Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes 3/3

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Titulo: “Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes” 3/3
  

Autor: FrediWinkler
Nº: PE1192

Tres puntos importantes se tocaran en la tercera parte de el programa titulado:”Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes” de Fredi Winkler: 

 

1) Un pueblo Santo

2) El Pueblo adquirido

La verdad orgánica de Israel y la iglesia de Jesús


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«Vosotros me seréis un Reino de gente santa y sacerdotes» 3/3

Hola estimado amigo comencemos hablando acerca de «Un pueblo santo».La santidad, en cierto modo, es el estado perfecto del pueblo de Dios. Aun cuando somos concientes que durante nuestra vida terrenal nunca alcanzaremos esa perfección, eso no nos libera de la responsabilidad de intentar alcanzarla con todo nuestro corazón. El autor de la carta a los hebreos, también nos explica el significado central de santificación:«Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor». El mensaje de la santificación es proclamado cada vez menos en la actualidad, porque es incómodo y exige todo de nosotros. No obstante, el evangelio de Jesucristo no es un «evangelio de bienestar», sino el evangelio de la verdad. En la actual proclamación del evangelio, mayormente se habla sólo de la conversión, y se actúa como si eso fuera todo lo que Dios desea de nosotros. En todo esto, se olvida que lo que viene después, es decir el discipulado, es de un significado trascendental; porque recién entonces se puede reconocer si la decisión por Jesucristo realmente es auténtica, o si solamente es una efusión sentimental pasajera.

Probablemente haya sido en el Sermón del Monte, donde Jesús ilustró el camino al reino de Dios en la forma más impactante. Allí Él dijo, entre otras cosas:«Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto». No es que esta comparación de Jesús nos induzca a creer que nosotros ahora ya seamos lo suficientemente santos, que lo hayamos alcanzado y que podamos ponernos a descansar. Él más bien nos ha dado una alta meta, la cual no podremos alcanzar hasta el fin de nuestras vidas, pero a la cual, sin embargo, aun así, debemos aspirar. Esa meta también nos protegerá de ser orgullosos de nuestros propios logros. De modo que la santidad no es tanto un estado, sino más bien una forma de vida que corresponde a los requerimientos divinos. Israel debía convertirse en un pueblo santo a través del cumplimiento de los mandamientos, y a través de esto debía ser identificado ante todos los demás pueblos, como el pueblo adquirido por Dios.

Ahora bien, hablemos un poquito acerca del pueblo adquirido.En el Sinaí, Dios exigió a Israel el cumplimiento de Sus mandamientos, como especial señal de su identidad como pueblo de Dios. Y ahora, ¿cómo será esto en el caso del pueblo del nuevo pacto? Esto la gente lo complica muchas veces, sin embargo es lo mismo que en el caso de Israel, sólo que a un nivel más bien espiritual. Según las palabras de Jesús, ¿en qué se conocerá que Le pertenecemos? Él dijo:«Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros»(Jn. 13:34-35). ¡Cuánto ha fracasado el cristianismo en esto! ¡Cuánta envidia, cuántas discusiones y peleas hay, y ha habido, entre cristianos! En Jesucristo, contrariamente a lo que hizo a través de Moisés, Dios no nos dio en primer lugar mandamientos, sino un nuevo espíritu. Dios había dado los mandamientos a los israelitas para que fueran personas santas. Pero eso, en la mayoría de los casos, no había funcionado.

En Jesucristo, Dios hizo lo contrario. Primeramente buscó el corazón del ser humano para hacerlo nuevo a través de Su Espíritu, como ya lo había dicho el profeta Jeremías. El escritor de la carta a los hebreos hace uso de esta promesa del libro de Jeremías, diciendo:«Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré». Solamente una persona con un corazón renovado por el Espíritu de Dios es capaz de vivir una vida que le agrade a Él. Este nuevo Espíritu, con sus resultados en la vida del creyente, es la nueva identidad y la señal de que pertenecemos a Jesús.

