Sea lleno del Espíritu

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Sea lleno del Espíritu 
(1ª parte)

Autor: William MacDonald

    La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.


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PE1850 – Estudio Bíblico
Sea lleno del Espíritu



¡Hola amigos! Como ya se dijo el título del mensaje de hoy es: “Sea lleno del Espíritu”. Está basado en Efesios 5:18, donde claramente se exhorta esto a todos los hijos de Dios. Para muchos, el estar lleno del Espíritu Santo es un tema vago y místico, que no conlleva una idea clara y distintiva. A eso debemos agregar el hecho de que existe mucha enseñanza errónea en esta área, o sea en lo que concierne al Espíritu, y entonces no causará sorpresa que los cristianos estén confundidos.

En primer lugar, la llenura debe distinguirse de otros ministerios del Espíritu. El estar lleno no es lo mismo que:

La morada del Espíritu.Esto significa que la tercera persona de la Trinidad vive realmente en el cuerpo de cada creyente. Nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo. Tampoco es lo mismo que:

El bautismo del Espíritu.El bautismo es la obra del Espíritu que coloca a una persona en el cuerpo de Cristo en el momento en el que cree. Con eso se convierte en un miembro de la iglesia universal. Tampoco es lo mismo que:

El sello del Espíritu. Un sello es una marca de posesión y seguridad. Dios el Espíritu marca al creyente como alguien que pertenece al Señor y lo mantiene a salvo para Él. No es lo mismo tampoco que:

Las arras del Espíritu.Esto habla de un pago o garantía. Algunos lo comparan a un anillo de compromiso. El hecho de que uno tenga el Espíritu le asegura que un día recibirá la herencia completa. Y no es lo mismo tampoco que:

La unción del Espíritu. En el Antiguo Testamento, los reyes y sacerdotes eran ungidos con aceite como un rito inaugural. De igual forma el Espíritu es nuestra unción como sacerdotes reales. La unción tiene un significado adicional en 1 Juan 2:27. El ministerio de enseñanza del Espíritu nos permite distinguir entre la verdad y el error.

Todos estos ministerios del Espíritu se llevan a cabo en el momento en que la persona se salva. Son automáticos. No requieren cooperación alguna por parte del nuevo creyente. No existen condiciones a cumplir. Son experiencias de una vez y para siempre.

Pero, la llenura del Espíritu es diferente. En realidad existen dos clases de llenura en el Nuevo Testamento.

En primer lugar, existe la llenura sobrenatural del creyente para una obra especial. Así, por ejemplo, leemos en Lc. 1:15, que Juan el Bautista fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. De esta forma Dios lo preparó para ser el predecesor del Mesías. Posiblemente, así es como se utiliza la palabra en el libro de Hechos. Por lo tanto, los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo en preparación para la venida del Espíritu en Pentecostés (de lo cual leemos en Hechos 2:4). Pedro, fue lleno para ser equipado con un mensaje convincente ante los gobernadores y el pueblo (como vemos en Hechos 4:8). Pedro y Juan fueron llenos para que pudieran hablar con poder y valentía la Palabra de Dios (así está escrito en Hechos 4:31). Saulo fue lleno para poder predicar a Cristo en Damasco (lo leemos en Hechos 9:17 y  22). Más adelante, Saulo fue lleno para poder denunciar a Elimas, el mago (Hechos 13:9). Por lo menos algunas de estas llenuras fueron temporales, y no hubo condiciones por parte de los receptores.

Por otro lado, existe la llenura que tiene condiciones para que pueda llevarse a cabo. Esto es lo que vemos en Efesios 5:18. No es algo por lo que uno ora; es un mandamiento a ser obedecido. El lenguaje original del Nuevo Testamento dice claramente que su significado es “ser continuamente lleno”. Es un proceso continuo. No una meta. No se trata de una experiencia emocional sino en una vida consistente de santidad.

Pablo escribió:“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; sino sed llenos con el Espíritu”.Pero, ¿por qué menciona algo tan maligno como la borrachera para hablar de la llenura del Espíritu? Probablemente debido a que existen algunas similitudes y algunas destacadas diferencias.

