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Título:  Protegidos en el valle oscuro

Autor: Marcel Malgo   PE1419

Cuando el Buen Pastor, el Señor Jesús, está con los Suyos, ellos tienen todo lo que necesitan – ya sea en las „alturas del monte Tabor” o en el „valle de sombra de muerte”.


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Estimados amigos, ¡qué gusto estar nuevamente con ustedes para continuar estudiando el Salmo 23 y desenterrar las preciosas verdades que en él se encuentran y que Dios quiere enseñarnos! „Protegidos en el Valle Oscuro“, ése es el título del mensaje de hoy. Cuando el Buen Pastor, el Señor Jesús, está con los Suyos, ellos tienen todo lo que necesitan – ya sea en las „alturas del monte Tabor” o en el „valle de sombra de muerte”. Pero, comencemos leyendo las palabras del versículo 4 del Salmo: „Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…”.

¿Por qué no tienen que temer mal alguno, aunque anden en el valle de sombra de muerte, las personas que, mediante el nuevo nacimiento, pertenecen al Señor Jesús? Porque el Buen Pastor está con ellos, y Su presencia les da consuelo.

Pero, preguntémonos: ¿Qué es el „valle de sombra de muerte”?

Pues es un hecho que, a veces, los hijos de Dios tienen que andar por el „valle de sombra de muerte”. En el Salmo 34:19 el salmista dice: „Muchas son las aflicciones del justo…”, pero en el Salmo 94:19  confiesa: „En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”. Los creyentes neotestamentarios eran absolutamente concientes del hecho de que los hijos de Dios tienen que sufrir. Hechos 14:21 y 22 nos dice: “Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, (Pablo y Bernabé) volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Por encargo de Pablo, Timoteo incluso tuvo que exhortar a los cristianos en Tesalónica a que no tambalearan en su fe cuando pasaran por aflicciones, sabiendo que estaban puestos para caminar por este „valle oscuro”, esto lo leemos en 1 Ts. 3:3: „… porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos”. No es que de vez en cuando les sobrevengan, por casualidad, algunos sufrimientos a los hijos de Dios. ¡No! Sino que detrás de ellos está el Plan del Eterno, que ha puesto a Sus hijos para esto. La carta a los romanos, en el cap. 8, vers. 17,  nos explica por qué esto es así (aunque no es la única razón) cuando dice: „Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él…”. Los sufrimientos del cristiano tienen que ver con su herencia: Ya que somos „herederos de Dios y coherederos con Cristo”, no estamos libres de sufrimientos. Este profundo misterio no lo podemos explicar de una manera satisfactoria con nuestra razón humana. Pero tampoco debemos querer explicar todo lo que tiene que ver con nuestro gran Dios. Es mejor que aceptemos Su actuar en nuestra vida, aunque no lo comprendamos: ¡Él no comete ningún error! Quizás actualmente te encuentres en un camino difícil, pero si aceptas este sufrimiento, si lo tomas como de la mano de Dios, será más fácil poder sobrellevarlo.

Veamos ahora algo del consuelo en medio del sufrimiento.

Los cristianos renacidos no solamente tienen que sufrir mucho, sino que en el sufrimiento experimentan una y otra vez la mano auxiliadora del Todopoderoso. El sufrimiento por causa de Dios esconde grandes bendiciones, como ya lo experimentaron y lo testificaron los creyentes del Antiguo Pacto, por ejemplo en el Sal. 34:20: „Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”. Y en el Sal. 94:19 que dice: „En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”. Y también el Nuevo Testamento habla claramente de esto, por ejemplo en 2 Corintios 1:5: „Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.” Y Romanos 8:17 nos enseña que los cristianos renacidos son llamados a sufrir, pero luego también a ser glorificados, cuando dice: „Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” Justamente este versículo, nos revela que el sufrimiento por causa de Cristo trae grandes bendiciones espirituales. Por eso, todos los que se dejan guiar por el Buen Pastor no necesitan temer ningún mal, aun cuando tengan que caminar por el valle de sombra de muerte.

Si como hijo de Dios tienes que caminar por el valle oscuro, no necesitas pedir con pánico al Señor que venga a estar a tu lado – pues Él ya está contigo, también en la tristeza y en el sufrimiento: „Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…” Dondequiera que un hijo de Dios se encuentre, ya sea en las alturas del monte Tabor o en el desierto espiritual – el Señor Jesús siempre está con él. Así lo dice el salmista en el Sal. 139:15 y 16, (lo leo de la versión de la Bíblia de las Américas): „No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos”. Cuando andamos por el „valle de sombra de muerte”, lo importante es que estemos completamente concientes de la presencia del Buen Pastor, pues ¡a Su lado no tenemos que temer ningún mal! Reitero: Cuando nos encontramos en tal situación, no tenemos que orar que Él venga hacia nosotros, sino luchar en oración para que seamos completamente concientes de Su presencia y podamos gozarnos en ella. Pues, basados en Juan 10:28 y 29, sabemos que nadie nos puede arrebatar de la mano de Jesús, ni de la mano del Padre celestial. Nosotros Le honramos cuando adoptamos esta actitud de confianza en las seguras promesas de Dios en medio del valle de sombra de muerte.

Lo maravilloso y consolador es que el Señor Jesús no solamente se queda un momento con los Suyos y luego se va, sino que está constantemente con ellos, tal como Él mismo lo dijo en Mt. 28:20: „He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. El significado de las palabras: „hasta el fin del mundo”, es el de perfección, de final definitivo, según la anotación en una Biblia de estudio. Quiere decir que el Buen Pastor está siempre y en cualquier situación con los que Él ha comprado por el alto precio de Su sangre derramada en la cruz del Gólgota. Aférrate a esta verdad inquebrantable. Esto te ayudará cuando tengas que pasar por el valle oscuro, pues contarás con la continua presencia del Señor Jesús en tu vida.

A veces cantamos: „Bajo Sus alas habito seguro,…

…en densa noche y en cruel tempestad; confiar yo puedo, pues sé que Él me guarda; me ha rescatado su inmensa bondad.” Es fácil cantar este himno en la congregación, en presencia de otros creyentes, cuando uno se siente emocionado por la alabanza. Pero luego, cuando estamos luchando con los problemas de la vida diaria y nos toca pasar por el valle oscuro, nos olvidamos fácilmente de la presencia del Señor y del hecho que Él nos guía, aunque no lo sintamos. Seguramente conoces el sentimiento de sentirte abandonado por Dios y por los seres humanos. También el salmista lo conocía y oró fervientemente: „Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre” (ésta es la oración que podemos leer en el Sal. 44:23). ¿Será que a veces el Señor duerme? ¡De ninguna manera! Sino que está escrito en Sal. 121:4: „He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”. El Buen Pastor siempre está presente y nos cuida, aunque no lo notemos ni lo sintamos. Lo que dijo el Señor a Josué, y que encontramos en el cap. 1, vers. 5 de su libro, tiene validez también para cada hijo de Dios: „Estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”.

Quiera Dios que esto pueda ser una certeza en la vida de cada uno de nosotros. Seguiremos meditando en esta maravillosa verdad en el próximo programa. Hasta entonces y que Dios les bendiga!

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