Una abuela involucrada en la vida diaria de sus nietos

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María Acosta, una abuela, nos cuenta sobre su experiencia en ayudar en la crianza de sus dos nietos. Comparte con nosotros lo que hace por ellos, y cómo encuentra un equilibrio entre cumplir su rol de abuela y no sobrepasarse a las funciones de madre. Nos da consejos en cuanto al trato con los nietos: Orar sin cesar, acompañarlos, y descansar en el Señor.


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EA784 – Entre Amigas –
Una abuela involucrada en la vida diaria de sus nietos



Entrevista a Maria Acosta

Victoria: Estamos en Entre Amigas y ha legado el tiempo de la entrevista. En esta serie que estamos teniendo sobre la familia y los distintos roles de la mujer dentro de la familia, hoy nos acompaña una amiga más que se suma a tantas otras más que han compartido en Entre Amigas. Estamos con María Acosta, muchas gracias, María, por estar con nosotras. Sos abuela, ¿verdad?

María: Soy abuela, sí. Muchas gracias por esta invitación.

Victoria: Bueno María, contanos cómo es esto, cómo comenzó esto de ser abuela en tu vida. ¿Cuántos nietos tenés?

María: Tengo dos: Paula, de 15 años, y Sebastián de 12. Paula está en el liceo y Sebastián comienza el liceo este año. Cuando mi hija me dio la noticia de que estaba embarazada para mí fue una alegría porque previamente había perdido un embarazo.

Victoria: Hace un ratito me contabas que también había sido un tiempo de cambios en tu vida, especialmente en lo laboral, y que todo coincidió para que pudieras comenzar a tener esta relación con Paula.

María: Sí, yo trabajaba en una empresa donde hacía serigrafia y era encargada. En ese tiempo acordamos que me pagaran el despido, nació Paula y así empecé a cuidarla.

Victoria: ¿Cuál es la diferencia? Los abuelos siempre hablan de que es un amor distinto al que tienen por los hijos. ¿Podés describirlo?

María: Es diferente, se vive desde otro lado. Más allá de que yo los cuidara, se vive de otra forma. Sigue siendo una responsabilidad cuidarlos y enseñarles, pero es de afuera. La mamá es tu hija y tenés que respetar los roles. No tenés que mandar, no tenés que imponer nada, simplemente es la satisfacción de cuidarla y guiarla por el mejor camino.

Victoria: Y con respecto al cariño, muchas veces se escucha que algunos hijos se quejan porque a ellos no los dejaban hacer determinadas cosas y a los nietos sí. ¿Es verdad eso?

María: Bueno, yo no se si tanto. Algo puede ser, pero cuando cuidás a tus nietos también tenás que enseñarles. Yo los he puesto en penitencia, he hecho cosas que quizás otras abuelas no hacen.

Victoria: ¿Tenés alguna anécdota que nos puedas contar? Alguna de esas cosas que recordás como mojones, que te haya quedado en la memoria de Paula y de Sebastián. Quizás algún momento que pasaron contigo.

María: Ay, sí. Ahora que decís eso se me viene a la memoria que Paula no se dormía si no se le cantaba. Había que ponerle música para dormirla y hamacarla en los brazos. Y cada vez que escucho una canción de Rubén Rada me emociona, porque eran esos momentos de acurrucarla y cantarle la canción, hasta hoy. El otro día la senté en la falda y le puse la canción, la acurruqué y le dije: ¿A qué te hace acordar esto? Y se empezó a sonreír y me dijo: Cuando me hacías dormir. Para mí eso fue emocionante.

Victoria: Son conexiones que tal vez con leer un cuento, cantar una canción, o algún mimo que le hayas hecho, quedan marcadas, tanto para vos, como para ella.

María: Sí, totalmente.

Victoria: María, ¿cómo es el día a día con tus nietos? ¿Cómo comenzó esto de cuidarlos?

María: Bueno, nació Paula y a los tres años nació Sebastián. Yo iba temprano, estaba ahí a las 5:30 am, antes de que mi hija se fuera a trabajar. Los aprontaba para ir al jardín, para las actividades, les hacía la comida, y así sucesivamente. Hoy Paula está en cuarto de liceo, y el día a día es así. Llego, les apronto el desayuno, los preparo para irse, les preparo las viandas, las meriendas, hago los mandados, y preparo la comida para que cuando llegaran tuvieran pronta la comida, les doy de comer, espero a que viniera mi hija y me voy. Entre las 12:30 y las 13:30 llegaba mi hija, y me iba para casa o para algún trabajo.

Victoria: ¿Cómo fue acompañarlos en momentos tormentosos o complicados? ¿Cómo es el tema de esa fortaleza que tenés que mostrar cuando quizás te están sucediendo cosas a ti también?

María: Sí, exactamente. Yo creo en Dios, creo en las promesas de Dios, y creo que uno tiene que orar por la tercera y cuarta generación. Yo, puede ser que hoy vea tormentas, que vea cosas, pero pienso que Dios tiene un plan para cada uno, y que yo se los entrego a Él. Desde chiquitos yo les leía la Palabra y compartíamos juntos. Pero por más de que hoy yo puedo ver la tormenta, sé que mañana va a salir el arcoíris. Uno tiene que estar fuerte, creer en Dios y bueno, apoyar desde mi lugar. No avasallar ni querer imponer nada. Yo soy abuela, la madre es la que cumple el papel de madre, y yo hago todo lo posible dentro de lo que yo puedo hacer, pero trato de no influenciar en mi hija. Hubo un momento en el que yo me di cuenta de que yo podía influenciar más de lo debido, y gracias a Dios, abrí los ojos a eso y dije: No, yo tengo que llegar hasta acá, y no más.

