Dios nos acompaña
5 julio, 2022La quinta carta del cielo
22 julio, 2022
Por Johannes Pflaum
Cuando la Biblia habla de ser llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18), no se refiere a una vivencia extática o de un «agregado» al nuevo nacimiento –en el sentido de un bautismo adicional del Espíritu o una segunda bendición–, sino que se trata del derecho total de residencia y dominio del Espíritu Santo en y a través de nosotros. Pablo también menciona el «ser llenos del Espíritu» en contraposición con la ebriedad (Efesios 5:18), teniendo que ver con la obediencia a Dios: «… el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen» (Hch. 5:32, compárese con Efesios 5:8 y ss.).
«Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios» (Ro. 8:14). ¿Qué significa esto en la práctica?
Algunos entusiastas se remiten a Hechos 2:13, cuando en el día de Pentecostés el Espíritu Santo fue derramado sobre los apóstoles: «Mas otros, burlándose, decían: ¡Están llenos de mosto!» Dicho en otras palabras: »¡Están ebrios!»». Este escarnio no sugiere que los apóstoles estuviesen sufriendo un éxtasis o no pudieran sostenerse, sino que había surgido al escucharlos hablar en diversas lenguas. Esta fue precisamente la aclaración de Pedro (v. 15) antes de llevar a cabo un sobrio discurso que dio en el blanco.
Pablo llama al Espíritu Santo un Espíritu de disciplina o prudencia (2 Timoteo 1:7). Además, en Gálatas 5:22 describe la abstinencia como un fruto del Espíritu, palabra que puede ser traducida como «autocontrol». Por ende, ser llenos del Espíritu Santo tiene que ver con el dominio propio y la moderación, o sea, lo opuesto a la ebriedad. Un estado ebrio es en la Biblia una señal del juicio de Dios (Isaías 19:13- 14; 28:7; 29:9; Jeremías 25:16), mientras que no mantenerse sobrio es visto como algo malo (Isaías 51:21; 63:6; Nahúm 3:11; Habacuc 2:15; Jeremías 25:27).
La guía del Espíritu Santo
EL libro de Hechos de los apóstoles menciona que Pedro, Esteban, Bernabé y otras personas fueron «llenos del Espíritu Santo». En este caso, hace referencia a su prédica, su servicio y su discipulado. Ellos eran guiados por el Espíritu Santo en todas estas cosas (compárese con Hechos 8:29; 10:19; 13:2; 13:4; 16:6-7). Si bien no encontramos la expresión «dirección del Espíritu Santo» o «guía del Espíritu Santo», podemos entenderlo en los diversos acontecimientos.
En el primer viaje misionero leemos cómo el Espíritu Santo envía a Pablo y Bernabé (Hechos 13:2). A través de la conexión con Hechos 13:1, podemos deducir que había hablado por medio de los profetas de aquel lugar. Deberíamos tener en cuenta que los profetas neotestamentarios (Hechos 11:28; 20:23; 21:10), junto a los apóstoles, eran parte del fundamento de la Iglesia, por lo que es inaplicable en la actualidad (compárese con Efesios 2:20).
Si bien ya no existen profetas en el sentido neotestamentario, el Espíritu Santo continúa utilizando a las personas para enviar a otros. Sin embargo, dado el caso, no deberíamos hablar de manera exaltada como heraldos del Espíritu o utilizar esto para manipular a los demás. El Espíritu Santo puede usar a ancianos, a hermanos o hermanas que oran, o una prédica en la iglesia, entre otras cosas, para encomendar a una persona un servicio específico.
Empero, para que este llamado sea completo es necesaria la disposición y confirmación personal. En el caso de Pablo, ya los tenía desde su conversión. Esto es parte de la grandeza del apóstol: haber esperado para llevar a cabo la misión de su vida a que la iglesia en Antioquía lo enviara. Al igual que en ese tiempo, el Espíritu Santo nos llama muchas veces a través de otras personas. Precisamente, esto es lo que denominamos «la guía del Espíritu».
