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Autor: Esteban Beitze

¿Quién fue la reina de Sabá? ¿Sabemos algo de ella además de su visita al rey Salomón? ¿Qué importancia tiene este pequeño relato dentro de la Biblia? ¿Qué puede enseñarnos a los cristianos del siglo XXI?


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PE2443 – Estudio Bíblico
Verdadera búsqueda espiritual I (1ª parte)



En la Biblia encontramos descritos cinco viajes de personas a Israel. Dos en el Nuevo Testamento, que fueron los sabios de oriente, quienes guiados por la estrella, llegaron a Belén y adoraron al Señor Jesús. Y el otro fue el funcionario etíope que vino a Jerusalén a adorar y volvía leyendo el rollo de Isaías que luego Felipe le explicó. En el Antiguo Testamento encontramos a Rut, la moabita, que después de perder a su esposo y suegro, se fue con Noemí a Israel, donde luego se casó con Booz. También está Naamán, el general sirio que por indicación de su sierva había ido a Israel para ver si conseguía la sanidad para su lepra. Y quizás, el menos conocido o tratado, es el viaje de la reina de Sabá atraída por la sabiduría de Salomón. Este caso es el que comenzaremos a tratar en el programa de hoy.

La historia sucedió alrededor del año 1000 a.C. cuando Salomón, el hijo y sucesor del rey David reinaba sobre Israel. Uno de los relatos lo encontramos en 2 Crónicas 9:1-12 y dice así: “Oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas, para probar a Salomón con preguntas difíciles. Y luego que vino a Salomón, habló con él todo lo que en su corazón tenía. Pero Salomón le respondió a todas sus preguntas, y nada hubo que Salomón no le contestase. Y viendo la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó asombrada. Y dijo al rey: verdad es lo que había oído en mi tierra acerca de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído. Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos siervos tuyos que están siempre delante de ti, y oyen tu sabiduría. Bendito sea Jehová tu Dios, el cual se ha agradado de ti para ponerte sobre su trono como rey para Jehová tu Dios; por cuanto tu Dios amó a Israel para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia. Y dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas, y piedras preciosas; nunca hubo tales especias aromáticas como las que dio la reina de Sabá al rey Salomón. También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron madera de sándalo, y piedras preciosas. Y de la madera de sándalo el rey hizo gradas en la casa de Jehová y en las casas reales, y arpas y salterios para los cantores; nunca en la tierra de Judá se había visto madera semejante. Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió más de lo que ella había traído al rey. Después ella se volvió y se fue a su tierra con sus siervos”.

La reina de Sabá, amigo, es un enigma en muchos sentidos. Aparte de encontrarse en la Biblia, también se la menciona en el Corán y en la cultura etíope. No se sabe a ciencia cierta dónde quedaba Sabá o el pueblo de los sabeos. Según Génesis 10:7 es un pueblo surgido de Cus. Sabá es una variedad dialectal de los términos Seba y Sheba. Según inscripciones asirias, esta nación en el siglo VIII a.C. se hallaba en el noroeste de Arabia. En el Salmo 72:10, Sabá es asociado con Seba, y designa una región meridional alejada (al sur). Algunos identifican al pueblo sabeo en el alto Egipto, o sea Etiopía. Esto aparece también en los escritos de Josefo. Él no dice nada importante sobre ella, y le llama «la reina de Etiopía y Egipto», en lugar del título que se le da en la Biblia. Otros en cambio identifican a los sabeos con un pueblo ubicado en la península Arábiga, más específicamente en la zona del Yemen actual, a unos 2,000 km de Jerusalén. A favor de esta última posición está el hecho que el libro de Job nos enseña que los rebaños de Job fueron destruidos por los sabeos, y la tierra de Uz, en la cual vivía Job, era adyacente de Madián, que se encontraba en la península arábiga sobre el Golfo de Acaba. Además, la península arábiga era conocida por las especias, de las cuales la reina de Sabá trajo gran cantidad como regalo a Salomón. Otro punto que pareciera apoyar esta posición es que justamente antes de este relato, en 2 Crónicas 8:17-18, se menciona la extensión de los intereses comerciales de Salomón hacia el Golfo de Acaba y más al sur. También el hecho de usar camellos es un punto a favor de que los sabeos habitaran en algún lugar de la península arábiga. El Diccionario Certeza hace una amplia recopilación de datos confirmando esta ubicación. En el Yemen actual, donde el 99% de la población es musulmana, prácticamente ya no existen cristianos por las terribles persecuciones llevadas a cabo contra ellos. Las muchas iglesias que existían fueron todas destruidas. Pero aun hoy, los pocos creyentes que quedan, se sienten absolutamente identificados con la historia de la reina de Sabá.

