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Autor: Wolfgang Bühne

El perseverar en la oración es la base para que el Señor pueda bendecir nuestro trabajo en Su obra. Y la oración es, también, una condición para crecer en el conocimiento espiritual, y cambia, sobre todo, a la persona que ora.


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PE2281 – Estudio Bíblico
Perseverancia, crecimiento y cambio (2ª parte)



Amigos amigos, estábamos viendo en el programa anterior que: La fuerza espiritual va siempre relacionada con la oración perseverante.

¿Qué podemos aprender de esto?
En primer lugar, que: Antes de tomar decisiones importantes deberíamos retirarnos en quietud para orar con perseverancia a fin de conocer la voluntad de Dios.

Pusimos como ejemplo al misionero Hudson Taylor, quien se encontraba en la crisis de su vida. Una seria enfermedad lo había obligado a interrumpir su obra misionera en China en 1860 y a regresar como inválido a Inglaterra.

Él había orado mucho por China en silencio, pero entonces llegó un domingo del año 1865 cuando, “en gran angustia espiritual”, salió a la playa de Brighton y entregó nuevamente su vida y la obra en China a Dios. Ese día anotó en su diario:
“Allí mismo le pedí a Dios 24 obreros, dos para cada una de las provincias que no tenían misionero, y dos para Mongolia. Escribí la petición en el margen de la Biblia que llevaba conmigo y regresé a casa, lleno de paz; una paz que hacía meses no había conocido. Tenía la seguridad de que Dios iba a bendecir su obra y que yo participaría de esa bendición…”
¡Y Dios contestó todas sus oraciones!

Su hija y su yerno que lo acompañaron muchas veces durante sus viajes por China, recordaron más tarde sus vivencias, cuando mes tras mes viajaban con él por el norte de China. Eso se hacía en carros y carretillas, y las noches las pasaban en deplorables albergues, donde a menudo sólo había un gran dormitorio para trabajadores y viajeros a la vez. Entonces, con algunas cortinas intentaban hacer un pequeño rincón separado para ellos y su padre. Ellos recuerdan:
“Y luego, después de que el sueño había producido por fin cierta medida de quietud, escuchábamos un fósforo encenderse y veíamos el parpadeo de la vela que indicaba que Hudson Taylor, aunque cansado, estaba estudiando aquella pequeña Biblia que siempre tenía a mano. El tiempo que por lo general dedicaba a la oración era de las dos a las cuatro de la madrugada, cuando podía estar más seguro de no ser molestado en su espera en Dios. El parpadeo de esa vela significaba para nosotros más que todo lo que habíamos oído y leído sobre la oración en secreto. Significaba una realidad; no era predicarlo, sino practicarlo.”

En segundo lugar, hablemos de las: Noches de oración – ¿las conocemos sólo de la Biblia y de los libros antiguos?

El ejemplo de nuestro Señor debería ser razón suficiente para grabarnos con cincel, en nuestra mente la necesidad y el valor de la oración perseverante y durante noches enteras. Cuando se trate de decisiones importantes y de gran alcance, o también de necesidades candentes, deberíamos ejercitarnos y practicar personalmente, como obreros, y también como iglesia, la oración perseverante.

Así dice Isaías 62:6 y 7: “Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no ceséis, ni le deis tregua, hasta que confirme, y hasta que ponga a Jerusalén en alabanza en la tierra”.

De Ana, la profetisa, leemos en Lucas 2:37, que “no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones”.

Es asombroso como el apóstol Pablo relata cómo ora por otros “noche y día”. Es interesante que, en contra de lo que se dice comúnmente, él menciona primero la noche, y con eso pone un énfasis en 1 Tesalonicenses 3:10: “Orando de noche y de día con grande instancia, que veamos vuestro rostro, y que cumplamos lo que falta a vuestra fe”.

Y en 2 Timoteo 1:3: “Doy gracias a Dios… de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones de noche y de día”.

Y si, además, tenemos en cuenta que está escrito, en Apocalipsis 12:10, que Satanás, como “acusador de nuestros hermanos”, “los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”, entonces no nos costará mucho reconocer la necesidad de la intercesión perseverante a favor de nuestros hermanos.

Es conmovedor leer cómo en los primeros años de la comunidad de Herrnhut se hacían vigilias “en las que debían participar todos los hombres entre 16 y 60 años”. Orando y cantando, querían representar delante del Señor a la iglesia que estaba durmiendo, “para que el maligno no tuviera poder para dañarlos.”

