PE-2861 | Autor: Eduardo Cartea
Cuando Moisés oyó el llamado de Dios: “Moisés, Moisés”, estaba pisando tierra santa. Al venir a la presencia de Dios en oración, adoración o culto, entramos a un lugar santificado porque Dios está allí.
Cuando Moisés oyó el llamado de Dios: “Moisés, Moisés”, estaba pisando tierra santa. Al venir a la presencia de Dios en oración, adoración o culto, entramos a un lugar santificado porque Dios está allí.
Para Moisés, la educación en la corte fue útil, pero estar en el desierto fue indispensable. Nada reemplaza la escuela de Dios: estar con Él y escucharle en silencio.
Aunque el impetuoso intento de ayudar de Moisés terminó en fracaso, el Alfarero celestial se encarga de tomar vasijas rotas y rehacerlas según el diseño de Su mente. El llamado de Dios no fue frustrado.
Luego de ver el llamado a la obediencia y a conocer a Dios, vemos en la vida de Moisés el llamado al servicio. Él fue preparado como líder en la cúspide del poder, pero tuvo que aprender en la escuela de Dios a servir.
Vemos en la vida de Jacob cómo Dios guía. Nos muestra su voluntad en la Biblia, en oración, a través de consejos de hermanos y dirige las circunstancias. Él da paz y bendición al que le sigue. ¿Estás dispuesto?
Vemos en la vida de Jacob que la voluntad de Dios es clara: hacer lo que Él dice. Su voluntad es progresiva y te guía paso a paso. No es obediencia decir: “Dime primero todo y luego yo veré si lo hago”.
Jacob no solía consultar a Dios, pero lo aprendió con los años. Descubrió que Dios tiene un plan que se manifiesta cuando estoy dispuesto a entregarme a él. ¿Aprenderás más rápido que Jacob?
La vida del patriarca Jacob ocupa la mitad del libro de Génesis. Dios lo llamó y se reveló a él a pesar de sus errores. Es un ejemplo para nosotros, llamados a conocer Su voluntad.
Dios te llama a obedecer como hizo Abraham. Él confió en Dios y fue aprobado. Dios lo bendijo y a muchos a través de él. Si buscas obedecer, Él se ocupará de la bendición.
Dios te llama a obedecer como hizo Abraham. Él confiaba plenamente en que Dios proveería. En ese monte, donde estaría el templo y luego la Cruz, Dios proveyó y Abraham adoró.
Dios te llama a obedecer como hizo Abraham. Obedecer es decir: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”, aun cuando la prueba te supera y, entre lágrimas, preguntas: “¿Por qué, Señor?”
Dios te está llamando con un propósito eterno. Obedecer a Su llamado es siempre voluntario, pero nunca opcional. ¿Cuál será tu respuesta?
Dios te está llamando con un propósito eterno. Su llamado te pone a prueba, no para que pases mal, sino para que salgas aprobado. ¿Estás dispuesto a confiar en Dios en la prueba?
Dios te está llamando con un propósito eterno. Te llama a obedecerle y a depender de Él. ¿Le confías como lo hizo Abraham?
Dios te está llamando con un propósito eterno. Su llamado es personal, inmerecido, ineludible y permanente, pero también tiene un costo. ¿Estás dispuesto a pagarlo? ¡Vale la pena!
Dios te está llamando con un propósito eterno. Su llamado es personal, inmerecido, ineludible y permanente. ¿Cómo le respondes?
… Una de las palabras más poderosas y profundas en las Escrituras es la verdad de que Dios es el primero y el último, el inicio y el fin. […] Pareciera que Dios fue el gran perdedor en la escena de la cruz. Pero no fue así…
… Jesús se identificó de tal manera como un hombre que decidió humillarse y asumir sobre Sí el pecado, aceptando la muerte más vergonzosa. Podemos tener certeza de que nunca experimentaremos algo por lo cual Él no haya pasado…
… La cuarta frase de Jesús en la cruz a la que haremos referencia es la que se encuentra en Mateo 27:46: “Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Desde la hora sexta hasta la hora novena hubo tinieblas sobre la tierra…
… La gran pregunta es: ¿estoy yo viviendo en comunión con Jesús hoy? ¿Siente placer por estar con Él? ¿Tiene intimidad con Él? ¿Cómo está su relación con Dios en el momento? […] Comunión tiene que ver con amor. ¿Cómo podemos ser indiferentes si Jesús demostró tanto amor?…