Una apelación acerca del hablar del Espíritu
En Hechos 1:16; 4:25 y 28:25 leemos acerca del hablar del Espíritu Santo–en cada uno de estos momentos se cita un pasaje del Antiguo Testamento. Aquí queda claro que el Espíritu Santo guía y dirige a través de la Palabra de Dios, pues esta es precisamente Su hablar.
En Hechos 20:28 podemos leer el discurso de despedida de Pablo a los ancianos de Éfeso. En este, el apóstol los denomina como líderes instituidos por el Espíritu Santo. Ahora, ¿cómo fue que el Espíritu Santo hizo esto? Podemos deducir por Hechos 14:23 que Pablo y Bernabé nombraron a los ancianos de la iglesia. Es decir, estos líderes fueron nombrados por personas, pero también por el Espíritu Santo. ¿Cómo es esto posible? La respuesta es que Pablo y Bernabé preguntaron y actuaron según la voluntad de Dios. Por esta razón, tanto 1 Timoteo 3 como Tito 1 mencionan los requisitos para los ancianos. Estas condiciones eran la norma para que Timoteo y Tito eligieran solo a aquellos que eran aptos para esta tarea. Por supuesto, la elección de los ancianos iba siempre precedida de oración. De todas formas, no debemos confundir el nombramiento de alguien por el Espíritu Santo con un falso misticismo respecto a la guía del Espíritu. La confirmación para su tarea proviene más bien de la Palabra de Dios.
No obstante, existen pasajes en Hechos donde el Espíritu de Dios habla de forma directa con ciertas personas (Hechos 8:29; 10:29). De igual forma, el Señor puede guiarnos en la actualidad, sin que esto signifique tener una experiencia sobrenatural o una iluminación especial. Por ejemplo, alguien puede estar orando por un tema, y recibir paz y certeza de parte de Dios. Tal vez sintamos la necesidad de orar, llamar o visitar a cierta persona. También durante la preparación de una prédica, uno siente que debe hablar sobre cierto texto bíblico.
No obstante, tenemos que ser cuidadosos en no interpretar todo como la guía del Espíritu Santo. Con el tiempo recibiremos la confirmación si el Señor nos ha provisto de algo. A menudo no somos conscientes de esto, sino que nos precipitamos a hacer lo que está frente a nosotros; seamos cautos a la hora de utilizar la expresión «el Espíritu me dijo».
Incluso en Hechos de los apóstoles, cuando la revelación divina del canon aún se encontraba inconclusa y los profetas del Nuevo Testamento todavía estaban activos, solo se utilizó la frase «el Espíritu Santo dice» (compárese con Hechos 11:12; 21:11), dos veces en treinta años. En un tercer pasaje, Pablo relata cómo el Espíritu Santo le mostraba en todas partes que sufriría el cautiverio (Hechos 20:23). En otros tres pasajes, los discípulos anunciaron que el Espíritu Santo había hablado, pero en relación con la Palabra de Dios revelada (Hechos 1:16; 4:25; 28:25).
La predicación y el hablar del Espíritu Santo
Como hemos visto, Hechos de los apóstoles se refiere a la proclamación de la Palabra de Dios como el hablar del Espíritu Santo–esta es una característica esencial. Luego que el trabajo de los apóstoles y los profetas neotestamentarios concluyera, la Palabra de Dios pasó a ser la fuente de revelación divina. Es así que el Espíritu Santo nos habla, en primer lugar, a través de la Palabra de Dios. Por lo tanto, el hablar profético en la predicación no se relaciona con la propagación de supuestas visiones, sueños o revelaciones especiales, sino con una interpretación de la Palabra de Dios que aluda a la situación vivida y toque los corazones de los oyentes. A menudo, el predicador ni siquiera es consciente de ello, pues tan solo interpreta la Palabra de Dios y la aplica. No obstante, siempre se encuentra alguien entre los oyentes que se pregunta: «¿Cómo sabe esto de mí?»