Victoria: Una de las cosas que hablábamos hace unos minutos era que a medida que vas viviendo, vas aprendiendo, y que nadie te enseña cómo ser mamá ni cómo ser abuela. Podés tener una guía de parte de Dios, o podés tener gente que haya pasado por lo mismo que te pueda acompañar, pero uno tiene que vivirlo por uno mismo.

También había otra cosa de la que estuvimos hablando, que era sobre ser la abuela que disfruta, o la abuela que ayuda a criar. A vos te tocó ser la abuela que ayuda a criar. Contanos un poco de eso.

María: Bueno, los niños dicen que yo soy la abuela de todo el año. No es que la otra abuela no los ve, sino que yo soy la que les impongo, la que les digo: esto sí y esto no, y la otra abuela es la que los disfruta, que sale en las vacaciones con ellos, que comparte otro tiempo. Yo me pongo a pensar, y me encantaría poder disfrutarlos como ella, pero sé que mi rol fue otro, y lo tuve que cumplir. Yo los disfruto todos los días desde otro punto, y el amor está. Sé que la fe que yo tengo en el mañana para ellos, y el ejemplo que les he tratado de dar, es una semilla.

Victoria: El día a día que pudiste compartir con ellos.

María: Exacto, todos los días.

Victoria: Puede marcar tanto como unas vacaciones, todos nos acordamos de unas vacaciones con nuestros abuelos, y uno aprende cosas, pero en el día al día está el tema de los valores, de ver cómo resolvés los problemas, cosas muy importantes también.

María: Sí, totalmente. Cosas como preparar el desayuno todas las mañanas, hacerles la merienda, ese tipo de cosas no se borran. Yo creo que quedan para siempre. Por eso te decía que la semilla está plantadita.

Victoria: La época que estamos viviendo hoy, quizás no es la misma que la época en la que te tocó criar a tu hija. Las cosas que estás viviendo con tus nietos son diferentes. Quizás te gustaría que no pasaran algunas cosas, o que vivieran protegidos. ¿Qué nos podés decir de eso?

María: Sí, totalmente. Yo la verdad es que he sido bendecida con mi hija porque no existía todo lo que hoy hay. Los niños están viviendo de una manera muy apresurada, y para mí, hoy, está todo muy caótico.

Victoria: También reciben mucha información de muchos lados.

María: Si, y que a veces ni sabés cómo manejar, porque ellos son criados en la casa, pero después salen, y afuera uno no sabe con lo que se encuentran. Pero bueno, hay que ser sabio, hay que tratar de conversar, de estar con ellos. Yo les hago preguntas y a veces no les gusta, pero yo les pregunto, les digo que tengan cuidado con determinadas cosas, porque son cosas del día a día que pueden pasar. Ellos piensan que no les va a pasar nada, pero uno tiene que guiarlos, porque para eso estamos.

Victoria: Y ser un apoyo en ese sentido también, en este caso, para tu hija. El reafirmar las cosas que ella les está enseñando, las cosas que les está inculcando, o sobre las cuales les está advirtiendo.

María: Sí, que ellos vean que estamos en el mismo sentir, no es que uno piensa de una manera y el otro de otra.

Victoria: Qué importante que es eso, ¿no? Porque tantas veces se reciben mensajes confusos, por ejemplo, papá dice una cosa y mamá dice otra, y en ellos se van quedando en esa incertidumbre. Qué importante que es, que ellos tengan principios o consejos firmes. Habías comentado que hay un pasaje de la Biblia que te había ayudado y que también te inspira para lo que hacés con tus nietos.

María: Sí, es el Salmo 78:5-6, que dice: “Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus descendientes, para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos.” Y poner nuestra confianza en Dios. Yo oro por ellos, oro por la cuarta y quinta generación, puedo ver que tal vez ellos están pasando por una etapa que yo no viví con mi hija, pero yo se los entrego a Dios y oro por ellos y por esos hijos que van a tener. Yo confío, puede ser que hoy no vea los resultados, pero sé que esto es pasajero y que Dios no es un Dios que miente, así que oro y los entrego en sus manos. Eso es lo que tenemos que hacer los abuelos.

Victoria: Y descansar después de haber orado, porque hay cosas que no está a tu alcance solucionarlas.

María: Sí, totalmente, hay cosas que no podemos controlar. Ellos tienen que vivir, pasar etapas, pero nosotros tenemos que estar ahí, es una de las cosas más importantes. Si tengo que darle un consejo a una abuela es eso: Orar sin cesar, sin desfallecer. Orar y acompañar. Descansar en el Señor, entregarlo todo a sus pies, y creer que Dios va a hacer la obra.

Victoria: Muchas gracias, María, por compartir esto con nosotras, ha sido un gusto. Amigas, nos vemos en el próximo programa con un nuevo Entre Amigas.

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