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Autor: Samuel Rindlisbacher

La cortina de cuatro colores que se podía apreciar solamente estando adentro del Tabernáculo nos muestra varias facetas del Ministerio y de la persona de Cristo. ¡Cuán importante conocer así al Señor para vivir un cristianismo equilibrado!


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PE2893- Estudio Bíblico
Profecía en el Tabernáculo (8ª parte)



Vimos en el programa pasado la última de las cuatro cubiertas que cubría el tabernáculo. Era la de más abajo, la que se podía contemplar estando adentro del tabernáculo. Vimos como la cubierta de cuatro colores nos muestra cuatro aspectos de la vida del Señor Jesucristo que también se ven reflejados en los cuatro evangelios.

Mateo nos muestra a Jesús como el Rey. El color púrpura era el color de los vestidos de los reyes. De esa manera tanto el Evangelio según Mateo como el rojo púrpura en el tabernáculo revelan a Jesucristo como el Rey.

Marcos nos muestra a Jesús como el siervo de Dios, a quien no le importunó ceñirse el delantal y hacer el trabajo de esclavo, llegando finalmente a ofrecer Su propia vida en la cruz del Gólgota, donde derramó su sangre carmesí por ti y por mí. Así tanto Marcos como el color carmesí nos hablan del Siervo Sufriente.

El médico Lucas nos muestra a Jesús como el Hombre Perfecto. Nuestro Señor conoció el cansancio, la tristeza, el gozo y el dolor, lloró en la tumba de su amigo, se alegró con los invitados de una boda y se cansó al punto de dormirse en una barca que se hundía Jesucristo es el hombre perfecto, sin pecado. Como el escritor de la carta a los Hebreos nos lo dice de manera sublime:

 «no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado». Así tanto el evangelio de Lucas como el color blanco en el tabernáculo nos hablan de la pureza del Hombre perfecto.

Y finalmente el discípulo amado, Juan nos muestra al Señor Jesucristo como el Dios eterno: el que fue, es y será por la eternidad. De su origen celestial nos habla el azul del tabernáculo.

Él mismo Jesús dice: «Yo soy el pan vivo que descendió del cielo» –es decir, el que satisface el hambre por la vida,

«Yo soy la luz del mundo» –el que ilumina las tinieblas del pecado.  

«Yo soy la puerta» –el que conduce a la vida eterna.

«Yo soy el buen Pastor» –el que sabe lo que necesitan sus ovejas.

«Yo soy el camino» –el que nos conduce hacia la meta.

«Yo soy la verdad» –el que nos hace libres.

«Yo soy la vida» –el que lo contiene todo

«Yo soy la vid verdadera» –solo unida a Él, tenemos también vida en nosotros y podemos llevar mucho fruto.

La cuarta cubierta con sus cuatro colores nos comunica, de forma profética, lo mismo que más adelante dirían tan elocuentemente los cuatro evangelios. Los cuatro colores se encontraban entretejidos, de modo que no era posible separarlos.

De la misma manera es imposible quitar ninguna de las características del Señor Jesús sin desfigurar la imagen que la Biblia nos trasmite de Él.

La Biblia testifica que Jesucristo es el Rey de reyes. Además, es verdadero hombre, lleno de compasión, misericordia, comprensión, clemencia. Y al mismo tiempo sigue siendo Dios.

Muchos tienen una imagen distorsionada de Dios porque miran tan solo un lado de la Persona de Cristo. Este mismo error fue el que cometió Judas, viendo a Jesucristo como un héroe popular o un prócer. La multitud del pueblo veía en Cristo un rey que alimentaba a los más necesitados y Pilato vio en Él un buen hombre, mientras que los magos de Oriente adoraron a Jesús como el rey de los judíos.

Hoy se piensa que Cristo es el fundador de una religión, un moralista o pacifista –al menos son alabados estos aspectos de Su humanidad–.

Queda la pregunta: ¿cómo ves tú a Cristo?

En aquel entonces muchos de Sus discípulos quedaron confundidos, porque el Señor parecía no cumplir con sus expectativas. Cuando descubrieron que Jesús no iba a asumir el papel que ellos habían ideado para él, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.  Y leemos en Juan 6:67 que entonces Jesús dijo a los doce discípulos: «¿Acaso también ustedes quieren irse?». Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

En la cubierta de cuatro colores había figuras angelicales hábilmente bordadas conforme al mandato de Dios: «Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa».

En primera Pedro 1:12 vemos que aun los ángeles de Dios se asombran ante el milagro de nuestra redención. En el versículo 10 leemos: «Incluso los profetas quisieron saber más cuando profetizaron acerca de esta salvación inmerecida que estaba preparada para ustedes» Y luego en versículo 12 dice: «Todo es tan maravilloso que aun los ángeles observan con gran expectación cómo suceden estas cosas.»

Incluso para los ángeles resulta incomprensible que el Dios eterno, santo y puro, el Creador de toda vida, pague con Su propia vida la deuda del hombre pecador. El Creador efectúa la expiación de la criatura. Ni el ser humano ni los ángeles son capaces de comprender este milagro. Pero, algo hacen los ángeles: se asombran y adoran al Señor.

Miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: «El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza».

 Apocalipsis 5:11-12.

Si aprendiéramos a ver a Jesucristo como realmente es, si aprendiéramos a verlo tal como nos es revelado en la Biblia, nuestra vida sería enriquecida. ¿Cuántos, hablando de Jesús, se refieren a un «Diosito querido» consentidor, resultando en una religión permisiva y sentimental?

Otros, en cambio, predican “la santidad de Dios” y se vuelven legalistas y duros. Algunos hablan de un Dios distanciado e inaccesible, y otros al hablar de Cristo ven solamente su humanidad. Para ellos solo fue un buen hombre que fundó una religión. Pero, ninguna de estas miradas es capaz de redimirnos o de mostrarnos cómo Dios puede permanecer justo cuando justifica al pecador.

El hecho de cómo vemos a Cristo resulta crucial, pues Él dice:

Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» Y entonces les declararé: «Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad».

Muchos afirman conocer a Jesús: hablan, predican e incluso pueden hacer milagros en Su nombre. Sin embargo, están lejos del Cristo de la Biblia. Mateo, Marcos, Lucas y Juan forman una unidad en Jesucristo, al igual que las cuatro cubiertas del tabernáculo con sus cuatro colores.

Él es Señor y Rey y reclama que entregues toda tu vida y que la pongas bajo Su gobierno.

Él es el Siervo sufriente que pagó por tu pecado en la cruz del Calvario.

Es el Hombre perfecto, así como Dios quiso que sea el hombre.

Él es el Dios eterno, el cual es digno de que dobles tus rodillas ante Él Piensa en Cristo de manera bíblica y haz las correcciones necesarias en tu andar diario.

Un último pensamiento respecto a la cubierta de cuatro colores, la que en realidad se componía de dos partes de cinco cortinas cada una, unidas en el medio por cincuenta corchetes de oro, de modo que terminaba transformándose en una gran cubierta.

El Dios eterno se hizo hombre sin dejar de ser Dios.

Jesús es 100% Dios y a la vez 100% hombre. Y «fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado». En Jesucristola gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.

El oro de los corchetes habla de la justicia, la pureza y la santidad que se nos ha dado por gracia. Con Cristo, no podemos desear más nada.

Con Él hemos llegado a destino y ya podemos entrar a nuestro reposo.

El Señor nos invita con Sus brazos abiertos a acercarnos a Él para regalarnos de Su justicia, santidad y pureza. ¡Qué gran privilegio!

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