Sin embargo, el autor de la carta a los hebreos cambió algo en la cita que él tomó del profeta Jeremías. Pues en Jeremías 31:33 dice:«Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días…»De modo que esta promesa claramente fue dada a la casa de Israel. Los versículos 31 y 32 lo enfatizan aún más: «He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.»Después de todo también Jesús dijo que aquella vez había venido solamente para las ovejas perdidas de Israel. Se puede considerar que la profecía del profeta Jeremías con respecto a Israel se ha cumplido, porque todos Sus discípulos y primeros seguidores provenían de ese pueblo. Pero aun así, esta declaración del profeta tendrá un cumplimiento adicional, y el mismo será en conexión con la segunda venida de Jesús. Al decir esto, estamos recordando una profecía similar del profeta Joel, en la cual habla del derramamiento del Espíritu. Pedro usó este versículo para explicar los sucesos del día de Pentecostés en Jerusalén. El contexto en el profeta Joel, sin embargo, nos da a entender inequívocamente, que esa profecía también tiene un significado apocalíptico, sobre todo en vista de la segunda venida de Jesús para establecer Su reino. En las Escrituras, la primera y la segunda venida del Mesías son vistas como una unidad, y es por eso también que el pueblo del pacto del Sinaí y el pueblo del nuevo pacto forman un conjunto.

Le invito a escuchar algo de música y enseguida regresamos con » La unidad Orgánica de Israel y la Iglesia de Jesús.»

Hemos regresado de estos agradables compases musicales y ahora tocaremos el punto que trata sobre La unidad orgánica de Israel y de la iglesia de Jesús.Especialmente Pablo reconoció estas más profundas conexiones, y empleó la imagen del árbol de olivo, en el capítulo once de la carta a los romanos, para ilustrarlo. Las raíces y las ramas de un árbol no pueden ser separadas. Toda separación de las ramas del tronco y de la raíz, significa que las mismas se secarán. Todas las iglesias y congregaciones que han tratado de declarar que solamente el Nuevo Testamento es relevante para ellas, han terminado en la sequedad espiritual. Una rama seca, según las circunstancias, a veces por bastante tiempo todavía puede parecer bonita y decorativa, pero nunca más dará frutos. El distanciamiento de Israel y del Antiguo Testamento, entre otros, es una razón por la cual la vida espiritual en muchas iglesias y congregaciones va retrocediendo y las iglesias están cada vez más vacías. El Antiguo Testamento, en muchas áreas, nos trasmite una instrucción valiosa sin la cual seríamos empobrecidos. Un ejemplo de esto es el sacerdocio general que Dios ordenó a Su pueblo en el Sinaí, y que también es válido para el pueblo del nuevo pacto. El fracaso de Israel en esta área nos debe servir como advertencia. La responsabilidad del estado de las iglesias y de las congregaciones no se encuentra necesariamente en los pastores, predicadores, líderes y ancianos, sino sobre todo en los padres de familia. Estimado amigo, ellos recibieron la tarea de trasmitir la fe a la próxima generación, tal como Dios también lo había ordenado a Israel. Así como Israel no debía mezclarse con los pueblos de Canaán, así el pueblo del nuevo pacto no debe unirse al mundo pecador. Ese problema actualmente se agudiza cada vez más, porque los límites se están borrando más y más también. Solamente la fidelidad sin concesiones a la Palabra de Dios, da al pueblo del nuevo pacto la garantía de permanecer firmemente protegido hasta que el Reino de Dios haya sido establecido en forma visible, a lo cual debe dirigirse toda nuestra añoranza, como lo enseña Jesús en la oración que dio a Sus discípulos:Venga Tu reino.A más tardar cuando haya venido Su reino, se manifestará la estrecha relación entre Israel y la Iglesia de Jesús.

Deseo de todo corazón que el Señor le bendiga ricamente.

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