerta de una prisión, de una jaula y darnos cuenta que el que sale en libertad es uno mismo, porque a uno le trae sanidad. Y esto es algo que está demostrado, que está escrito en la Biblia hace más de 2000 años y que también está asegurado, ratificado por las ciencias. El perdonar es liberador y es sanador.

Victoria: Recibimos a veces heridas de personas a la que no le tenemos mucho aprecio, que por ahí no nos tienen mucho aprecio, que no tenemos mucho feeling, como se dice, mucho afecto. O por ahí, por personas que son del entorno, incluso familiares, ¿varía por ahí lo que nos llegan a generar? Si es una persona que no apreciamos tanto o que nos cuesta apreciar, o si es un familiar directo, ¿varía el impacto que eso puede tener en nuestra autoestima, por ejemplo?

Yanina: Todo va a depender de mí, de mis características, de mi historia, de la importancia que le dé a esa persona o a la importancia que le dé a la falta yo y la naturaleza de la falta. La misma Biblia también nos da distintas formas de proceder ante distintas faltas. Hay faltas menores donde lo más inteligente es dejarlas pasar. Sea una persona que a uno le tiene afecto o una persona que no tenemos relación. Yo soy una persona muy justiciada por mi historia personal y mi característica, entonces a mí me enojan situaciones en las que quizás la falta no era tan grande. O sea, el problema es mío, porque la falta no era tan grande para que yo me enoje. Pero sea una u otra la falta, digamos, lo importante es perdonar, pero hay que hacer la diferencia entre perdonar y reconciliarse, y también la importancia de que, ante ciertas situaciones, impedir que se repita. Acá estamos hablando puntualmente del perdón en cuanto a uno dejar de guardarle rencor a otra persona. Pero está bueno aclararlo, porque situaciones donde hay violencia, donde hay abuso no solamente físico o sexual, sino un abuso psicológico en las relaciones y demás, que no es perdonar y volver, sino poder hacer la distinción, que no es lo mismo perdonar que reconciliarnos. No siempre la reconciliación es posible, pero siempre es bueno perdonar.

La Biblia dice que debemos perdonar, perdonar en forma incondicional y unilateral. Yo estoy obligada. Mi mandamiento es que, así como yo recibo el perdón gratuito de Dios, yo debo perdonar. También hay que trabajar el dolor que me generó la herida, que es otra cosa, pero lo debo trabajar a ese dolor. Eso es unilateral y es mi obligación perdonar. Dios dice que, si nosotros no perdonamos, no seremos perdonados si no entregados a los verdugos. Esto de ser entregado a los verdugos es lo que la ciencia está demostrando, que son los pensamientos negativos originados por todo nuestro sistema endócrino, que manda señales de alerta y de malestar a nuestro cerebro y va a condicionar a nuestro humor y nuestra salud. La Biblia dice lo que la ciencia luego, dos mil años después, afirma. Cuando yo estoy enojada con alguien y me revuelco una y otra vez en la situación, o en el dolor que me genera esa situación, o empiezo a inventarme en mi cabeza conversaciones, qué haría yo en determinada situación, mi cerebro no sabe distinguir entre la realidad que estoy viviendo a una mentira.

¿En qué sentido? Si me vienen a robar, yo me voy a asustar. Yo me voy a asustar y mi cuerpo se va a preparar para la lucha o para la huida, liberando cortisol, liberando otras hormonas para que me preparen para eso. Ahora, si es algo que a mí me pareció nada más, o era mi hijo queriéndome hacer una broma, mi cuerpo va a tener la misma respuesta. Entonces, cuando yo estoy recordando una y otra vez una situación dolorosa para mí, una afrenta, un malestar, estoy todo el tiempo a mi cuerpo liberándole esas hormonas, preparándolo para la lucha y la huida. Y es donde empieza a trabajar mi mente. Se empieza a entenebrecer. Estoy irritable, estoy molesto, no duermo bien y capaz que no me doy ni cuenta. Empieza eso a cambiar mi humor, mis relaciones con los demás. Mo queda mi enojo y mi rencor solamente con mi agresor, o a veces mi presunto agresor, porque a veces la gente no hizo nada y a mí me pareció como una percepción que tuvo una actitud hacia mí que no es cierta, que me la estoy inventando yo desde mi percepción.