En esta serie de programas que estamos comenzando lo invitamos, amigo, a analizar y comentar algunos aspectos importantes de esta visita a Jerusalén que realizó la reina de Sabá. En primer lugar destaca el hecho de que esta reina vino al rey Salomón. Nuestra historia empieza diciendo: “Oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén con un séquito muy grande”. La reina de Sabá vino a visitar a Salomón, el rey de Israel. Era una visita de Estado. Esto tenía mucha importancia. Puedo imaginarme bien el despliegue e impacto que habrá causado en Jerusalén la entrada de la reina con su enorme caravana y séquito. Seguramente todos los habitantes de Jerusalén buscarían ver algo de este cortejo tan llamativo y lujoso, y aquellos que pudieron verlo y quizá a la misma reina, por años estarían comentando esta extraordinaria experiencia con infinidad de detalles. Jamás la olvidarían.

Imaginando una situación como esta, uno se pregunta cuál fue la razón por la cual esta historia de la reina de Sabá se encuentra en la Biblia. ¿Es simplemente un detalle curioso, como si se tratara de una noticia del mundo del espectáculo acerca de los famosos de la época? Si esta visita hubiera ocurrido hoy, sería noticia en todos los medios y todas las revistas estarían mandando sus paparazis para perseguir a la reina, sacar la mejor foto y hacer conjeturas acerca de alguna relación amorosa o buscar algún escándalo. Pero, ¿habrá sido esta la razón por la cual el Espíritu Santo permitió que este evento formara parte de la Biblia? Estoy convencido de que esto no es así. En el Salmo 119:130 se nos señala la importancia de todas las Escrituras: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”, dice este versículo. Cada una de las “palabras” es importante y tiene algo que decirnos. En 1 Corintios 10:11 se nos dice: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Todas las historias del Antiguo Testamento contienen enseñanzas para nosotros. En Juan 5:39 encontramos la llave para el entendimiento de muchas de sus historias. Allí dice: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Cuando el Señor usó el término “Escrituras” se refería a los escritos del Antiguo Testamento; por lo tanto, estudiando esta sección de la Biblia encontraremos figuras y enseñanzas que nos señalan a Cristo, y se nos presentarán indicios de cómo obtener “la vida eterna”. Entonces, en este relato sobre la visita de la reina de Sabá, podremos encontrar a Cristo y la vida eterna.

Ahora, de regreso a nuestra historia, toca preguntarnos quién era Salomón. Ante todo él era un hombre muy sabio. En nuestro pasaje aparece cuatro veces la palabra “sabiduría”. 1 Reyes 4 nos relata: “Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios”. Si hubieran existido los Record Guinness en aquel entonces, lo habría obtenido en el rubro de sabiduría. Era más sabio que cualquiera que fuera galardonado con los premios Nobel. Además, por 1 Reyes 4 también sabemos que “compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco”. De toda esta obra impresionante, solo nos queda una fracción. Hoy en día, por la calidad, cantidad y trascendencia de sus escritos, le hubieran dado el premio Nobel de la literatura.

En este punto uno se podría preguntar: ¿qué es sabiduría? Nuestra sociedad destaca la sabiduría de los egipcios, babilonios, los filósofos griegos, Darwin, Einstein, Shakespeare, los científicos modernos que procuran crear vida y aun los teólogos modernos que destruyen la Biblia y tantos otros más. Todos ellos son vistos por muchas personas como muy sabios, aunque se puedan haber equivocado en muchas cosas. Pero la Biblia señala que la verdadera sabiduría está e inclusive es personificada, en Jesucristo. En Colosenses 2:3 leemos que en Cristo “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Salomón mismo en sus proverbios, personifica la sabiduría, y se puede ver en ella una clara alusión a Cristo. Si buscamos sabiduría tenemos que ir a Cristo, porque allí está la fuente de toda sabiduría. Entonces, si decimos que Salomón fue el hombre más sabio, pero que en Jesús se encuentra toda la sabiduría, bien podemos trazar un paralelo de Salomón a Cristo en esta historia. Todavía podemos sumar otro paralelismo que nos señala Jesucristo mismo. En Mateo 12:42 Jesús hace alusión a esta historia diciendo: “La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar”. La frase que quisiera resaltar es: “he aquí más que Salomón en este lugar”. Trazando un paralelo entre Salomón y Jesús, el Señor quiso mostrar que, aunque Salomón y su sabiduría eran extraordinarias, Jesucristo es aún mayor. Y es así como en esta historia tan interesante podemos ver al Señor Jesús.


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