Redes Sociales – ¿Huyendo de la soledad en la soledad? (3ª parte)

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Autor: André Beitze

¿Por qué será que las redes sociales han tenido tanta aceptación en el mundo de hoy? ¿No será que estamos huyendo de la soledad en la soledad? ¡Es trágico! Pero, muchos se refugian en la soledad, para no tener que mostrar quiénes son en realidad.


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PE2317 – Estudio Bíblico
Redes Sociales – ¿Huyendo de la soledad en la soledad? (3ª parte)



¿Cómo están amigos? Nos habíamos preguntado: ¿Quién tiene el control, el dominio, de nuestra vida? ¿Las redes sociales acaso? Efesios 5:18 nos exhorta: “Sed pues llenos del Espíritu Santo”. Un cristiano que se somete a la guía del Espíritu Santo que mora en él, se coloca bajo su influencia o control.

Al estar bajo la influencia del Espíritu Santo también seremos capaces de controlar nuestra presencia en las redes sociales, de acuerdo con la voluntad del Señor – con equilibrio – o tal vez ni siquiera estaremos presentes.

Y si lo estamos, nos reconocerán como cristianos renacidos, y sabrán que Jesucristo mora en nuestras vidas. No aparentaremos ser algo que en realidad no somos, tal como Pablo lo dice en Romanos 12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”

Al estar llenos del Espíritu Santo no estaremos denigrando, ni marginando a nadie. En la carta a los Filipenses 2:3 y 4 leemos: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” Si nos dejamos dominar por el Espíritu del Señor seremos capaces para hacer esto. Estaremos mirando por el bien de los demás, no estaremos hablando mal de ellos.

¿Cómo son nuestros mensajes? Edificantes,
destructivos, o distractivos?

Porque Pablo también exhorta en Efesios 4:29: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Y lo mismo es aplicable a las redes sociales. Tenga siempre en mente que lo que vaya a publicar o decir sea para edificación y no para destrucción. Regresando al ejemplo del compañero de mis hijos que los estaba molestando, eso eran como dardos encendidos del diablo. Claro que este jovencito no tiene al Señor Jesús en su corazón, pero si nosotros decimos ser cristianos debemos ser reconocidos como tales, también por medio de nuestra manera de expresarnos.

Debemos recordar que estamos viviendo en un mundo corrupto, sin escrúpulos, tal como lo menciona el salmista, en el versículo 4, del Salmo 57: “Mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas; sus dientes son lanzas y saetas, y su lengua espada aguda”. Su manera de expresarse es hiriente y destructora. Sin embargo, no debemos imitar al mundo, así nos exhorta Romanos 12:2: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar”. Debemos expresar y demostrar con nuestra manera de vivir que somos diferentes a los demás. Ellos lo notarán inmediatamente. Recuerdo que en mi tiempo de estudiante un compañero de mi clase le dijo a otro: “¡Pregúntale a Beitze, porque en él se puede confiar; lo que dice es verdad!” Este compañero, por la convivencia que había tenido conmigo, dio ese testimonio refiriéndose a mi persona, sin que yo hubiera hecho mayor cosa. ¿Reconocen los demás que somos seguidores de la verdad? ¿Pueden los demás confiar en lo que decimos?

Debemos actuar con: Honestidad

Si somos de la verdad, entonces tampoco estaremos haciendo trampas en los exámenes, copiando o dando copia, porque debemos ser íntegros. Tal vez el profesor o los demás compañeros no se den cuenta, pero al Señor no se le escapa nada. Él nos conoce, nos ve y lo registra todo. En 2 Corintios 4:2, dice: “Más bien, hemos renunciado a todo lo vergonzoso que se hace a escondidas; no actuamos con engaño ni torcemos la palabra de Dios. Al contrario, mediante la clara exposición de la verdad, nos recomendamos a toda conciencia humana en la presencia de Dios”.

