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Autor: Norbert Lieth

Pocos días antes de su muerte, Jesús habló a sus discípulos en el Monte de los Olivos. Este sermón contiene las más importantes declaraciones proféticas de la Biblia, que nos ayudan a ordenar cronológicamente los hechos futuros y nos desafían a alcanzar con el Evangelio a los que están afuera.


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PE2477- Estudio Bíblico
Señales de Su Venida (23ª parte)


 


Amigos, quisiera comenzar el programa de hoy analizando el llamado “juicio sobre los cabritos” que hallamos en el capítulo 25 de Mateo. Del verso 41 al 46 de dicho capítulo leemos: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

El Dios justo juzga a los “cabritos” utilizando el mismo criterio que empleó con las “ovejas”. Los “cabritos” han menospreciado a Jesús y, por consecuencia, también a Sus hermanos, los judíos. No han creído en Jesús y, por eso, tampoco han ayudado a Su pueblo. En lugar de eso, se han dejado involucrar en el programa del Anticristo y han perseguido, denunciado, y entregado a la muerte, a judíos y a creyentes. Cuando el Señor Jesús los reprende, no solo dice que no vinieron a visitarlo, sino que también omite la frase “no vinisteis a mí”. Eso significa que nunca tuvieron una verdadera relación con Él.

En Judas 14-15 leemos: “De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él”. Y el Salmo 83:3-6 dice: “Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas, Moab y los agarenos”.

Personas como estas serán excluidas del Reino e irán a la perdición eterna. Se habrán creído muy inteligentes y superiores, pero al final quedará de manifiesto que no han sido ni más ni menos que engañadas por Satanás (Apocalipsis 20:8-10).

Ahora, amigos, a la luz de todo esto que estamos estudiando, ¿cómo es posible que algunas iglesias e instituciones cristianas manifiesten sentimientos hostiles frente a Israel? Porque falta la relación viva con Jesucristo; son representantes de un mero cristianismo nominal. Consideran las cosas únicamente con su razón entenebrecida por el pecado. Pero la verdad no la tiene el razonamiento humanista, sino la Palabra de Dios, la cual es la verdad. Debido a una equivocada interpretación de las Escrituras, se ha marcado a fuego a los judíos, los han perseguido, odiado, excluido de la sociedad, bautizado obligatoriamente, culpado de catástrofes y asesinado. Y las sociedades no se han dado cuenta de que las catástrofes justamente ocurrían por el trato que se les daba a los judíos. Al darles la razón a los enemigos de los judíos, se hicieron enemigos de Dios.

Por eso, amigo, existen muchos ejemplos históricos de que la maldición y la bendición dependen de la actitud frente a Israel.

Los destinos de los más grandes imperios mundiales fueron determinados por su actitud frente a Israel. Pensemos en Egipto, bajo el Faraón (Exodo 14:23-28); Asiria, bajo el rey Senaquerib (2 Reyes 19:35-37); Babilonia (Isaías 47:6ss.; Daniel 5:23ss.); Roma (70 d. C); España en el siglo XVI; Rusia en el siglo XIX, bajo los Zares; Gran Bretaña en el siglo XX, y la Alemania nazi en los años del Holocausto. Una época de antijudaísmo en Estados Unidos desembocó en 1929 en un gran colapso bancario, crisis económica mundial y desocupación masiva.

Quisiera compartir con ustedes lo que escribió el autor cristiano G. L. Carigiet, para subrayar los ejemplos ya nombrados. Dice así: “El pueblo de Dios–Israel o los judíos–también es llamado “la niña de Su ojo”, y quien la toca, sin lugar a dudas traerá el juicio divino sobre sí. Europa lo tuvo que experimentar dolorosamente: Estados, Imperios y dinastías que habían existido a lo largo de los siglos, sucumbieron en menos de dos generaciones. La marca común de aquellos Imperios caídos era el ‘antijudaísmo’; en España en el siglo XVI, en el resto de Europa en los siglos XIX y XX. El antisemitismo fue especialmente fuerte en Rusia, luego también en Francia y en Polonia.

