Personas que caminan con Dios (1ª Parte)
30 abril, 2013Personas que caminan con Dios (3ª Parte)
30 abril, 2013Personas que caminan con Dios
(2ª parte)
Autor: Wim Malgo
En este mensaje, el autor nos ayuda a descubrir ¿qué es caminar con Dios? Nos muestra que: Este ir al paso de Dios, nace de la quietud interior y de un descansar espiritual en Él. Y, también, qué cosas lo dificultan. ¡Lo maravilloso, es que descubriremos que es posible caminar con Él!
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PE1911 – Estudio Bíblico
Orando en todo tiempo (2ª Parte)
Estimados oyentes, cuando se experimenta el problema de la necesidad de aparentar algo, de hacer creer una piedad que no se corresponde con la postura interior del corazón, es porque el torrente de gracia se ha secado. Quizás usted se ha cansado en el caminar con Dios. Pero, la Escritura dice:“… caminarán, y no se fatigarán”.
Nos habíamos preguntado: ¿Qué es lo que tiene que hacer contra ese cansancio mortal en el caminar con Dios, un cansancio que pone en tela de juicio toda su vida de fe? La respuesta la encontramos en Isaías 40:31:“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”Usted ya no se cansará espiritualmente una vez que haya aprendido a esperar en el Señor. Ese esperar en el Señor encuentra su máxima expresión en una intensa vida de oración. La falta de oración y el cansancio espiritual van de la mano.
De modo que la causa más profunda de su cansancio es la infidelidad en la oración. Pero, así como es verdad que el Señor vive, también es cierto que Él cumple Su Palabra y quiere regenerar sus fuerzas agotadas. Quiere hacerle levantar con alas de águila y correr sin que se canse. Le deja caminar con Él sin que se canse; si es que usted así lo desea. ¿Por qué no comienza a ser una persona que ora? De hacerlo, podrá caminar en victoria con Dios.
Deberíamos caminar como Jesús caminó. En Jer. 10:23 dice:“Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos”.
Ya vimos algunas de razones por las que muchos hijos de Dios no logran caminar al paso de Dios. Pero, existe una razón esencial más por la cual muchos se quedan atrás. El texto arriba mencionado muestra porqué muchos creyentes son tan inestables y están desanimados: porque confían en su propia piedad y quieren tomar las decisiones para su vida por sí mismos.
Pero, la Palabra de Dios dice muy claramente que no está en poder de nadie determinar cómo camina en esta vida, ni su posibilidad de“ordenar sus pasos.”Nunca podemos decidir nosotros mismos cuál será nuestra forma de caminar, sino que tenemos que hacerlo según Sus pasos. El caminar con Dios, la vida con Dios, tienen que realizarse de una manera determinada:“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”(nos dice 1 Jn. 2:6). De modo que nuestro andar por la vida debe corresponder al de Jesucristo con Su Padre. Eso, no obstante, va en contra de nuestra voluntad, en contra de nuestra naturaleza y en contra de nuestros planes. Amistad con Dios significa enemistad con la carne.
Hay muchas personas que quieren seguir al Señor y que, para hacerlo, incluso dejan su profesión. Quieren servir al Señor a tiempo completo pero aun así andan como les parece bien a ellos mismos, y no como Jesús andaba. Pedro es un caso así. Él fue uno de los primeros en dejar su trabajo para seguir al Señor Jesús por tres años, pero, a pesar de eso, fracasó en su piedad personal. Esto lo hizo resignarse y querer regresar a su viejo trabajo. Pero el Señor lo llamó nuevamente a seguirle.
Finalmente, Pedro confesó:“Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo”(así leemos en Jn. 21:17). Fue ahí que el Señor Jesús comenzó a hablar con él sobre lo que significa seguirle a Él – sobre lo que significa caminar con Él. Y hay que recordar que cada vez que el Señor hablaba de una verdad de la salvación, la introducía con las palabras “De cierto, de cierto”. También en este caso de Jn. 21:18:“De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras”. ¡Ésa es una descripción, en pocas palabras, de lo que es caminar con Dios! Por nuestros impulsos naturales no queremos caminar así, porque todo comienza con el Gólgota.
Pero en el Gólgota, donde uno se entrega a sí mismo a Jesús y se apropia de Su muerte, allí es dónde se comienza a andar como Él anduvo. Cuando su vieja naturaleza haya sido crucificada con el Señor Jesús, recién ahí la nueva naturaleza será capaz de comenzar a andar con Dios.
La relación de vida con el Señor comienza allí, donde la vieja vida ha muerto. Dios no admite tu vieja naturaleza pecaminosa. Por eso, mandó a Jesús. Es más, ¡Él mismo estaba en Jesucristo y reconcilió al mundo consigo mismo, para que allí en el Gólgota, el lugar adonde usted no quiere ir, pudiera comenzar algo totalmente nuevo!
En la cruz termina su vieja naturaleza orgullosa, rebelde, e impura. Entiéndame bien, no va a ser mejorada, sino que su vida estará en las manos del Señor, y surgirá con ello una nueva naturaleza.“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”(nos dice Gá 2:20). Con esto, comienza el caminar con Dios. Eso es también lo que Juan quiso expresar, al escribir:“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”(1 Jn. 2:6). Con gran seriedad le pregunto: ¿Ha sido usted crucificado con Jesucristo, y ha quedado su vieja naturaleza en Su muerte? Sé muy bien que nuestra carne no quiere eso. Escuché una vez un relato sobre un hermano a quien sus hermanos cristianos le habían causado gran injusticia. Se dice que una y otra vez oraba usando esta frase: “Señor, haz que los clavos queden firmes.” Lo que quería decir con esto era: “Señor, haz que yo no me baje de la cruz, que no me imponga y que no luche por mí mismo.”
¿No es ésa justamente la victoria del Cordero de Dios? Jesús, quien tenía todo el poder y podía haberse librado con gran majestad, se quedó en la cruz. Se quedó aun cuando Lo desafiaron, gritándole: “¡Si tú eres el Cristo, bájate de la cruz!” ¿Podría haber bajado? ¡Por supuesto que sí! ¡Pero el Cordero venció! Jesús caminó con Dios hasta lo más extremo. Esto se vio reflejado en Su obediencia sin reservas hasta la muerte, y muerte de cruz.