No debemos actuar con: Indecencia

Pues, si somos de la verdad, tampoco estaremos publicando cosas indecentes que hacen pecar a los que las leen o ven. Así leemos en Efesios 5:2 al 4: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias”. La Nueva Tradución Viviente lo expresa de esta manera: “Que no haya ninguna inmoralidad sexual, impureza ni avaricia entre ustedes. Tales pecados no tienen lugar en el pueblo de Dios. Los cuentos obscenos, las conversaciones necias y los chistes groseros no son para ustedes. En cambio, que haya una actitud de agradecimiento a Dios”. Si realmente el Espíritu Santo mora en nosotros, entonces esas cosas no deberían tener lugar en nuestras vidas. Tal vez usted lo tome muy a la ligera, pero el día en que estemos delante del trono del Señor Jesús, seremos juzgados según lo que la Biblia nos prescribe, y no según lo que el mundo en nuestros días dice que está bien o está mal. Dios es un Dios celoso y no se rebaja a nuestro nivel. Sí, Él es misericordioso con cada uno de nosotros. Si no fuera así, ya nadie viviría sobre esta tierra. Pero no por eso debemos provocarlo a ira para que tenga que corregirnos. Si amamos a Dios, a nuestro Salvador Jesucristo, buscaremos hacer lo que Le agrada y no Lo estaremos ofendiendo en la cara.

Ahora preguntémonos: ¿No será que estamos huyendo de la
soledad en la soledad?

¿Por qué razón Facebook y las demás redes sociales han tenido tanta aceptación en el mundo de hoy?

En cierta manera las personas pueden expresarse “libremente” por este medio. Tienen sus amistades, por cierto “virtuales,” que las hacen sentir bien. Están buscando algún reconocimiento al tener un cierto número de seguidores. Pero, muchas veces, el problema más profundo es su soledad.

Alguien dijo una vez respecto de Facebook: “Acerca los que están lejos y aleja los que están cerca.” A veces lo observamos: Varios jóvenes están sentados juntos, cada uno con su aparatito enviándose entre ellos mensajitos, en vez de dialogar abiertamente. Para mí es algo incoherente. ¿Hay algo que no puedan decir abiertamente? Si están sentados juntos, ¿por qué no se hablan normalmente?

Sherry Turkle, quien escribió el libro “Solo juntos” (“Alone together”), con el subtítulo “¿Por qué esperamos más de la tecnología y menos los unos de los otros?”, escribe:
(Si el libro no estuviera ya publicado en español, yo traduciría el título así: “Solitarios juntos”)

“El sentimiento de que ‘nadie me está escuchando,’ hace que queramos pasar tiempo con máquinas que dan la impresión que les importamos.” Ésta es nuestra realidad. Por eso tanta gente ha caído en las trampas de los enamoramientos falsos, engaños y extorsiones por medio de las redes sociales.

A través del aparato, solo muestro lo que quiero, solo aparece la fachada, pero no lo que está detrás de la misma. En cambio, en una relación normal entre personas, por lo general no hay que estar mucho tiempo juntos para que, poco a poco, vayan apareciendo los lados fuertes y débiles que cada uno tiene.

Muchos se refugian en la soledad para no tener que mostrar quiénes son en realidad. Prefieren vivir de apariencias y no hacer un juego limpio. Pero, de esa manera se aíslan cada vez más.

Otra cita de ese libro:
“Estamos solitarios, pero le tememos a la intimidad. Y desde nuestras redes sociales hasta los robots sociables, estamos diseñando tecnologías que nos darán la ilusión de compañía sin las exigencias de la amistad.”

El principal problema aquí es el Yo. Por un lado, uno solo quiere decir quién es y qué tiene; y por otro lado, está escondiendo su verdadera personalidad, el lado oscuro de uno mismo.

En otras palabras: Se está entronizando el Yo. Todo gira alrededor de nosotros mismos. Somos el centro de nuestra propia vida. “Sólo importo yo y otra vez yo”, como lo dice la frase en inglés “I and me and myself.” Allí no cabe otra cosa. Por eso, hoy en día, para muchos jóvenes es difícil establecer una relación sana y perdurable. Porque si cada uno solo busca su propio provecho, incluso de una supuesta amistad, está alimentando a su propio Yo. Y cuando éste tiene o debe hacer una concesión, es decir, negar su propia voluntad, muchas veces viene la ruptura, porque cada cual quiere que se haga su propia voluntad, sin ceder a favor del otro: Uno no está dispuesto a hacer sacrificios por el otro. ¡Mis exigencias son las que tienen que satisfacerse!

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