En Alemania, la discriminación y persecución culminaron en un genocidio sistemático. (…) Inglaterra, que había acogido a los judíos y luchó contra el diabólico régimen alemán, traicionó a los israelíes en Palestina, cuando estos quisieron fundar su Estado, aprovisionando a los árabes con armamento pesado. (…) El hundimiento del Imperio británico ya no se podía detener. Europa, un pequeño continente que gobernaba al mundo, sucumbió en pocas décadas, volviéndose políticamente insignificante. Por otro lado, Estados Unidos comenzó su ascenso, convirtiéndose en el único Imperio mundial en la actualidad”. Interesante, ¿no, le parece?

Ahora, yendo al texto bíblico de Génesis 31, nos encontramos que cuando Labán (legítimamente enojado por el engaño y la huida de su yerno) perseguía a Jacob (Israel), Dios vino a él y le dijo: “Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente” (Gn. 31:24). En la conversación con Jacob, Labán le dijo: “Poder hay en mi mano para haceros mal; mas el Dios de tu padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente” (v. 29). Llama la atención que Labán no habló de: “mi Dios”, sino que dijo: “el Dios de tu padre”. Por un lado, a Labán le estaba prohibido tocar a Jacob, es decir, a Israel. Por otro lado, tenía conocimiento de que el Señor lo había bendecido gracias a Jacob: “Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa” (Gn. 30:27).

Luego nos encontramos también con la problemática relación con Egipto. La Biblia, por un lado, habla de un futuro juicio sobre Egipto (Isaías 19:1ss.; Zacarías 14:18-19). Parece que Dios tendrá que juzgar a Egipto por haber oprimido, engañado y perseguido a Israel y porque en el futuro lo volverá a hacer. Por otro lado, en el mismo capítulo de Isaías, la Biblia nos habla de futuras bendiciones para Egipto y de su redención (Isaías 19:19ss.), probablemente porque los egipcios recibieron a José, porque fue allí donde nació el pueblo judío como nación y, porque más tarde, también, dieron refugio al Señor Jesús (Mateo 2:13-15). Parece que la bendición de Jacob, traerá frutos para Egipto.

Es bueno recordar que el Faraón de aquel entonces, le dijo a José: “La tierra de Egipto delante de ti está; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén”. Y luego el texto bíblico agrega: “También José introdujo a Jacob su padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón… Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de la presencia de Faraón” (Gn. 47:6-7,10).

Amigos, ¿acaso Israel no es un pueblo que ha estado cautivo por más de dos mil años? ¿No nos tendríamos que haber preocupado más por él, especialmente por aquellos que creen en Jesús como su Mesías? El Señor, dice: “Estuve en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mt. 25:36). Muchos cristianos nunca visitaron a los “hermanos más pequeños” de Jesús cuando estos estuvieron en la “cárcel”. Engañados por el “dios de este siglo”, hasta se han puesto del lado de los que están en contra de Israel. A Israel se le ha despojado de las promesas bíblicas, los judíos fueron encarcelados y aislados. ¿Por qué? Porque muchos, entre los que se dicen cristianos, nunca vinieron a Jesús para permanecer junto a Él. Pero Jesús lo dejo muy claro en Mateo 25:46. Dijo: “Irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

La raíz de la Iglesia de Cristo es el judaísmo (Romanos 11:17ss.). A él le debe su existencia, pues el pueblo judío nos ha traído a Cristo. De no existir Israel, tampoco habría Iglesia. El plan y la estrategia de salvación de Dios, fue crear al pueblo judío para que, a partir de él, surgiera la Iglesia. No por nada dijo el Señor Jesús: “la salvación viene de los judíos” (Jn. 4:22), y el texto de Romanos agrega: “de los cuales, según la carne, vino Cristo” (Rom. 9:5).

Si hay cristianos que están en contra de Israel, deberían ser conscientes de que, con esta actitud, están menospreciando sus propias raíces. Por eso, nosotros, que fuimos injertados en el tronco formado por los patriarcas de Israel, tomemos a pecho las palabras de Romanos 11:18: “No te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti” (comp. también Romanos 15:27).


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