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Autor: Norbert Lieth

Pocos días antes de su muerte, Jesús habló a sus discípulos en el Monte de los Olivos. Este sermón contiene las más importantes declaraciones proféticas de la Biblia, que nos ayudan a ordenar cronológicamente los hechos futuros y nos desafían a alcanzar con el Evangelio a los que están afuera.


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PE2456- Estudio Bíblico
Señales de Su Venida (2º parte)



Amigos, quisiera comenzar el programa de hoy preguntándonos a quién se dirigen los capítulos 24 y 25 de Mateo. Es necesario constatar que fueron pronunciados, en primer lugar, para el pueblo judío, y no para la Iglesia. Varias razones nos hacen pensar esto. En primer lugar queda claro que el contexto se enfoca en Israel, cuando leemos en el capítulo 23: “¡Jerusalén, Jerusalén…vuestra casa (el Templo) os es dejada desierta… desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene…” (Mt. 23:37-39).

Asimismo, en aquel entonces, la Iglesia seguía siendo aún un misterio, por lo tanto no podía ser objeto de las afirmaciones del Señor en Mateo 24. Nació recién en Pentecostés y fue revelada más tarde por el apóstol Pablo. Por lo tanto, tampoco se habla aquí del arrebatamiento, sino del regreso de Jesús para su pueblo Israel con poder y gran gloria, después de la Gran Tribulación (Mateo 24:29-31). El Señor recién habló del arrebatamiento inmediatamente antes de Getsemaní (véase Juan 14:1 ss.). Hasta ese instante, los discípulos, como judíos, únicamente tenían conocimiento del futuro y maravilloso Reino Mesiánico (comp. p.ej. Lucas 17:22-37).

También sabemos con certeza que los discípulos a los que se dirigía el Señor eran judíos. En mi opinión, representan proféticamente al remanente creyente de la Gran Tribulación. Vemos también que el mensaje del Señor en el Monte de los Olivos es un adelanto profético de cómo será la situación de los judíos inmediatamente antes del regreso de Jesús. De igual manera, los falsos profetas o cristos que se mencionan en el capítulo 24 de Mateo, son peligrosos especialmente para Israel. La Iglesia es llamada a cuidarse, más bien, de los falsos maestros, los falsos apóstoles y los falsos evangelistas, y a probar los espíritus (2 Corintios 11:13; 2 Pedro 2:1; Gálatas 1:6-9; 1 Juan 4:1). Por eso, del falso profeta se dice que subirá “de la tierra” (Ap. 13:11), lo que alude a Israel, mientras que del Anticristo, leemos que subirá “del mar” (Ap. 13:1), lo que es una imagen de las naciones.

Otra razón de por qué Mateo 24 y 25 se dirigen al pueblo judío es que los que son hijos de Dios, por haber nacido de nuevo a través del Espíritu Santo y por pertenecer al Nuevo Pacto y con esto a la Iglesia, seguramente no podrán dejarse engañar como lo describen algunos versículos. No es la Iglesia la que debe temer a un falso cristo o mesías que se levantará sigilosamente, sino Israel. Los judíos esperan a un Mesías terrenal para su restauración, y ya muchas veces fueron engañados al respecto, por ejemplo, por el Rabí de Lubavitch, Menajem Mendel Schneerson, fallecido en el año 1994. Cuando ya estaba muriendo, centenares de sus adeptos comenzaron a bailar y a cantar: “¡Viva nuestro señor, nuestro maestro y rabí, el rey-mesías!”.

El Señor Jesús, predijo lo siguiente respecto al falso mesías que vendrá: “Si otro viniere en su propio nombre, a ese recibiréis” (Jn. 5:43). Sin embargo, de Su propio regreso profetizó así: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mt. 24:27). Su aparición será visible para todo el mundo.

Por otro lado, la “abominación desoladora” (Mateo 24:15) se refiere sin ninguna duda a la tierra judía, al Templo judío y a los sacrificios judíos. Ya el profeta Daniel escribió acerca de este acontecimiento en su libro, y cuando el ángel Gabriel explicó a Daniel el significado de las 70 semanas, no habló de la Iglesia, sino que le dijo que habían sido decretadas “sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad” (Dn. 9:24). Otro motivo es la expresión “mas el que persevere hasta el fin…” (Mt. 24:13), que indica que se habla aquí de todo el período de la Gran Tribulación hasta su fin. Por lo tanto, esto no se puede referir a la Iglesia, pues esta ciertamente no tendrá que perseverar hasta “el fin” de la tribulación, ya que será arrebatada antes.

También están las palabras “entonces los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mateo 24:16) que hablan por sí solas: aquí solamente se trata del país judío, pues en ningún lugar del Nuevo Testamento se exhorta a la Iglesia de Jesús a que huya a los montes. Lo mismo ocurre con la declaración acerca del “shabat”, del día de reposo (versículo 20), el cual es una parte esencial del judaísmo y no tiene nada que ver con el cristianismo. Por último, la parábola de la “higuera” (v. 32), es una imagen de la nación judía, y cuando el Señor habla de “esta generación” (v. 34), también se refiere a Israel.