Perdonar no siempre es decir que tiene razón el otro. Porque a veces somos orgullosos y no queremos perdonar para que el otro me siga debiendo la falta. Pero esa es la clave. Yo no le estoy dando la razón al otro ni le estoy diciendo que lo vuelva a hacer, ni estoy haciendo de cuenta que no pasó nada, ni estoy olvidándome así, porque sí. Yo estoy enfrentando el dolor, pero decidiendo que no me voy a ocupar de esta deuda. No me voy a ocupar de vengarme y cobrar esta deuda. De esta deuda se ocupará el Señor, que es juez justo. Yo vivo libre de estar pendiente, de busca la oportunidad de vengarme, de esos pensamientos negativos. Puedo generar relaciones y vínculos sanos con los demás, no tengo mi cabeza ocupada en esa situación, mi cuerpo es libre de todas esas toxinas que terminan enfermándome mental, emocional y físicamente.

Victoria: Yanina, vos hacés un listado de las posibles situaciones que nos pueden herir, ya sean palabras, insultos, burlas, engaño, abandono, violencia física, verbal, psicológica o sexual, manipulación, humillación, maltrato, negligencia, perjuicios, mentiras, agravios, desprecios, amenazas, injusticias, una lista que puede ser larga. ¿Es todo digno de perdón? ¿Todo se puede perdonar en esta vida? Porque tal vez hay alguien que nos escucha que tiene determinada situación que no puede perdonar. ¿Esa persona puede llegar a cambiar de parecer? ¿O hay cosas que no se pueden perdonar?

Yanina: Es que uno, lo que puede hacer es perdonar, y tiene la obligación de hacerlo frente a Dios, y la ciencia lo que dice es que es bueno perdonar. Pero hay que entender lo que significa el perdón. Perdón no es darle la razón al otro o permitirle que lo vuelva a hacer. Y tampoco es reconciliarme. Si hay una situación de abuso en la que mi integridad física o psicológica corre riesgo, yo no me puedo reconciliar con esa persona, pero sí debo perdonarla, porque yo debo sacar el collar de ahorque, o el grillete que me tiene atado a esa persona y a esa situación. Cuando yo, a esa persona que abusó de mi verbalmente, por ejemplo, o me humilló públicamente, y no me pude defender en ese momento, y me comí esa situación. Tengo dos opciones: o vivo atada con un grillete a mi talón o un collar de ahorque a mi cuello, atada a esa persona con mis pensamientos, con mi búsqueda de venganza, con el dolor que me generó eso, la vergüenza, o decido reconocer que me dolió, perdonar a esa persona, pidiéndole ayuda a Dios.

Para reconciliarse hace falta 2 personas. Entonces, yo te perdono. Ahora, si la condición que vos ponés para que yo me trate contigo es soportar tu humillación o tu maltrato, no puedo reconciliarme contigo. Para la reconciliación hacen falta 2, pero el perdón es unilateral. Yo, cada vez que he tenido la experiencia de perdonar, ha sido liberador para mí y he confirmado que lo que dice la Biblia y lo que dice la ciencia es cierto. La que sale liberada soy yo. Entonces ahí apunta la columna del perdón, porque es liberador para uno. Es un gesto de grandeza, de amor y de misericordia para uno mismo. Eso es lo que perdemos de vista. Estamos pensando tanto en nuestra venganza o en nuestro dolor, que nos olvidamos de nosotros.

Victoria: Yanina, ¿es recomendable, cuando uno quiere perdonar, que la persona que sentimos que nos agravió esté presente? ¿Qué sería lo recomendable, si es que esa persona está a nuestro alcance?

