Personas que caminan con Dios (3ª Parte)
30 abril, 2013Sea un adorador
30 abril, 2013Personas que caminan con Dios
(4ª parte)
Autor: Wim Malgo
En este mensaje, el autor nos ayuda a descubrir ¿qué es caminar con Dios? Nos muestra que: Este ir al paso de Dios, nace de la quietud interior y de un descansar espiritual en Él. Y, también, qué cosas lo dificultan. ¡Lo maravilloso, es que descubriremos que es posible caminar con Él!
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PE1913 – Estudio Bíblico
Orando en todo tiempo (4ª Parte)
¿Cómo están amigos? Decíamos al finalizar el programa anterior, que: El problema en nuestra cristiandad, es que muchos han tomado el cristianismo de sus padres, pero falta el paso personal, el caminar personal con Dios. ¡Esto, sin embargo, es indispensable! Debemos separarnos de nuestro entorno. Separarnos, en el nombre de Jesús, de toda tradición, de las ataduras de los padres y buscar llegar a Dios en forma personal. El Señor no quiere al gentío, él quiere al individuo: ¡Él lo quiere a usted! ¡El Señor, su Dios, quiere caminar con usted! Ahora, en este momento. Y Él le llama, como creyente, a una entrega muy personal. ¿Lo quiere hacer? ¡Es mi profundo anhelo que pueda avanzar ahora a la voluntad perfecta de Dios!
Esta perfecta voluntad, se describe en Efesios 5:8:“Andad como hijos de luz.”
Hay muchos hijos de hijos que andan según la buena voluntad de Dios. Andan delante de Dios como leemos en Gn. 17:1 que el Señor le dijo a Abraham: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.” Abraham obedeció al llamado de Dios, según el conocimiento y la luz que él tenía. Él andaba delante de la presencia de Dios.
Usted vive en el temor de Dios, tiene miedo del pecado o de pecar, y anda delante de Dios. Pero, le falta la comunión íntima con el Señor. Si bien, por el temor de Dios, vive de acuerdo con Su buena voluntad, el Señor desea que vaya un paso más allá y corresponda a Su voluntad agradable. No solo debe andar delante de Dios, sino en Su luz, en Él.“Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová”(leemos en Is. 2:5). Cuando andamos en la luz de Dios, ésta nos ilumina hasta lo más profundo de nuestro ser.
Muchas personas andan delante de Dios pero no quieren avanzar, no quieren entrar en Su luz aparentemente inaccesible, porque tienen miedo de hacerlo. Ésa es la tragedia más grande de nuestro tiempo:“La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”(nos dice Jn. 1:5). Es por eso que muchos hijos de Dios se quedan en la periferia. Viven en la presencia de Dios, delante de Él, según Su buena voluntad, pero no según Su voluntad agradable. Recién cuando usted avance un paso más y camine en la luz del Señor, el poder de la sangre de Jesucristo tendrá un efecto más profundo en su vida. Porque, como dice 1 Jn. 1:7:“… si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. ¡La luz juzga, la sangre del Cordero purifica!
¿Quiere sacar a la luz lo escondido, el pecado oculto? Solo así puede avanzar a la voluntad perfecta de Dios. Enoc llevaba una vida perfecta. Las Escrituras dicen, en Gá. 5:16:“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Eso es un gran misterio. Caminar con Dios – la vida en el Espíritu – significa separarnos de la carne pecaminosa. Quien ha dado el segundo paso hacia la luz, ése ha llegado al Gólgota. Elyode esa persona es crucificado con Jesucristo, de modo que la persona ha sido separada de su voluntad propia y sirve al Señor en el Espíritu. Anda en el Espíritu, es decir, aprende a corresponder a la voluntad perfecta de Dios al ya no reaccionar en forma emocional y humana, sino hacer lo que es divino. Andar en el Espíritu, tiene como consecuencia la obtención de la victoria sobre el pecado.
Debemos dirigir nuestra atención no solo al andar bueno y agradable, sino al andar perfecto con Dios. ¿Por qué? Porque este andar perfecto con Dios lleva al arrebatamiento, a la gloria (como en el caso de Enoc). Por eso, andemos con Dios como Enoc, haciendo la voluntad perfecta de Dios. Quizás, ahora, usted diga: ¡no puedo hacerlo!. No soy Enoc. En ese caso, le quiero responder: Enoc era un ser humano como nosotros. ¿Cuál era, entonces, su secreto, para poder andar tan persistentemente con Dios por tres siglos, y además, según las Escrituras, entre una generación perversa? Creo que su nombre nos da la clave. Enoc significa consagración, sacrificio. Ése era su secreto.
El secreto de un caminar perfecto con Dios es un sacrificio voluntario y totalmente entregado al Señor, como lo hizo Jesús. El caminar perfecto con Dios era una necesidad para Enoc, porque él era una figura apocalíptica.
Ese andar perfecto – esa vida en el Espíritu – también es necesaria para usted y para mí, porque somos personas que vivimos en el tiempo final. Justamente, en vista de la fusión de los espíritus anticristianos en la tierra, hoy tenemos que caminar incondicionalmente con el Señor, andando como hijos de Dios en la luz, para que seamos arrebatados antes del juicio. Pablo dice en 1 Ts. 5:5:“Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”.
Caminar con Dios, es un andar que se opone a la vieja naturaleza. La cruz garantiza la liberación de la condenación. El Señor Jesús dice en Jn. 5:24:“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Quien no quiere hacer la voluntad perfecta de Dios, quien no viene a la luz, ya está en la condenación, como está escrito en Jn. 3:19:“Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. Un hijo de luz anda con Dios en la luz. Por eso, para finalizar, pregunto: ¿Anda usted en la luz, o será que todavía hay ciertas áreas de su vida que están en tinieblas? Si hasta ahora no ha andado al paso de Dios, ¿no quiere venir ahora a la luz? ¿No quiere comenzar ahora una vida en el Espíritu para que – quién sabe cuán pronto – sea arrebatado en un momento para estar con Él?
¡El Señor le bendiga, y le convierta a usted en una persona que anda con Dios!