El 4 de noviembre de 2012, en la Casa Madre de las Diaconisas de Aidlingen, en Alemania, Rolf Scheffbuch llevo a cabo un estudio bíblico titulado De camino al Cielo. Su predicación fue tan clara y compacta respecto a la situación espiritual del mundo actual, que al finalizar alguien le preguntó por qué había dicho eso y de esa manera. Rolf Scheffbuch no sabía que esa sería la última vez que predicaría desde un púlpito la Palabra; solo seis días después fue llamado a la Eternidad. Su prédica, la cual he escuchado varias veces, demostró ser un legado espiritual. Este es un claro ejemplo de cómo el Espíritu Santo nos habla también hoy, de forma profética, a través de la predicación de la Palabra de Dios.
Como hemos mencionado anteriormente, existen diversos pasajes que nos muestran cómo los apóstoles predicaban llenos del Espíritu. La primera vez fue en Hechos 2:4, durante el discurso de Pedro, el día de Pentecostés. ¿Cuál era el tema central de esta prédica? Se trataba acerca de la singular importancia de Cristo para nuestra salvación. También Esteban, lleno del Espíritu Santo, en su mensaje salvífico de Hechos 7, centró todo en la persona de Jesús.
Lo mismo podemos encontrar en Hechos 10, cuando Pedro predicó el Evangelio a Cornelio y a los gentiles en Cesarea. De seguro los discípulos hablaban en muchas ocasiones del Espíritu Santo o citaban pasajes al respecto. Sin embargo, la prédica llena del Espíritu Santo siempre tiene como tema central a Jesucristo. Se piensa que fue el pastor Wilhelm Busch quien dijo: «El Espíritu Santo obra con más fuerza donde Jesús es engrandecido».
Dirección directa e indirecta del Espíritu
Pablo y Bernabé fueron separados por el Espíritu Santo para su tarea misionera. Podemos asegurar entonces que en su primer viaje misionero, tenían una conexión directa con el hablar de Dios.
Sin embargo, Pablo inició su segundo viaje misionero por decisión propia (Hechos 15:36). Lo mismo leemos también del tercer viaje en Hechos 18:23. En ninguno de los dos pasajes se dice que el apóstol haya sido encomendado de forma especial por el Espíritu de Dios. Pablo tampoco esperó sentado hasta que viniese la guía del Espíritu, sino que tomó una decisión y se fue. Podemos estar seguros de que, antes de su salida, el apóstol había orado mucho y que su decisión se respaldaba en ello. A pesar de esto, no leemos nada acerca de un hablar especial de Dios o de un suceso extraordinario que se lo indicara.
En el segundo y tercer viaje misionero podemos ver que el Espíritu de Dios puede guiar de forma indirecta a las personas que viven en dependencia y se mantienen en la presencia de su Señor. Con «indirecto» no me refiero a una guía del Espíritu Santo de menor valor, sino a una desprovista de un suceso extraordinario o del hablar expreso de Dios. Claro que un requisito natural para esto es que estemos dispuestos a dejarnos orientar por la Palabra de Dios y Su voluntad, y que, dado el caso, estemos abiertos a ser corregidos.
Un ejemplo importante de la guía por medio del Espíritu Santo
Hechos 16:6-10 describe un acontecimiento especial donde el apóstol Pablo obtuvo la guía del Espíritu Santo. Mientras estaba con Silas en su segundo viaje misionero, el Espíritu de Dios se opuso por dos veces a que predicaran la Palabra. No sabemos cómo sucedió, pero tanto él como su compañero reconocieron que era el Señor quien frustraba sus planes.
Pablo no adjudicó este impedimento simplemente al diablo. Después de todo, esta es una explicación sencilla y espiritualizada que se utiliza muy a menudo. Si se frustran nuestros deseos o no logramos obtener algo que queremos, responsabilizamos al enemmigo por eso. Sin embargo, a veces es el Señor quien desbarata nuestros planes y deseos piadosos, pues no se alinean con las intenciones que Él tiene con nosotros.
En 1 Tesalonicenses 2:18, Pablo dice que satanás había impedido dos veces su llegada a Tesalónica. Mientras que en Hechos 16, el apóstol había reconocido que había sido el Señor quien, por medio de Su Espíritu, había frustrado su avance en el servicio a Él–es interesante ver cómo Pablo y sus compañeros trataron con esto. Espero que estas ideas nos sirvan para corregir algunas ideas erróneas respecto a la dirección del Espíritu.
