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Ruth Orellana nos cuenta su historia de cómo conoció a su esposo y qué cosas Dios fue cambiando en ella hasta llegar a ese momento. Nos da consejos para ser sabios al momento de tomar una decisión tan importante como lo es el matrimonio, y también nos cuenta su testimonio de servicio y luchas como hija de misioneros. Te invitamos a que conozcas más de su vida.


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EA771 – Entre Amigas –
Una historia de amor



Entrevista a Ruth Orellana

Sonja: Muy bien queridas amigas, llegó el momento de la entrevista, y como siempre, tenemos algo especial preparado. Esta vez me encuentro en Zurich, en una conferencia de Llamada de Medianoche internacional en Suiza. Acá conmigo tengo a una muchacha de nombre Ruth Orellana, que es de Guatemala. Ruth, bienvenida a la entrevista de Entre Amigas.

Ruth: Muchas gracias, Sonja, es un privilegio para mí que me hayas elegido entre la multitud para una entrevista.

Sonja: Sí, te tengo en la mira desde Uruguay, y voy a contarle a la audiencia por qué. Yo conozco a Ruth desde que era una muchacha chiquita con dos trenzas, bien obediente a sus padres, y la conocí en Brasil. Ella nació en Brasil, pero sus padres son alemanes y viven en Guatemala. Contanos, Ruth, ¿Por qué viven en Guatemala?

Ruth: Bueno, cuando yo tenía 16 años, a mis padres les informaron que los iban a mover de lugar. De Uruguay los enviaron a Guatemala para seguir con la misión de Llamada de Medianoche en Guatemala, porque los pasajes aéreos eran muy caros, así que decidieron abrir una sede allí. Llegué un día antes de mi cumpleaños de 17 años.

Sonja: Así que acompañaste a tus padres, y fue un cambio tremendo, ¿no?

Ruth: Fue un cambio impresionante. Nosotros estábamos acostumbrados a una vida en Uruguay con amigos, conocidos, estábamos muy unidos a mucha gente en Uruguay, y de repente estábamos solos en la capital de Guatemala. Como justo era fin de año no había muchas posibilidades de hospedaje, así que nos recibió una familia que mi papá había conocido. Vivimos tres semanas juntos los 5 en un cuarto.

Sonja: ¿Quiénes eran los 5?

Ruth: Mi papá, mi mamá, mi hermano mayor y mi hermana menor.

Sonja: Y tienes otro hermano, ¿verdad?

Ruth: Sí, pero mi otro hermano se quedó en ese tiempo en Uruguay porque estaba a la mitad de su carrera universitaria. Entonces nos fuimos los 5 a vivir con una familia muy “chapina” como les dicen a los guatemaltecos. Fue un cambio tremendo.

Sonja: Sí, claro, hay costumbres muy diferentes entre el sur y Centroamérica.

Ruth: Costumbres, comida muy distinta, todo el ambiente en Guatemala era muy diferente.

Sonja: Ruth, ¿qué edad tienes?

Ruth: Tengo 45 años.

Sonja: 45 años, y estás casada con un hombre guatemalteco, ¿verdad? Contanos esa historia de amor, por favor.

Ruth: Bueno, mis padres, por ser muy alemanes, siempre quisieron que yo me casara con un alemán, especialmente mi mamá. Yo también oraba por eso cuando estaba en Guatemala, porque era tan diferente a los guatemaltecos, que no sabía cómo podríamos llevarnos bien, un guatemalteco y una media alemana. Yo le decía al Señor que tendría que ser un alemán, o, en todo caso, un europeo. Y había una vocecita interior cada vez que hacía esa oración, que decía: ¿Y si Dios te tiene un latino como esposo? Pero yo pensaba que no podía ser, porque éramos demasiado diferentes. Entonces, esa vocecita siguió y siguió por como medio año. Hasta que al final dije: Bueno, Señor, definitivamente tu sabes lo que a mi me conviene. Si tu crees que es mejor para mí un latino, está bien, voy a aceptarlo. Solo encárgate tu de que nos podamos llevar bien.