En el siglo pasado el Señor usó de manera especial a Bakht Singh para fundar cientos de nuevas iglesias en la India y Pakistán. Este hombre fue sobre todo un hombre de oración y de la Biblia.

La historia de su vida avergüenza y alienta a la vez: un cristiano cultivado, pero sencillo, que renunció a todas sus posesiones, a pesar de que sus padres eran muy ricos. Además, viajaba mucho como evangelista aunque tenía un defecto en el habla – pero por esta causa aprendió a confiar en Dios en toda circunstancia.

Cuando en 1938 salió para Madrás, siendo un joven evangelista, para llevar a cabo una evangelización durante tres meses, el Señor puso en su corazón orar con sus colaboradores y otros hermanos. Leemos acerca de eso: “19 noches seguidas, interrumpido sólo durante dos días”. “Todos ellos perseveraron en oración y oraban para que Dios obrara de forma poderosa. Como resultado de estas noches de oración, el Señor obró en muchas partes del sur de la India, especialmente en Madrás, donde nació la iglesia ‘Jehová-Shammah’ y otras iglesias neotestamentarias.”

Paul Marsh, cuenta cómo en los años 50 tenía el cometido de llevar a Bakht Singh de la ciudad de Lahore a la frontera cerca de Wagha. Debía recogerlo a las 7:30 de la mañana, pero halló que a esa hora todos los hermanos estaban orando. Pensando que quizás se había equivocado de hora se disculpó por llegar tarde. La respuesta fue ésta: “No te preocupes, no has llegado tarde. Acabamos de terminar nuestro culto de oración que comenzó anoche después de la reunión.”

El comentario de Paul Marsh al respecto es:
“Los hermanos habían estado orando durante unas 10 horas. Eso era típico de la persona y el carácter de Bakht Singh.”

En tercer lugar: ¡No tendremos fuerza espiritual ni autoridad en la obra, si no oramos seriamente!

La fuerza espiritual y nuestra eficacia no dependen de nuestro talento sino, sobre todo, de nuestra comunión con el Señor y nuestra vida de oración.

Ya sea que tengamos el “don de servir” o el “don de hablar”, o que aún no hayamos descubierto el don que nos ha sido concedido – sin oración perseverante no recibiremos poder espiritual ni experimentaremos eficacia.

Las experiencias del pasado y los conceptos actuales prometedores de éxito, no pueden suplir la falta de fuerza espiritual y autoridad. Recargar las baterías diariamente mediante la oración y la lectura de la Biblia es algo imprescindible para poder hacer frente a nuestras tareas en la familia, la escuela, el trabajo y en la iglesia. Nada puede sustituir los tiempos de oración prolongados y regulares.

Spurgeon escribió lo siguiente:
“Si no somos más negligentes que otros, eso no puede servirnos de consuelo; los cortos alcances de los demás no son para nosotros una excusa. ¡Cuán pocos de nosotros podemos compararnos al Sr. Joseph Alleine! Cuando Joseph Alleine disfrutaba de salud, se levantaba constantemente a las cuatro de la mañana o antes, y se sentía muy apenado cuando oía a los herreros o a otros artesanos en sus respectivos talleres, antes que él estuviese en comunión con Dios. ‘Cómo me avergüenza ese ruido. ¿No merece mi Amo más que el amo de ellos?’ Desde las cuatro hasta las ocho pasaba el tiempo en oración, en santa contemplación, y en cánticos de Salmos. A veces suspendía la rutina de sus tareas en las iglesias y dedicaba días enteros a la oración y la meditación”.

Para que no haya malos entendidos:
No se trata de que alguien ahora ponga su despertador una hora antes – estimulado por las costumbres de oración de ciertos personajes conocidos – para amonestarnos a orar. El orar hay que aprenderlo y practicarlo. ¡A orar sólo se aprende orando!

Las fuertes emociones, las movilizaciones, y los llamados a la oración, en el mejor de los casos, sólo podrán motivar a orar a corto plazo. La solicitud en la oración muy pronto desaparecerá. Es mejor comenzar dando pequeños pasos para entrenar “los músculos de la oración”, que obligarse en forma poco realista, y así terminar frustrado y resignado.

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