¿Tendrían los apóstoles un concepto equivocado del reino de Dios?

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Los cristianos que no creen en un futuro reino de Dios en la tierra, tienen que explicar Hechos 1:3-8 de tal manera que lo niegue. A veces, ellos lo hacen con el argumento de que los discípulos, allí, tenían una esperanza equivocada del reino de Dios. ¿Será eso verdad?
Hechos 1:3-8 es un importante pasaje sobre el reino de Dios, ya que nos muestra como pensaban los apóstoles y Jesús sobre el mismo, anteriormente a la ascensión del Señor. En este pasaje dice que Jesucristo se les apareció a los apóstoles “durante cuarenta días… hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

Note que el Señor resucitado se les apareció a Sus apóstoles durante “cuarenta días”. Si bien pudieron haber hablado muchas cosas en ese tiempo, sabemos con seguridad que hubo un tema que fue tratado exhaustivamente: el reino de Dios. Jesús pasó “cuarenta días” con los apóstoles, hablándoles sobre el reino de Dios (Hch. 1:3). Medio en broma, suelo señalar que éste fue el mejor seminario teológico de la historia y, con toda seguridad, el mejor sobre el reino de Dios. Según los parámetros modernos, cuarenta días de clases son más que un semestre entero de una materia de un instituto bíblico.

En mi opinión, se puede decir, con seguridad, que los apóstoles habían captado el carácter del reino de Dios, después de cuarenta días de clases con el Señor resucitado. Quizás no tendrían un conocimiento perfecto del reino, pero es muy improbable que su comprensión haya estado desviada al respecto, como algunos dicen. Esta suposición pondría en tela de juicio la inteligencia de los discípulos y, lo que es aún peor, la capacidad docente del Señor Jesús.

En los versículos 4 al 5, Jesús explicó a los apóstoles que ellos serían “bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. El Antiguo Testamento profetizó que con el venidero nuevo pacto, el Espíritu Santo habitaría dentro de los que pertenecieran al mismo (vea Ez. 36). Esta promesa del Espíritu Santo, podría haber llevado a la subsiguiente pregunta de los apóstoles: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” Al pensar en la venida del Espíritu, se acordaron del reino.

La pregunta de los discípulos de Hechos 1:6, tiene algunas implicaciones muy importantes y nos muestra cómo ellos consideraban el reino de Dios, desde su punto de vista de aquel tiempo, y unos pocos momentos antes de la ascensión de Jesucristo.

En primer lugar, Hechos 1:6 señala que los apóstoles esperaban una restauración del reino para el pueblo de Israel. Muchos teólogos afirman que el reino proclamado por Jesús y los apóstoles era diferente al reino prometido en el Antiguo Testamento. Ellos dicen que Jesús habría predicado un reino espiritual, y no uno terrenal para Israel. Pero, Hechos 1:6 muestra que los apóstoles creían en la esperanza antiguo-testamentaria de que el reino sería restaurado para el pueblo de Israel. Esto demuestra una continuidad con aquello que es profetizado en el Antiguo Testamento.

En segundo lugar, la palabra “restaurar” utilizada por los apóstoles, muestra que ellos esperaban una continuación del antiguo reino de Israel del Antiguo Testamento, donde Israel tenía un reino, pero lo perdió por causa de su desobediencia. Israel fue llevado en cautividad por las naciones. Pero, los discípulos creían que dicha cautividad sería revertida por medio de la restauración futura. Sólo se puede restaurar algo que ya ha existido con anterioridad.

En tercer lugar, la pregunta de los apóstoles se refiere a un tiempo en que el reino viene a Israel, no su carácter. Ellos no preguntaron: “Señor, ese reino ¿es espiritual, o físico?” La pregunta, más bien, se refirió a cuándo vendría ese reino: “Señor, ¿vas a restaurar el reino para Israel en este tiempo?”

Y en cuarto lugar, no vemos aquí ningún indicio de que los apóstoles consideraran el reino como ya existente o instituido en ese tiempo. No hay ningún indicio de que ellos hubieran pensado estar ya en el reino. Más bien, veían al reino de Dios como algo que habría de venir, y no como algo que ya había llegado.

La respuesta de Jesús a la pregunta de los apóstoles es significativa (vs. 7-9). En el versículo 7 dice: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.”

Aquí hay varios puntos dignos de mención.

Primero, Jesús parece presuponer la comprensión de los apóstoles. Ellos esperaban la restauración del reino para el pueblo de Israel, y no señala en ninguna forma que el entendimiento de ellos estuviera equivocado. Jesús no dijo: “Gente, ¿todavía no lo han captado? No habrá una restauración del reino para Israel. El reino ya no es espiritual y nacional – ¡va a ser sólo espiritual!” Tampoco dijo: “Yo soy el verdadero Israel, y todos los que creen en mí, ahora son Israel. ¡Por esa razón no hay ninguna restauración del reino para el pueblo de Israel!” Si los apóstoles se hubieran equivocado en su idea de la restauración del reino para Israel, ¿el Señor no los habría corregido? Poco antes de Su ascensión, ¿no habría sido el momento perfecto para “calibrar” una idea equivocada? Pero ninguna corrección fue realizada.

Segundo, Jesús atendió la pregunta del momento. Los apóstoles no debían saber cuándo sucedería la restauración del reino para Israel. Saber eso, era sólo y únicamente asunto del Padre.

Tercero, Jesús les dijo a los apóstoles en qué debían concentrarse: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (1:8). Algunos consideran esta respuesta como un intento del Señor de redirigir la postura de expectativa de los apóstoles, pero ése no es el caso. Jesús les dijo que la restauración del reino para Israel ocurriría según el plan del Padre. Los apóstoles ahora deberían concentrarse en ser testigos de Jesús. En otras palabras: “El reino será reconstruido para Israel, cuando el Padre esté listo para hacerlo. Pero, ustedes deben concentrarse en ser Mis Testigos en el mundo.”

Cuarto, se debería observar lo que Jesús les explica a los apóstoles en el versículo 5: Que en pocos días serían bautizados con el Espíritu Santo, pero que la restauración del reino para Israel sería algo que se encontraba en un futuro desconocido (v. 7). Eso significa que el bautismo con el Espíritu sucedería muy pronto, pero que la institución del reino de Dios se encontraba en un futuro indeterminado. Por esa razón, no se puede decir que el derramamiento del Espíritu Santo automáticamente significara la institución del reino. Al menos por ahora, existe una brecha de tiempo entre esos dos acontecimientos.

Podemos sostener que Hechos 1:3-8 es muy importante para el entendimiento del plan del reino de Dios. Después del servicio terrenal de Jesús, después de Su resurrección y después de cuarenta días de enseñanza, los apóstoles todavía creían que el reino sería restaurado para Israel. Jesús no corrigió esta suposición, sino que les explicó que el tiempo del reino de Dios era conocido sólo por su padre. Éste es un indicio significativo, de que Jesús y los apóstoles no reinterpretaban la esperanza antiguotestamentaria del reino para Israel. En lugar de eso, la confirmaban.

El testimonio a nivel mundial llevaría a muchas personas a la salvación, preparándolos para la entrada al reino, cuando éste hubiera sido restaurado en el futuro.

Dr. Michael J. Vlach


Publicado primeramente en theologicalstudies.org. Michael J. Vlach es profesor de teología en el Seminario en Sun Valley, California, y autor del libro ¿La iglesia habrá reemplazado a Israel? (Broadman & Holman).

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