Sonja: Me gusta mucho lo que dijiste, Ruth, y lo quiero resaltar, que, con todas las dudas, el cuidado de los padres, tomaste la decisión más importante. Lo pusiste en las manos de Dios, y confiaste en Él y en su camino.

El tema de con quién casarse, cómo buscar y a qué o a quién esperar, es muy importante, y me da la impresión de que tienes muy buenos consejos para oyentes jóvenes que todavía no se casaron y tienen dudas o preguntas al respecto. ¿Qué les puedes aconsejar?

Ruth: Para mí ha sido algo muy importante, como nosotros trabajamos con muchos jóvenes, contar frecuentemente nuestro testimonio. Básicamente tenía 18 años cuando yo le di un sí al Señor, y dije: Está bien lo que tú quieras para mí. En ese momento, se me abrieron las puertas en Guatemala de una forma increíble. Algo se rompió. Yo tenía como una distancia con los guatemaltecos, incluso en la iglesia a donde íbamos.

Sonja: ¿Con la gente en general?

Ruth: Sí, con la gente en general. Pero en ese momento, algo se rompió. Acepté el propósito de Dios en mi vida con estar abierta a la gente latina, y no enfrascada en que yo quería lo que yo quería. Entonces me sorprendí de la forma en la que comencé a formar amistades con las chicas, con los jóvenes, con toda la iglesia. Yo pienso que fue por esa aceptación a la voluntad del Señor. Y seguí orando.

Sonja: ¿Estudiabas?

Ruth: Sí, estudiaba secretariado, después fui a trabajar a un seminario teológico como secretaria, donde había un montón de chicos cristianos que se estaban preparando para ser pastores y misioneros, o sea que se estaban preparando para servir al Señor.

Allí hubo chicos que se me acercaron, que comenzaron a tratar de entablar alguna relación, pero en mi interior había un “no”. Y fui quizás muy cortante a veces. Si me preguntaban el número de teléfono de la casa, yo le decía que casi nunca estaba en la casa, que no tenía tiempo para hablar por teléfono, así que no se los daba. Y seguí orando. Yo le pedía al Señor que, en primer lugar, mi esposo tuviera a Él en su corazón, que lo más importante en su vida fuera el Señor, y servirlo a él. Obviamente en el seminario miraba para ver si quizás me gustaba alguno, porque los que se me acercaron no me gustaban, pero el Señor no me mostró que fuera ninguno de ellos.

Sonja: ¿Y cómo conociste a tu esposo entonces?

Ruth: Interesantemente, un año me fui de Guatemala a Brasil porque mis padres son de la vieja escuela alemana todavía, donde dicen que es bueno que los muchachos salgan de su casa, conozcan otros ambientes y maduren.

Sonja: Ah, sí. Es muy bueno eso. Quiero hacer un paréntesis y decir que el papá de Ruth era mi profesor del instituto bíblico, y era mi profesor favorito.

Ruth: ¿Sí? Eso no lo sabía, se lo voy a contar. Entonces me mandaron a Brasil, y fue un tiempo durísimo, pero valió la pena. Mis papás tenían la expectativa de que quizás me encontrara allá a algún alemán, ya que estaba en Llamada de Medianoche donde había muchos muchachos, pero no me encontré ninguno, sino que, todo lo contrario, fueron más chocantes para mí. Me di cuenta de que había muchas cosas de los alemanes que ya no me gustaban.

Sonja: Ya te habías acostumbrado a la forma de vivir en Guatemala.

Ruth: Exactamente. Cuando regresé a Guatemala seguí orando, pero en ese tiempo, como mis papás seguían con Llamada de Medianoche y uno de los propósitos principales de Llamada de Medianoche es la venta de literatura, habían hecho contacto con Carlos, porque su familia tiene una imprenta. Y comenzaron a imprimir con él las revistas, los tratados, los libros, y todas esas cosas. Solo por carta me habían informado de que habían conocido una nueva imprenta y habían comenzado una muy buena relación con ellos. Cuando yo regresé a mi mundo normal, a estudiar otra vez, a seguir trabajando con mis papás, a involucrarme de lleno en la iglesia, seguía orando, y de repente se me empezó a acercar más “el Carlos de la imprenta”, que así lo llamábamos en la casa.