Yanina: Depende de la situación. Si se trata de una persona que abusó de mí, y está muerta, no la puedo encontrar. En esos casos hay ejercicios para hacer que los recomiendan psicólogos, estando solos o con el acompañamiento de alguien, para hablar como si estuviera esa persona y perdonar igual, porque es un acto de la voluntad, no es un sentimiento el perdón. Es una decisión. Cuando hay situaciones en las que nos damos cuenta de que la otra persona lo hizo sin querer, pero realmente nos dolió y no puedo dejar pasar la falta, uno verá la circunstancia, si da para acercarse y decirle lo que nos generó.

Y hay otras veces en las que no conviene ir a buscar al agresor. Conozco a un pastor que fue a la cárcel a visitar al homicida de su hermano, a perdonarlo. Fuertísimo. El homicida se arrepintió y conoció al Señor. Tremendo.

Victoria: Me estás haciendo acordar a un futbolista uruguayo que es creyente y fue abordado por un delincuente, que resultó ser un menor, que le disparó en las piernas. Felizmente con mucho esfuerzo y años mas tarde logró caminar, pero era una persona que estaba destinada a estar en una silla de ruedas. Y luego de todo ese proceso, volvió a visitar en la cárcel a su agresor, para tener una instancia de pedir perdón y perdonar. Que no debe ser fácil, porque te estás enfrentando a una persona que cambió tu vida pero hay algo que sobrepasa y yo creo que es Dios el que nos permite el tener esa actitud de sobrepasar ese agravio que nos han hecho y de alguna manera extender ese perdón a otros.

Yanina: Es que cuando uno comprende el perdón, el perdón incondicional de Dios, la pregunta es ¿cómo hago yo para no perdonar al otro? Porque Dios, cuando nos perdona, no nos hice que hicimos bien. No nos da la razón ni nos justifica. Pero aún así nos perdona, y podemos tener una relación con Él. Entonces, cuando uno entiende el perdón de Dios, aunque nos sigue costando perdonar, como seres humanos, debería ser más sencillo por lo menos hacer el intento. Aparte, cuando no perdonamos estamos desobedeciendo a Dios. No solamente tenemos todos los verdugos que nos avisa Dios que van a estar sobre nuestra vida, como una sombra encima nuestro, los malos pensamientos, las malas emociones, las hormonas que nos hacen enfermarnos física, mental y emocionalmente, sino que estamos pecando, estamos en falta contra Dios.

Entonces bueno, tenemos muchos motivadores para perdonar. Nadie dice que es fácil. Es terrible. Muchas veces hay situaciones muy graves y muy difíciles de perdonar, y hay veces en las que el orgullo de las personas le impide perdonar las situaciones de la vida cotidiana, y viven prisioneras de situaciones muy sencillas. Pero bueno, en situaciones graves hay que priorizar que el perdón me libera a mí. Que si vos querés experimentar la libertad, si querés soltar esas emociones negativas, si querés tener relaciones sanas, si querés tener un vínculo profundo con Dios, tenés que obedecerlo, tenés que perdonar y es bueno para vos. Aún con lo difícil que es. Y tenemos la ayuda del Espíritu Santo.

Tenemos la ayuda de Dios que, en mi experiencia personal, es real, cuando uno decide obedecer a Dios y perdonar, Dios se ocupa del resto. Muchas veces hasta la reconciliación en situaciones que son impensables. Entonces la invitación es esa, que podamos perdonar y que tengamos en cuenta que aquellos que tenemos hijos sepamos que estamos educando a nuestros hijos con el ejemplo. Y yo quiero que mis hijos sean libres. Así que bueno, que como papás veamos qué hacemos nosotros con nuestro enojo, cuando alguna situación requiere de nuestro perdón, cómo enseñamos también con la palabra, qué estamos haciendo.

Victoria: Yanina, te agradezco muchísimo esta nueva columna, seguramente te invitemos en un próximo programa, así que gracias por este tema, gracias por estar con nosotras.

Yanina: Un abrazo, muchas bendiciones. Gracias por este espacio.

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