En primer lugar, hablemos de las similitudes. En ambos casos la persona está bajo un control externo. En la borrachera, está bajo el control del alcohol, lo cual algunas veces es llamado “los espíritus del alcohol”. En el otro caso, significa que está bajo el control del Espíritu Santo. En ambos casos se puede decir quién lo controla al observar la forma en que la persona camina. El alcoholizado camina a los tumbos. La persona llena del Espíritu Santo camina apartado del pecado y del mundo. En ambos casos, también, se puede detectar por la forma en que la persona habla. El hablar del alcohólico es distorsionado y profano. El hablar del creyente exalta a Cristo y es de edificación.

Eso en cuanto a las similitudes, pero: También existen dos diferencias. Quien está alcoholizado pierde el dominio propio. Quien está lleno del Espíritu no pierde dominio en absoluto. Con la borrachera existe una menor resistencia. Con la llenura del Espíritu la resistencia se intensifica.

Quisiera citar, en este momento, las incisivas palabras de James Stewart: “Es pecaminoso emborracharse con vino, pero es un pecado aún mayor no ser lleno del Espíritu”.

Como ya hemos mencionado, la llenura del Espíritu conlleva una vida de santidad.
Lo podemos ver en las diferentes características de los siguientes pasajes:
Es el carácter de todo ciudadano del cielo (Mt. 5:1 al 16).
Es la vida que permanece (Jn. 15:1 al 17).
Es la vida de amor (1 Co. 13).
Es la armadura del creyente (Ef. 6:10 al 20). Y:
Es la vida del carácter cristiano (2 P. 1:5 al 11).

He aquí algunas cosas esenciales para ser llenos del Espíritu: Confiese y apártese del pecado tan pronto como sea consciente del mismo (esto lo vemos en 1 Jn. 1:9; y en Pr. 28:13).

Sométase al control del Señor momento a momento (como se exhorta en Rom. 12:1 y 2).

Satúrese de la Palabra de Dios (de la cual habla Jn. 17:17). No puede estar lleno con el Espíritu a menos que la Palabra more en usted abundantemente (como se menciona en Col. 3:16).

Pase mucho tiempo en oración y adoración (así somos exhortados en Ro. 8:26; y en 2 Co. 3:18). Mantenga una comunión cristiana cercana. Evite enredarse en los asuntos del mundo (esto se menciona en He. 10:25; 2 Tim. 2:4).

Manténgase ocupado para el Señor (como recomienda Ecl. 9:10).

Diga un rotundo no a los apetitos de la carne (1 Cr. 9:27). Responda a las tentaciones pecaminosas como lo haría un muerto (como leemos en Ro. 6:11). En el momento de enfrentar una tentación difícil invoque al Señor (Pr. 18:10). Tome acciones radicales para evitar cualquier pecado (como sugiere Mt. 18:8). Es preferible huir antes que caer (como nos dice 2 Tim. 2:22). Aquel que lucha y sale corriendo vive para volver a luchar en otro momento. Controle sus pensamientos (Pr. 23:7; y Fil. 4:8 nos hablan de esto).
Tenga una vida Cristocéntrica, no egocéntrica (Jn. 16:14).
Haga su obra creyendo que el Espíritu está en control.

Preguntémonos ahora: ¿Cómo es ser lleno del Espíritu?

La mayor parte del día probablemente será como de costumbre, rutinaria, con las arduas tareas mundanas. Ocasionalmente habrá algunos puntos altos. Pero, usted habrá de notar que suceden cosas que normalmente no sucederían. Será consciente que el Señor está obrando en y a través suyo. Su vida brillará con lo sobrenatural y, cuando alcance otras vidas, algo sucederá para Dios.

También habrá poder (como leemos en Lc. 24:49; y en Hechos 1:8); valentía (Hechos 4:13, 29 y 31); gozo (Hechos 13:52); alabanza (Lc. 1:67 al 75; y Ef. 5:19 y 20); y sumisión (Ef. 5:21).

Por último: Una advertencia final. Una persona que está llena, nunca dice estarlo. El ministerio del Espíritu exalta a Cristo, no al creyente. Alardear, como si ya lo hubiéramos alcanzado, es caer en el orgullo.

 

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