¡Venga tu Reino! (2ª parte)

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25 mayo, 2010
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¡Venga tu Reino!

(2ª parte)

Autor: Lothar Gassmann

Jesucristo nos enseña una oración que podemos orar solos, pero también como congregación. Es una oración muy popular y, lamentablemente, muchas veces se ha hecho mal uso de ella. En muchas congregaciones se salmodia como un ritual mágico. Sin embargo, tenemos que presentar esta oración ante el trono de Dios con seriedad y de corazón.


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PE1485 – Estudio Bíblico – Venga tu Reino


 


Hola amigos! En el estudio anterior ya habíamos analizado las primeras frases del Padre Nuestro. Y llegamos ahora a:

Santificado sea tu Nombre

Con estas palabras se realiza la primera petición:“Santificado sea tu nombre”. Existen muchos nombres en el mundo. Dios mismo mandó a Adán a darle nombres a los animales. Pero hay un nombre que Adán no podía mencionar, el cual recién le fue revelado a Moisés desde la zarza ardiente: el nombre del Dios todopoderoso, en forma del tetragrama “JHWH”. Como las vocales no se escriben en hebreo, la pronunciación del nombre no es segura. (Ciertamente no era “Jehová”, sino más bien “Jahweh”). Pero el significado del nombre es: “Yo soy el que soy”, o: “Yo seré el que seré”.

Dios está por encima del tiempo y del espacio. Él lo sostiene todo y, por medio de Su Hijo Jesucristo, entró a Su creación para redimirnos de nuestro pecado, de nuestra culpa y de nuestra eterna separación de Él. No podemos abarcar a Dios con palabras, y Su nombre está sobre todo nombre. El nombre de Dios tiene que ser santificado, es decir, apartado de todos los demás nombres. El nombre de Dios está sobre todo nombre, y a Él sólo Le corresponden la reverencia y la adoración. Por eso, también, los Diez Mandamientos exigen que santifiquemos el nombre de Dios y no lo tomemos en vano:“No dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano”(nos dice Ex. 20:7). ¡Cuánta burla, blasfemia, idolatría y sincretismo ocurren hoy en día, cuánto se blasfema el nombre de Dios y se lo mezcla con ídolos paganos! ¡Una abominación! Y en la época del anticristo, el nombre de Dios será pisoteado en forma extrema. Leemos en 2 Tesalonicenses, capítulo 2, que el hombre de pecado, el hijo de perdición, se manifestará, se sentará en el Templo de Dios y pretenderá ser Dios. ¡Qué terrible blasfemia!

El nombre de Dios debe ser santificado y apartado como el nombre que es sobre todo nombre, pues Él es el único Dios. Porque Dios es puro y santo, también quiere la purificación de nuestras vidas. En el Nuevo Testamento, en 1 Ts. 4:3, leemos:“Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación”. El nombre de Dios también es santificado cuando Sus discípulos llevan una vida santificada y, de esta manera, Lo honran.

Venga tu Reino

El próximo pedido es:“Venga tu reino.”Los profetas del Antiguo Pacto anunciaron el Reino de Dios, también Juan el Bautista como el último y mayor profeta pre-mesiánico y, además, el mismo Señor e Hijo de Dios, Jesucristo.“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, era el anuncio de Juan el Bautista, y luego también del Señor Jesús, cuando comenzó Su ministerio de salvación. El llamado al arrepentimiento también fue el punto central en la predicación de Pentecostés del apóstol Pedro:“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”(leemos en Hch. 2:38).

Mediante el nacimiento de Jesús en Belén, Su ministerio y Sus milagros, vino el Reino de Dios. En primer lugar invisiblemente, pero ya en proceso de germinación, hasta la fundación de la Iglesia, en el día de Pentecostés. Pero recién cuando Jesucristo venga otra vez con poder y gran gloria, el Reino de Dios será establecido visiblemente para el mundo entero.

Si tomamos la Biblia al pie de la letra, por ejemplo en Apocalipsis 20, vemos que primero vendrá el Milenio de paz, en el cual el diablo estará atado. Pero los seres humanos todavía tendrán la posibilidad de apartarse de Dios, pues al final habrá una última rebelión contra Él, la de Gog y Magog. Recién después, Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva.“He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”, dice Dios en Apocalipsis 21:5. Es Dios el que hará nuevas todas las cosas – no los hombres, que quieren anticipar el Reino de Dios con métodos pecaminosos.

Hay un dicho que si bien no se encuentra en la Biblia, es cierto: “El que quiere establecer el cielo en la tierra sin Dios, prepara el camino al infierno”. Lo mismo, se puede decir también con este juego de palabras: “La humanidad sin divinidad se convierte en bestialidad.” Pensemos en las terribles bestias salvajes que vio el profeta Daniel en el capítulo 7. Son un símbolo de la violencia y la crueldad de los reinos de la tierra, los cuales Daniel vio en visiones. La más terrible de todas es la última bestia, diferente a todas, con siete cabezas y diez cuernos. Estas bestias representan el poder diabólico que maneja los resortes detrás de los reinos terrenales.