Yo tenía que trabajar, porque mi papá viajaba mucho, mis hermanos ya no estaban, y mi mamá necesitaba ayuda, así que empecé a coordinar lo que había que llevar a la imprenta para imprimir, lo que había que recoger, lo que había que pagar, y comenzó la relación con Carlos vía trabajo, o sea, él como el muchacho de la imprenta y yo como la hija de don Verner, porque así llama Carlos a mi papá.

Sonja: Una relación laboral.

Ruth: Laboral, definitivamente.

Sonja: Pero vino un cambio.

Ruth: Sí, comenzó una amistad. Comenzó una muy bonita amistad, y llegó el punto en el que me di cuenta de que la amistad iba para más. Y antes de ilusionarme o ilusionarlo, le hablé a mi papá, y le pregunté qué pensaba de Carlos. Mi papá me dijo: Que, ¿ya te habló? Y yo le dije: No, pero yo creo que me va a hablar. Y él me dijo que le gustaba Carlos.

Sonja: Así que ya tuviste cierta seguridad por parte de tu papá.

Ruth: Sí. Luego le pregunté a mi mamá, que había rechazado mucho a cualquier latino, y le dije: ¿Qué piensas de Carlos? Y ella me dijo: ¡Ah! ¿Ya te habló? Y estaba emocionadísima, más que yo. Y entonces se dio el día en el que Carlos me habló, y oramos juntos. Y aquí quiero hacer un paréntesis. Carlos también tenía la duda de saber si yo era la esposa para él, y él había hablado con su líder de jóvenes de la iglesia, y le preguntó al hermano: ¿Cómo puedo saber si Ruth es la esposa que Dios tiene para mí? Quisiera que un ángel se me apareciera y me dijera sí, Ruth es la que va a ser tu esposa. Entonces este hermano le dijo: El ángel que tú estás esperando es una cuádruple confirmación. Primero, tu tenés que tener una certeza en tu corazón de que ella es para ti. Segundo, ella debe tener la misma certeza en su corazón de que tu eres para ella. Tercero, tus papás tienen que estar de acuerdo, y cuarto, los papás de ella tienen que estar de acuerdo. Y eso es lo que yo le digo a los jóvenes, porque muchas veces hacen todo encubierto, sin que los padres se enteren, y llega un momento en el que llegan y le presentan a sus padres el novio o la novia, sin haber consultado. A nuestros hijos ya les estamos diciendo que cuando aparezca o cuando sientan algo por un muchacho o por una muchacha, que nos lo presenten antes, para que nosotros podamos dar la aprobación o desaprobación.

Sonja: Nombraste algo importante, porque el tiempo casi se nos acaba, pero todavía no te pregunté, ¿cuántos hijos tienes?

Ruth: Tenemos tres hijos, la mayor tiene 19 años, el segundo tiene 16 y la más chiquita tiene 13.

Sonja: Precioso. ¿Y todos están unidos?

Ruth: estamos unidos, trabajando y estudiando en la universidad, pero todos buscando y sirviendo al Señor.

Sonja: ¡Qué lindo! Me da mucha pena tener que interrumpir, pero el tiempo es tirano, así que te propongo tener una segunda entrevista, porque tengo más preguntas para ti. Se algunas cosas sobre tu vida y pienso que tienes muy buenos consejos para las jovencitas en cuanto a cómo buscar al cónyuge y en cuanto a otros temas también. ¿Te parece bien tratarlos en el próximo programa?

Ruth: Sí, con mucho gusto.

Sonja: Muy bien, muchas gracias por hoy.

Ruth: ¡De nada!

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