Cuando el Señor truncó el plan de Pablo y Silas, ellos no se quedaron sentados sin hacer nada, ni esperaron con pasividad que les aconteciese alguna experiencia milagrosa. En primer lugar, dijeron de ir al oeste para predicar en Asia, pero el Espíritu Santo se los impidió. Luego, Pablo y Bernabé, sin detenerse, siguieron a Misia e intentaron avanzar hacia el Este para predicar allí el Evangelio, pero nuevamente fueron detenidos por el Espíritu de Dios. Fue así que siguieron camino a Troas, donde recibieron en la noche, por medio de una visión, la indicación de ir a Macedonia.
John MacArthur describe este suceso en su libro La voluntad de Dios, donde lo utiliza como un ejemplo para reconocer la voluntad divina. El autor compara a los cristianos con un tractor de dieciocho mil kilos. Si se encuentra apagado, es necesario una grúa para cambiarlo de lugar, pero si por el contrario está en movimiento, esto resulta una tarea mucho más sencilla. Es así como muchos cristianos, ante la espera por la voluntad de Dios, se quedan sentados en lugar de moverse.
Sin embargo, el Señor nos quiere guiar a la vez que nos movemos, como lo hicieron Pablo y Silas. MacArthur escribe:
Ellos necesitan comenzar a moverse para que Dios pueda guiarlos a esa área de servicio que Él ha planificado. Conocer la voluntad de Dios puede significar caminar por un camino estrecho hasta llegar a un callejón sin salida. En ese momento, Dios abrirá una puerta tan ancha que usted no podrá ver lo que está a su alrededor, ¡sino solo a través de ella! ¿Cuál fue la respuesta de Pablo? Se encuentra registrada en el libro de Hechos: «En cuanto vio la visión, de inmediato procuramos salir para Macedonia, teniendo por seguro que Dios nos había llamado para anunciarles el evangelio» (Hch. 16:10). Pablo respondió inmediatamente y esa es la única reacción con un corazón persistente se encuentra con una puerta abierta […]. Usted puede rebotar contra muchas puertas cerradas, pero esa es la forma en que Dios lo guía a la fuerza hacia la puerta que Él tiene abierta. ¡Muévase! Sea persistente.
Respecto a los acontecimientos del segundo viaje de Pablo, John Heading dice ver una triple dirección en la vida del apóstol. En primer lugar, fue guiado por «medios personales». En Hechos 15:36 tomó la decisión de visitar a los hermanos a quienes les había predicado el Evangelio en el primer viaje misionero; este era su servicio personal. En segundo lugar, por «medios espirituales» que no permitieron que Pablo y Silas avanzar, con el propósito de que más tarde, en Troas, llevaran el Evangelio a Europa. En tercer lugar, por «medios naturales». Después de que Pablo trabajara en Filipos, siguió su ruta de Este a Oeste, de Macedonia a Tesalónica. Allí se cruzaban las rutas que iban de Norte a Sur y de Este a Oeste. Esto deja claro cómo la guía del Señor incluía elementos personales, espirituales y naturales. A través de la predicación en Tesalónica se formó allí una nueva iglesia.
Las exposiciones de MacArthur y Heading son de mucha ayuda a la hora de estar protegidos de las ideas erróneas acerca de la guía del Espíritu y la manera de conocer la voluntad de Dios, lo cual va ligado a eso. Más allá de esto, si aún no estamos seguros de nuestro llamamiento, puede que hallan situaciones donde realmente debemos esperar hasta conocer la voluntad de Dios. En decisiones importantes no debemos dejarnos presionar por los demás, ni hacer lo que a otros les gustaría. Esto no se contradice con el comportamiento de Pablo y Silas, ya que ellos sabían muy bien cuál era su llamado, por lo que se mantuvieron en movimiento hasta que el Señor los guio hacia dónde Él quería que estuviesen.
Si bien muchas cosas de la época de los apóstoles no son aplicables en la actualidad, todo discípulo de Jesús debe desear ser lleno del Espíritu de Dios, sin que esto implique experiencias extraordinarias, sino más bien un compromiso diario con Su Palabra, con la comunión con el Señor y con la obediencia a Su voluntad.