¿Todas las personas irán finalmente al cielo?

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Autor: Samuel Rindlisbacher

Finalmente ¿todas personas irán al Cielo? ¿Se puede conciliar la doctrina de la perdición eterna del ser humano con el carácter de Dios? Estas son preguntas que escuchamos con frecuencia y que sostienen la doctrina de la “salvación universal”. ¿Cómo podemos responder a ellas con un correcto fundamento bíblico?


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PE2632 – Estudio Bíblico
¿Todas las personas irán finalmente al cielo?


 


Amigo, hoy quisiera conversar con usted sobre una pregunta que escucho una y otra vez: “¿Todas las personas irán finalmente al cielo?”. Existe desde hace mucho tiempo una enseñanza que responde “sí” a esa pregunta. La doctrina de la salvación universal (así se llama esta enseñanza) está recibiendo cada vez más aceptación en el cristianismo. Pero, ¿es legítima esa doctrina? ¿Deberíamos considerarla como una seria alternativa a nuestro concepto tradicional de la eternidad? Debemos ver que existen diversas variantes de la salvación universal; algunas se remiten más a la Biblia que otras. Pero una cosa parece unir a todos los que creen en una salvación universal, y es el concepto de que, en el fin de todas las cosas, cuando Dios sea “todo en todos”, Él también habrá reconciliado todo y a todos consigo mismo. En otras palabras, al final ya no existirán personas perdidas ni ángeles caídos, sino que todas las criaturas serán salvadas a través de Jesucristo, incluso aquellos que Lo han rechazado.

Quisiera explicarle por qué deberíamos rechazar decididamente esta idea de la salvación universal, en base al contexto general de la Biblia. Por más atractiva que esta idea pueda ser humanamente hablando, no es más que una filosofía y especulación cristiana que deja de lado la Palabra revelada por Dios. Pablo advierte en Colosenses 2:8: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Y en 2 Corintios 10:5 enfatiza: “Derribamos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. En todo esto, la Biblia incluso llega al punto de decir que todo pensamiento humano que no se somete incondicionalmente a la Palabra de Dios es incapaz de reconocer a Dios y a Su verdad, porque el pensamiento humano está entenebrecido por el pecado. Romanos 1:21 afirma que, “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”.

Solamente la Palabra de Dios puede ser la respuesta a nuestras interrogantes, y aún más con respecto a la eternidad. Y cuando en ciertas preguntas la Biblia no nos da una respuesta clara, entonces nuestra interpretación no debe ir más allá de lo que ella nos da a conocer. Si aún así lo hacemos, entonces será pura especulación y puede llegar a terminar en una doctrina falsa. Lamentablemente, los argumentos de los que sostienen la creencia de la salvación universal demuestran que dejan de lado la Palabra de Dios. Si bien utilizan las afirmaciones de Dios, las sacan de contexto. Un versículo muy estimado por ellos es 1 Corintios 15:22: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. Sin embargo, la Biblia misma define claramente a quién se refiere con “todos”. En el siguiente versículo, Pablo limita “todos” claramente a “los que son de Cristo” (1 Co. 15:23). La resurrección a la vida eterna concierne solamente a aquellos que han sido salvos a través de su fe en Jesucristo y de Su obra redentora. En Hebreos 11:6 leemos claramente que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

Aun así, amigo, quienes sostienen esta creencia de la salvación universal, también se basan 1 Corintios 15:28 para sostener su posición: “Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”. Ellos ven en este versículo un indicio de la idea de que en la eternidad no pueden existir dos grupos diferentes (un grupo de los eternamente salvos y otro de los eternamente perdidos). Pero nuevamente ellos toman al texto fuera de contexto, porque este verso ni siquiera trata la salvación individual, sino del dominio universal de Dios. Es el cumplimiento de la oración de Jesús de Mateo 6:10: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. El hecho de que en la eternidad sí habrá dos grupos diferentes, lo afirma Jesucristo mismo en Mateo 25:31-46 donde leemos del Juicio sobre las Naciones, y termina con unos que van al castigo eterno y otros a la vida eterna

Otro texto bíblico que siempre es utilizado para defender la creencia equivocada de la salvación universal, es Colosenses 1:19-20: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. “¡Pero si aquí dice con claridad que finalmente todos y cada uno será reconciliado con Cristo!”, argumentan algunos. Sin embargo, amigo, si usted sigue leyendo las palabras del apóstol Pablo, verá que esa reconciliación de todas las cosas, para nosotros los humanos, está asociada a la condición de la fe en este mundo: “si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído”, leemos luego en el versículo 23 de Colosenses.

Por otra parte, es necesario comprender que cuando en Filipenses 2:10 y 11 leemos que “toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor”, no significa que eso será una expresión de fe sino de la victoria de Jesucristo. El sometimiento no es igual a la reconciliación, sino que corresponde a la rendición incondicional de un enemigo bajo el vencedor. No obstante, surge una interrogante emocional bastante comprensible: “¿Realmente se puede conciliar la doctrina de la perdición eterna del ser humano con el carácter de Dios?”. Después de todo, 1 Juan 4:7 y 8 enseñan claramente que Él es amor. Dios es amor, de eso no cabe duda, amigo. Pero esta verdad no puede ser separada del carácter completo de Dios. La Biblia no enseña que Él también es perfecta justicia (Salmo 116:5), perfecta luz (1 Juan 1:5), y eterna santidad (Apocalipsis 4:8). De ningún modo debemos utilizar un atributo de Dios y oponerlo a otro; más bien debemos dejar las que las Escrituras hablen por sí mismas. Por esta razón, también debemos desechar la idea de que el infierno es un lugar de purificación, como opinan algunos de los que creen en la salvación universal. Que el “infierno” sea un lugar de arrepentimiento, purificación y conversión, contradice claramente el relato del Señor Jesús en Lucas 16:20-31, donde el rico fallecido no podía cruzar el abismo que separaba su estado de perdición del paraíso.

Amigo, quisiera ahora que sinteticemos todos estos pensamientos en un último punto: a los representantes de la creencia de la salvación universal les gusta enfatizar que las “eternidades” de las que habla la Biblia no expresan períodos de tiempo infinitos, sino que se trata de períodos de tiempo limitados. Si bien en principio es cierto que “eterno” en la Biblia no necesariamente tiene que expresar una duración infinita, también aquí otra vez es válido el consejo de cuidar el contexto. Jesucristo dice: “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”. Esto quiere decir que, para Jesucristo, tanto el castigo eterno como la vida eterna son de la misma duración. Entonces, el hecho de que el castigo eterno pueda ser limitado y la vida eterna no, conceptualmente no tiene lógica. Lo mismo también señala Pablo en Romanos 2:6-10; existen solo dos destinos, “ira y enojo” o “vida eterna”. La Biblia no conoce un camino intermedio; Juan 3:36 expresa claramente que “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.

Debemos comprender, amigo, que la salvación universal es una doctrina falsa, ya que cuestiona la autoridad de la Palabra de Dios y piensa conocer mejor el carácter de Dios que Jesucristo y los apóstoles. Por más duras que parezcan nuestras palabras, en importante mantenernos fieles a aquello que Jesús mismo enseñó, pues como leemos en Juan 14:21, “el que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”.

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