Ahora, la siguiente pregunta que usted podría hacerse, de acuerdo a lo que recién hemos conversado, es cuál es entonces el tiempo al que se refiere el Señor en Mateo 24. La respuesta es una consecuencia lógica de la respuesta que dimos a la primera pregunta de para quiénes era el mensaje del Señor. Si sabemos que el Señor habla de Israel, también sabemos de qué tiempo se trata. Es el tiempo en el que Dios volverá a actuar públicamente con Israel, llevando al pueblo del pacto a la “consumación de este siglo (v. 3), que culminará con el regreso del Mesías y el establecimiento de Su Reino.

En las profecías bíblicas observamos muchas veces un doble o triple cumplimiento: uno preliminar, uno parcial, y uno principal. Pensemos, por ejemplo, en la primera venida de Cristo, Pentecostés con la venida del Espíritu Santo y la Segunda Venida de Cristo. El tiempo del cual habla Mateo 24 corresponde a la 70ª semana del profeta Daniel, descrita en Daniel 9; no se refiere al transcurso del siglo, sino a la consumación del mismo. Y la señal de la consumación del siglo será la última de las setenta semanas de Daniel, la Gran Tribulación, o como se le llama en Jeremías 30:7, el “tiempo de angustia para Jacob”. Todas las señales que el Señor Jesús detalla en Mateo 24, que culminarán finalmente en Su regreso visible (Mt. 24:30), son mencionadas paralelamente en Apocalipsis, capítulos 6 al 19. En el momento de su cumplimiento, la Iglesia de Cristo ya habrá sido arrebatada, ya que será guardada “de la hora de la prueba (Ap. 3:10).

Veamos a continuación el paralelismo que existe entre los elementos mencionados en Mateo 24 y los sellos de Apocalipsis 6: la seducción viene a ser el primer sello; las guerras, el segundo sello; el hambre, el tercer sello; las pestes. El cuarto sello; la persecución, el quinto sello; la anarquía y desmoronamiento de todo orden, el sexto sello; y la Gran Tribulación, el séptimo sello. En resumidas cuentas, se nos ofrece la siguiente imagen: la primera mitad de la Tribulación está descrita en Mateo 24:4-14, y corresponde a los primeros seis sellos de Apocalipsis 6. La Gran Tribulación, la encontramos en Mateo 24:15-28, y corresponde a las siete trompetas de juicio de Apocalipsis 8:2 y a las siete copas de ira de Apocalipsis 16:1. El final de la Tribulación, con la venida de Cristo, es registrado en Mateo 24:29-33 y en Apocalipsis 19.

A partir de Mateo 24:15, el tema es la segunda mitad de la 70ª semana del profeta Daniel, la cual corresponde a la segunda mitad del tiempo de tribulación de siete años: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces…” (v. 15). La profecía de la “abominación desoladora” tuvo su cumplimiento parcial con la destrucción del Templo en el año 70 después de Cristo. Pero, en realidad, se refiere a un pasaje del libro de Daniel que claramente habla del tiempo final.

Se encuentra en Daniel 12 y leemos así: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro… Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará… y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas… pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin… Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días” (Dn. 12:1,4,9,11).

La “abominación desoladora” de la cual Dios le habló a Daniel, tuvo su cumplimiento preliminar unos 150 años antes de Cristo, con el gobierno de Antíoco Epífanes. Fue predicha en Daniel 11:31, donde leemos “y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora”. Antíoco prohibió el servicio de sacrificios judíos en el Templo, y en lugar de eso instaló allí una estatua del dios Zeus y sacrificó un cerdo sobre el altar. Luego, la “abominación desoladora” tuvo un cumplimiento parcial, en el año 70 después de Cristo, cuando los romanos destruyeron el Templo, como recién mencionamos.

Sin embargo, la “abominación desoladora”, de la cual habla el Señor Jesús en Mateo 24:15, será efectuada recién por el Anticristo y encontrará su cumplimiento principal en la mitad de los últimos siete años antes del regreso de Cristo, como lo leímos en Daniel 12. Este último pasaje habla claramente del “tiempo del fin”, de una “angustia, cual nunca fue”, y dice que “será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo” (tres años y medio). Podemos comparar este pasaje con Apocalipsis 13, que habla de las dos bestias que subirán del mar y de la tierra, y con 2 Tesalonicenses 2:4, que nos presenta al “hombre de pecado, el hijo de perdición”, que se sentará “en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. De esta “angustia, cual nunca fue” habla el Señor Jesús en Mateo 24:21: “Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (comp. también Jer. 30:7 y Ap. 16:18).

Amigo, le invito a continuar con este estudio en el próximo encuentro.


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