Sin embargo, Dios – y sólo Él – establecerá Su Reino. No será ninguna dictadura, sino el Reino de paz del Mesías, al cual le seguirán, finalmente, el nuevo cielo y la nueva tierra.

Una petición lleva a la otra. Por eso, la próxima petición es:

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra
La voluntad de Dios fue reprimida por la rebelión. Lucifer, el más hermoso de los querubines, descrito simbólicamente en Ezequiel 28:11-19 como el rey de Tiro, quiso ser como Dios y elevarse a sí mismo por encima de toda la creación, por lo cual cayó bajo, tan bajo como un ser puede caer. Llegó a ser intrínsecamente malo.

Ahora Lucifer trata de llevar consigo en su caída también a otros seres y especialmente a los hombres. En Génesis 3 se presenta, en forma de serpiente, primero a Eva. Se sabe que la mujer es más fácil de seducir en el campo del ocultismo, mientras que el hombre lo es más bien en el área sexual. Por lo tanto, no es ninguna casualidad que la serpiente se acerque primero a la mujer, y luego la mujer al hombre. El diablo intenta siempre aprovechar los puntos débiles de cada sexo. Por supuesto, tanto el hombre como la mujer se han hecho culpables, pero la cadena de la tentación va de la serpiente, que se presenta como un médium de inspiración diabólica, a la mujer, y por medio de la mujer al hombre. El hombre hace caso a la voz de su mujer ya engañada, y por intermedio de la mujer él mismo es engañado.

Los dos quieren transgredir el buen mandamiento de Dios y comer del fruto del conocimiento del bien y del mal, para alcanzar un conocimiento igual al de Dios y ya no tener que respetarlo como a alguien que está por encima de ellos. Ser como Dios – ésta es la raíz de la tentación. “Serán como Dios y sabrán lo que es bueno y lo que es malo; sus ojos serán abiertos” (así leemos en Génesis 3:5). Ésta es la seducción, acompañada de la mentira del vers. 4: “No morirán” – ¡realmente una dosis mortal!

Por eso, la voluntad de Dios es, en realidad, una voluntad doble: Por un lado, Dios quiere“que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”(como está expresado en 1 Ti. 2:4). Dios quiere que el hombre se convierta, que sea salvo por el anuncio del Evangelio y que se arrepienta de su vida pecaminosa. De esta manera, el Reino de Dios es establecido donde Jesucristo puede entrar al corazón como el Rey. Luego, cuando Dios haga nuevas todas las cosas, el Reino será llevado a su consumación, después que el mundo haya pasado por la gran tribulación anticristiana que vendrá por causa de la apostasía de la fe.

Por otro lado, la voluntad de Dios es la santificación. Leemos en 1 Ts. 4:3:“La voluntad de Dios es vuestra santificación”. Si hemos sido salvos y apartados por Dios en el nuevo nacimiento, debemos servirle por medio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, siguiéndole en la senda estrecha. Salvación y santificación – ésta es la voluntad de Dios. Todo esto está en este pedido de oración:“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”

Aquí terminan las peticiones del “Padre nuestro” que tienen que ver con Dios y Su Reino – los tres primeros pedidos. Ahora nos quedan las peticiones que se relacionan más bien con el hombre y su vida.

Veamos ahora las peticiones que se relacionan con el hombre y su vida.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

La primera de estas peticiones suena muy material:“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.”Existen diferentes interpretaciones de este versículo, ya que hay una expresión difícil de traducir: la palabra griega “epiousion”, traducida como: “de cada día”. La palabra se compone de “ousios”, en español “estando”, y “epi”, que es “encima”. Literalmente significa, pues: “estando encima”. Esto se puede entender con respecto al espacio y al tiempo. Si pensamos en el tiempo, el significado sería: “lo que viene después”, es decir, el pan para mañana. Si se entiende como algo que tiene que ver con el espacio, significaría: “lo que está encima de la existencia”, lo necesario para poder sobrevivir. Pienso que los dos significados se complementan. Este verso entonces significaría: “Danos el pan necesario que nos es menester cada día y que también será suficiente para mañana, para que, si trabajamos hoy, tengamos lo necesario para el día de mañana y, por lo tanto, ya no tengamos que preocuparnos.” Más adelante, en el capítulo 6 del Evangelio de Mateo, también se habla del ayuno y de las preocupaciones. Pedimos la provisión de Dios, de manera que no tengamos que preocuparnos por el futuro.

El pan es el alimento básico. ¡No tendríamos que orar por cosas que no son necesarias, sino un lujo! Por eso, esta petición también expresa el rechazo de un estilo de vida lujoso, con glotonerías y borracheras por ejemplo. Esto es pecado, según la Biblia (lo vemos en Gálatas 5:21). Tenemos que contentarnos con lo que necesitamos para vivir.

Ahora, esta petición es también una advertencia. Pero eso lo veremos en el próximo programa, porque el tiempo se ha acabado. ¡Hasta entonces y qué Dios los bendiga!


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